jueves, 28 de noviembre de 2013

HARTAZGO

Comentaba en mi anterior artículo, referido a la mediocridad, la semejanza entre los dos partidos mayoritarios. Ya es malo equipararse al PSOE en semejante cuestión, pero más grave es hacerlo en otras, de las que estamos teniendo en los últimos días más de lo que podemos soportar.
 La renovación del Consejo General del Poder Judicial, al margen de suponer una burla hacia los ciudadanos españoles, y especialmente a los del PP, partido que prometió hasta la saciedad respetar la independencia de los jueces, y muy especialmente en lo que hacía a la elección de este órgano, ha dejado al descubierto algo mucho más grave: la asunción por parte de nuestro partido de la hoja de ruta que Zapatero diseñó con la ETA.
 Ahora nos explicamos las prisas de Marlasca, no es que quisiera excarcelar a los presos de ETA cuanto antes, incluso antes de recibir la comunicación del auto del tribunal europeo, no, lo que tenía es que asegurarse cuanto antes el puestecito que le tenía preparado el gobierno de Mariano Rajoy. 
Ya no sirven declaraciones grandilocuentes, ni fotos con las víctimas, ni lavarse la cara llevando a Jaime Mayor como cabeza de la lista al Parlamento Europeo, o a Mari Mar Blanco, que menudo papelón está haciendo la niña, al senado; nada de eso sirve ya, todo está claro hemos cedido ante la ETA. ETA, por más que el ínclito Fernández diga misa, y no entrecomillo -decir misa- intencionadamente, ha ganado. La cesión ante la banda es evidente. Han ganado. 
Cuando estaban al borde de la asfixia, Zapatero les dio oxígeno, y una vez recuperados, nosotros les hemos sacado a la calle. En lo peor, nos hemos equiparado al peor PSOE de la historia reciente de España. Nos hemos abrazado al PSOE, para dejar en la cuneta, a las víctimas. Ya sé que la Razón de Estado justifica muchas cosas, pero casi siempre cuando se invoca, se hace para justificar lo indecente o lo inmoral. En este caso es evidente. 
 Hay otro dato: cuando fuerzas políticas dispares se ponen de acuerdo en algo en España, casi seguro que es para repartirse una prebenda, o para tapar la corrupción. De todo hay en las cuestiones que estamos tratando, en la renovación del Consejo hay de las dos cosas: nepotismo, y corrupción moral a espuertas. Es imposible caer más bajo.
 Pero se equivocan los que se crean que no pasa nada. Solo hay que estar en la calle para palpar la indignación del pueblo llano sobre el particular. Nunca he visto tanta. No solo por la injusticia que representan estos hechos, sino por el ridículo y la sensación de cobardía de nuestros gobernantes. Se les ve acobardados, repitiendo como máquinas, lo todo el mundo sabe que es mentira: que se ha derrotado a la ETA. Están de los nervios. Me dicen que los concejales del País Vasco vuelven a tener escolta, y es que ellos saben que como alguno se les vaya de las manos, ni siquiera la Moncloa servirá para esconderse. 
Ya sé que de esto, nuestros compañeros de partido no se enteran. Ellos están en la moqueta, rodeados de mediocres que hacen méritos ensalzando sus figuras de sacrificados de la causa, sufriendo la ingratitud de un pueblo que no sabe valorar lo que para ellos supone tirar por la borda sus principios, sus convicciones y su programa electoral. No saben los conflictos de conciencia que a diario tienen que superar. La nómina, el coche oficial, la tarjeta de crédito, los privilegios, son solo alivios temporales de la zozobra que para ellos supone llevar a cuestas ese sambenito de oportunistas.
 Rajoy todo lo cifra a la recuperación económica, pero se equivoca, el pueblo español es mucho más maduro y mucho más digno, que la mayoría de los que ocupan puestos de responsabilidad. Y por esto que nos están haciendo pasar no lo traga. Solo será necesaria una chispa, por pequeña que sea, para que estalle la indignación que este pueblo lleva acumulada demasiado tiempo.
 Mariano si querías amnistiar a los de la ETA, sal a la calle y explícaselo a los españoles, a lo mejor hasta lo entendemos, pero no nos hagas pasar por tontos.

martes, 12 de noviembre de 2013

SOLAZADOS EN LA MEDIOCRIDAD

La polémica suscitada por las becas Erasmus es para hacérnoslo ver. Para que en el Gobierno le dedicara un ratito en orden a sacar conclusiones sobre su incapacidad para llegar a la gente con medidas que, por más que sean razonables, terminan dejándoles a las “patas de los caballos”.
Que yo sepa, las becas Erasmus se conceden a estudiantes que durante uno o dos cuatrimestres cursan sus estudios en el extranjero. Los estudiantes en cuestión deben pagar de su bolsillo, mejor dicho del de sus padres, la cantidad necesaria para su alojamiento, manutención, viajes y demás gastos. La cosa no debe bajar de los mil euros mensuales. Bien, pues a esas familias dispuestas a gastarse entre cinco mil o diez mil euros, según los casos, el Gobierno, es decir todos los españoles, además les damos una beca de alrededor de cien euros.
Parece ser que el Ministerio de Educación quería reducir esa pequeña parte, y acumularla para dotar becas de mayor cuantía para estudiantes sin esos medios económicos. Resumiendo el gobierno quería potenciar la asistencia a esos cursos de estudiantes sin recursos.
Yo me pregunto en primer lugar: ¿si es de recibo que los españoles tengamos que pagar los estudios en el extranjero de cualquier joven que ya cursando estudios universitarios en España nos cuesta una fortuna, por mucho que suban las tasas?
¿Si pudiendo disponer de determinadas transferencia de Europa para ese menester, no se dediquen a estudiantes que por sus méritos y sus limitaciones económicas, tengan justificada esa beca, que debería cubrir la totalidad de los gastos? En ese sentido iba la medida tomada por el Ministerio de Educación.
Todo este revuelo se ha armado porque el Ministerio pretendía quitar sesenta o setenta euros a unas decenas de miles de niños de papá.  
Pero lo más grave del caso es la reacción de ese Gobierno, de los llamados barones, y del propio partido, ante una medida razonable, justa, y de marcado carácter social. Lo grave es que las opiniones de unos cuantos jóvenes con ganas de hacerse notar colgando unos videos en YouTube, sean capaces de desequilibrar un Gobierno que además, como en este caso, hace las cosas con criterios racionales.
¿Cómo es posible que este partido tenga tan poca capacidad de reacción ante esos acontecimientos, en esas propias redes sociales? ¿Cómo nadie en el Ministerio se ha ocupado de poner sobre la mesa la extracción social de todos esos niños que se van de Erasmus? ¿Cómo no somos capaces de mandar a una productora a esos destinos para hacer un programa, de esos que nos dedica la Sexta, para descubrir la verdadera realidad de esos estudiantes? ¿Alguien se dedica a trabajar en el PP sobre estos temas, y otros parecidos? ¿Es verdad el PP tiene las redes sociales dejadas de la mano de la izquierda, porque los hay en Génova que no saben cómo se enciende un portátil?
El problema de Wert es que pretende, a través de la educación, sacar a este país de la mediocridad en que la han instalado años de socialismo. Ese igualar por abajo a todos, que es el santo grial del socialismo, solo encierra la mediocridad que florece por todos sitios.
 Hace unos días leí unos capítulos de la encíclica Rerum Novarum, el primer bastión que se opuso al socialismo emergente allá por el año 1891 .León XIII ya indicaba en aquellas fechas que el igualitarismo no hacía progresar a los pueblos. Hay que dar oportunidades a todos, pero hay que potenciar a los mejores. Solo la conjunción armoniosa de unos y otros hará  avanzar a la sociedad. Algo parecido decía el Papa Francisco en una entrevista que le hacía un socialista, Chris Mathews. Decía el entonces cardenal Bergoglio: “Ustedes destruyen el incentivo del hombre, para, inclusive, hacerse cargo de su familia, un crimen contra la naturaleza y contra Dios. Esta ideología crea más pobres que todas las corporaciones que ustedes etiquetan como diabólicas”.
Es en ese “café para todos”, solaz de mediocres (solo hay que ver la catadura intelectual de muchos rectores), donde los demagogos de la izquierda tienen montado su chiringuito reivindicativo de tres al cuarto; donde la parroquia progresista sobresale a fuerza de crear a su alrededor un desierto cultural. Estos no quieren excelencia, no quieren nivel académico, ni tan siquiera quieren esa mínima cultura que permita a cualquier ciudadano descubrirles como vulgares charlatanes de feria.
Pero lo más grave es que esa enfermedad está haciendo fortuna en el Partido Popular. Cada vez nos parecemos más a ellos. No es que seamos víctimas del complejo de izquierdas, no solo eso, es que estamos empezando a ser beligerantes en la mediocridad, por eso Wert tiene problemas en el partido, porque no se resigna a renunciar a un principio que es consustancial con el verdadero progreso: el esfuerzo debe tener recompensa. Los que tiran del carro con más fuerza deben tener la consideración de todos.
Es que no nos engañemos: si da lo mismo tirar del carro que no tirar, el carro se para. Y luego no nos quejemos de que hay mucho paro, que cada vez se gana menos. Si lo único que podemos ofrecer es mano de obra, pues tendremos que competir con los que solo pueden ofrecer mano de obra, y de esos hay muchos por todo el mundo, y dispuestos a trabajar por mucho menos de lo que nosotros ganamos.

Tenemos un grave problema, que hay que estar ciego para no verlo. En Asia se está dando una conjunción preocupante, mano de obra muy barata y un pueblo ansioso por la educación, dispuestos a cualquier sacrificio por abandonar la condición de obrero sin cualificación. Esa gente criada en la escasez y el sacrificio, en unos años se comerá el mundo. Nosotros si no somos capaces, con nuestro esfuerzo, de mantener la distancia que todavía tenemos sobre ellos, seremos desbordados.