domingo, 25 de junio de 2017

EL LÍDER CARISMÁTICO

Es evidente la empanada política que embarga a los españoles. No es para menos. Nuevos partidos políticos de difícil adscripción, deriva ideológica de los ya existentes, saltos ideológicos según de que se trate, nadie parece estar donde debe, y lo que es más importante nadie sabe donde estarán mañana.
Ante este potaje ideológico parece razonable que el pueblo o bien de la espalda a las organizaciones políticas, o bien intente simplificar. A mi juicio este es un caldo de cultivo ideal para que aparezca “el líder carismático”.
En Francia ha ocurrido hace unas semanas, un ministro socialista revotado del gobierno de Francois Hollande ha barrido el panorama político francés en poco más de un año.
Cumple todas las condiciones: buena formación, hombre de éxito en su vida profesional, experiencia política suficiente, buena presencia, con carisma, y por si fuera poco ese puntito que le da haberse enamorado de su profesora; además, de literatura. Hay que reconocer que en estas cosas del amor los franceses lo bordan.
Sospecho que los franceses, con la misma empanada política que tenemos los españoles, han repudiado las organizaciones políticas y se han entregado al hombre.
Ha pasado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, cuando las organizaciones humanas no funcionan o lo hacen mal, la gente busca el dirigente. En muchos casos se equivocan, sobre todo porque es muy difícil ser dirigente y no pasarse al lado oscuro, pero a veces funcionan, esperemos que sea el caso de los franceses. Al menos hay que reconocerles que ellos han tenido la suerte de tener un hombre con posibilidades y el valor de hacerle presidente.
Pero en España seguimos con la empanada, que no tendría mayor importancia si no fuera porque algunos quieren que salgamos de esa empanada deshaciendo España. Antecedentes tenemos a lo largo de nuestra historia, y nunca nos llevó a buen puerto. Eso es lo malo, parece que tira de nuestra inteligencia esa tradición goda, árabe, taifa, cantonal y ahora nacionalista, que tienen muchas características en común y ninguna buena, pero sobre todo que nos hizo sumamente débiles y favoreció los sucesivos desastres que sufrieron  todos y cada una de los españoles que les toco vivir la orgía de los reyezuelos y señores feudales.
No se puede esconder bajo el ropaje identitario lo que a ojos vista no es otra cosa que egoísmo, insolidaridad, y pura y simple tiranía. Que claro, en la actualidad, tiene otro aspecto distinto del derecho de pernada puro y duro, pero que en otros muchos aspectos se le parece mucho.
Pero claro para eso hay que tener partidos que tengan claro en su ideología que la solidaridad no puede ser solo el 3%, mientras haya zonas de España que pretendan, a costa de las demás, vivir mucho mejor que el resto.
Esa es la ventaja que tienen los franceses sobre nosotros que ellos si tienen claro lo que es un Estado, lo que es la liberté la égalité y la fraternité, y que de eso los nacionalistas andan pero que muy escasos.