sábado, 25 de diciembre de 2010

LOS SIETE NIÑOS DE ÉCIJA IV

En estos días está muy de moda hablar de las pensiones: ¿cuantos años tendremos que trabajar para poder jubilarnos? ¿A cuanto ascenderá el recorte, con el aumento del periodo de cálculo? ¿Es viable el sistema? Son preguntas que a diario se hacen todos los españoles con más de cincuenta años.
Esta situación, ya vivida en otras épocas, trajo como consecuencia que muchos ciudadanos decidieran empezar a consolidar un plan de pensiones privado. Animó a muchos los comentarios, en este sentido, del entonces ministro Solchaga.
Hoy la realidad se impone, y ya parece que es inevitable la suscripción de este tipo de planes, si queremos apuntalar medianamente nuestro futuro.
Por estas razones, será bueno hablar de cual ha sido la experiencia de todos aquellos que hace más de veinte años suscribimos aquellos fondos de pensiones; y si hubiera que buscar una palabra que lo definiera andaríamos entre el engaño y la tomadura de pelo: no tengo conocimiento de un solo plan cuya rentabilidad haya superado el IPC acumulado de esos años, muchos no han tenido rentabilidad alguna, y otros están por debajo de las aportaciones.
La única rentabilidad proviene de las desgravaciones fiscales hechas en su día. Es decir: por cada mil euros que yo le daba al Sr. Botín, el Estado me regalaba doscientos, y él, que durante estos años se quedó con el dinero, ni cinco céntimos. ¿Cómo lo veis?
El resultado inmediato es que los planes de pensiones, en España, solo interesan a los que están muy cerca de la Jubilación; a los que el tratamiento fiscal les supone una cierta rentabilidad. Pero no creo que haya nadie que, a la edad treinta años, haga una aportación a un plan de pensiones, en el convencimiento de que cuando tenga que rescatarlo, tendrá esa aportación menos el IPC acumulado de más de treinta y cinco años.
¿Cómo es posible que las entidades financieras hayan tenido estos depósitos, a plazo fijo, durante tantos años, y no hayan sido capaces de ofrecer una rentabilidad mínima? ¿No es inmoral que el Estado con sus desgravaciones, haga atractivo un producto financiero del que solo se benefician las entidades de crédito?
Pues eso.

sábado, 18 de diciembre de 2010

DE LIEBRES Y GALGOS

En el PSOE se han puesto a correr. No sabemos en que dirección; pero correr, corren. Para saber que dirección llevan, sería bueno conocer la causa que les ha puesto en marcha: si vemos a gente correr en dirección contraria a un edificio en llamas, todos sabemos cual es el motivo de la carrera. De igual manera si vemos salir de estampida a los clientes de una entidad bancaria, lo más probable es que esté siendo objeto de un atraco.
¿Qué les ha puesto en marcha?
No hay que ser demasiado avispado para saber que el detonante de esa carrera es la aparente amortización de Zapatero, luego la dirección no puede ser otra que la “sucesión”.
Se habla de Blanco y Rubalcaba, pero tanto el uno como el otro, más que ponerse a correr, les ha puesto en la línea de salida el propio Zapatero después de los últimos nombramientos.
Pero, como es lógico hablando de liebres, al “galgo” al que le ha faltado tiempo para salir disparado, ha sido el “Inefable”. Arraggsstrando su discurso de listillo, para hacer reír a los que siempre le aplaudieron, ha entrado de lleno en la arena política.
Me apena ver como después de tantos años de democracia, los mass media siguen riéndole las gracias a un paleto, que solo ha demostrado su habilidad para comprar barato. A ellos los primeros.
Pero la salida a pista del personaje, ha tenido un inesperado perjudicado:
En la inauguración de la línea de AVE Madrid - Cuenca – Albacete, Barreda estuvo desaparecido. Lo que es más curioso es que estar, estuvo, pero no se le vio. Sin duda los medios estaban aleccionados, ni siquiera los príncipes (con minúscula, según la nueva ortografía), y mucho menos Pepiño, fueron capaces de desbancarle. Y yo me pregunto ¿Qué pinta el presidente del Congreso en la inauguración de un tren? ¿Cómo puede hacerle esa faena al que llama amigo? ¡Con lo necesitado que está Barreda!
Esas preguntas se las hará quien no le conozca, que los que le conocemos, sabemos que como buen galgo no hay “coscurro” que desperdicie.
Mientras al pobre Barreda le “crecen los enanos”: incendio de Guadalajara, CCM, Aeropuerto de Ciudad Real, naufragio del Etatuto, campeón del déficit y del endeudamiento; y para colmo cuado tiene algo donde lucirse, como la presentación a la prensa de la línea de AVE­­ Toledo – Cuenca, el tren llega tarde una hora; y en la inauguración de la línea a que hacía referencia al principio, el protagonismo se lo lleva Bono.
Si de ésta no ganamos es para cortarse las venas.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Fiiiirm...és

A lo largo de mi vida, en tres ocasiones, me han leído los artículos del Código de Justicia Militar referentes a la sedición: Cuando ingresé en el C.I.R -Centro de Instrucción de Reclutas- de Alcalá de Henares. En la primera clase teórica, un capitán nos leyó aquellos artículos, que casi siempre terminaban con cadena perpetua, o pena de muerte, era la manera de decirte quien mandaba allí. En ese mismo campamento, unos días antes de marcharnos, a la hora de cobrar el sueldo de aquellos tres meses, que ascendía a algo más de trescientas pesetas, nos encontramos con que si bien firmábamos una nómina por ese cantidad, solo se nos abonaban alrededor de doscientas pesetas, la diferencia se nos dijo era para ayudar al mantenimiento del cuartel. Los de mi compañía nos negamos al enjuague, no nos negábamos a cobrar las doscientas pesetas pero solo firmaríamos por ese cantidad. Después de muchas amenazas, pasos ligeros y demás elementos de concienciación patria, se nos reunió en el patio del batallón alrededor de una mesa pequeña donde estaban las nóminas y el dinero que habia que entregarnos. El capitán nos leyó los artículos relativos a la sedición, llamo al primero por orden alfabético y le dijo que firmara. El chico, Abad de apellido, miró para atrás, donde estabamos todos, se encogió de hombros se agachó sobre la mesa y firmó, detrás de él fuimos toda la compañía como corderos que llevaban al matadero. Aquel episodio tiró por tierra la idéa de ejército que yo había forjado en mi cabeza después de estar veinticuatro años entrando en mi casa por debajo de un cartel que decía: "EL HONOR SU PRINCIPAL DIVISA".
Años más tarde trabajando ya para la Telefónica, recibí un sobre dentro del cual había un carnet del Ejército de Tierra, con mi nombre, en el que, en caso de movilización, se me asignaba el grado de subteniente. Al carnet le acompañaba un escrito donde de nuevo se me recordaban los tan repetidos artículos del código de Justicia Militar, eran los años setenta, finales de la Dictadura, tiempos convulsos.
Ayer, de nuevo, a un colectivo de trabajadores, al parecer, tambien les leyeron esos artículos. Después de treinta años de Democracia, aquellas maneras totalitarias han vuelto de la mano del los socialistas. No podía ser de otra manera: "de casta le viene al galgo".
Los controladores, como en su día pasó con RUMASA, están siendo utilizados como chivo expiatorio de un gobierno debil, que en el mismo decreto donde militarizaba a este colectivo, decretaba la retirada del subsidio de desempleo - de supervivencia, diría yo-, o la rebaja de las pensiones. Quieren provocar a este colectivo para desviar la atención de los españoles de los verdaderos problemas de nuestro país.
Rubalcaba, como en el 11-M, lo ha conseguido. Todos hemos visto a ciudadanos indignados pidiendo la cabeza de los controladores. Todos justifican que los controladores trabajen, aunque sea a punta de pistola. Bueno chicos, pues conviene que sepais que todo es empezar.