jueves, 22 de septiembre de 2016

DICTADURA POR OMISIÓN

Quizá debería disculparme por la ausencia de más de tres meses de estas páginas. Se podría dar muchas interpretaciones, pero la realidad es que no me ha sido posible acumular la suficiente presencia de ánimo, como para escribir sobre una actualidad política disparatada. No es que me produjera asombro o indignación, aunque razones hay para tal cosa, no, todo era más simple, lo que realmente me embargaba era el aburrimiento.
He intentado analizar desde un punto de vista objetivo y ecuánime, las razones de la sinrazón que vivimos. He intentado llegar a las raíces del mal que nos embarga. Y así más de tres meses. No ha sido fácil llegar a conclusiones, e incluso después de todo no estoy seguro éstas sean acertadas.
No es posible que el estado de cosas que estamos viviendo sea, solamente responsabilidad de la clase política. Eso pretenden hacernos creer algunos populistas, que se presentan como algo nuevo, y a la primera oportunidad que tienen de demostrarnos que son algo distinto, nos encontramos con que son más de lo mismo, solo que cargado de bombo. Lo que ya sí sabemos es que los reformistas en esto de disponer de los fondos públicos, esos que se nutren con los impuestos que pagamos todos, no tiene complejos. Es que ellos son la esencia del pueblo y en consecuencia: todo para el pueblo… que soy yo y los parientes.
Es cierto que hay un problema de falta de liderazgo. Una clase política que se mueve solamente en clave demoscópica, de titulares de prensa artificiales y huecos de contenido, nunca podrá asumir el liderazgo de nada. La esencia del liderazgo es ir por delante y no por detrás del pueblo.
Recuerdo aquellos días de la Transición. En aquellos tiempos los partidos estaban tremendamente ideologizados. No eran organizaciones monolíticas, muy al contrario, estaban plagadas de corrientes y facciones. La situación económica era muy delicada, las huelgas se multiplicaban un día y otro. El terrorismo haciendo de las suyas. El bunker, la caverna. No podían darse peores condiciones para la actividad política. No digamos para la del gobierno.
Pero cada vez que se planteaba un problema grave, y empezabas a pensar cual sería la mejor solución, de repente, en la televisión escuchabas: “chan, chan” “Avance Informativo”, y allí aparecía un señor contándote la solución a la que habían llegado los políticos de ese momento, y que coincida bastante con lo que a ti te parecía lo más razonable. Y así día tras día, mes tras mes.  Avances informativos donde se relataban medidas y decisiones que nos fueron llevando a la senda de la democracia. Fuimos de la mano de aquellos hombres y mujeres. Sabíamos que casi todos se dejaron por el camino postulados ideológicos, en aras del consenso, pero aquellas renuncias les hacían más grandes, no sé si ante los propios, pero si entre los ajenos. Aquella clase política era respetada tanto por lo que consiguieron como por aquello a lo que renunciaron. Aquellos hombres iban por delante de nosotros.
Hoy, por el contrario, tenemos una clase política de marcado carácter funcionarial, donde el liderazgo se sustituye por la demoscopia. Se está sustituyendo el impulso del espíritu, por un algoritmo. Esa ausencia de liderazgo está dando lugar organizaciones tremendamente burocratizadas donde los luchadores no tienen ningún futuro porque dejan en evidencia al aparato. Son organizaciones que solo alumbran políticos “chusqueros”.
Claro y el problema está en que el político “chusquero” es la antítesis del político de raza. Es lo más parecido a aquellos políticos de la dictadura que denostaban la actividad política. Son políticos a los que les viene muy bien aquella frase de “Vd. Haga como yo y no se meta en política”. Bueno a lo mejor ahora se dice de otra manera: “tú no te metas en líos”, Te estás equivocando….etc.
Por tanto uno de los problemas, a mi juicio, es la falta de esencia, de calidad democrática de la clase política y de sus organizaciones. Yo diría más el problema es que no tenemos políticos. Tenemos funcionarios disfrazados… y ya sabemos que al funcionario solo le importa lo suyo, por más que diga estar al servicio de la gente.
Pero a pesar de esta carencia la cosa no sería tan grave si al menos hubiese un entramado social fuerte y activo, pero de eso andamos también mas bien escasos. En el aspecto laboral, los trabajadores no es que les hayan recortado sus derechos, eso no es lo más grave. Lo realmente grave es que no se cumplen, ni de lejos, los que todavía tienen. La escasez de empleo, por una parte, y unos sindicatos más pendientes de sus privilegios que de la defensa de los trabajadores, por otra,  hacen que hoy estos trabajadores estén más a la intemperie que nunca. Obligados a aguantar todo tipo de exigencias, ya sean de horarios, condiciones de trabajo o salariales. Punto y aparte merecen las grandes corporaciones, que a través de las subcontratas y la figura del autónomo ficticio, han encontrado la más novedosa de las maneras de explotación. O la de la encuesta de satisfacción, en la que se nos involucra  a los propios usuarios en ese sistema perverso de coacción. Es curioso pero en esas encuestas nos piden la opinión sobre la persona que nos atiende, pero no por la de la empresa suministradora, que puede ser muy distinta. Y ante todo esto, los sindicatos durmiendo la siesta. Como en el caso de los políticos se han transformado en funcionarios, financiados por el gobierno y la patronal.
En ese entramado social los medios de comunicación son un elemento clave en la denuncia y conformación de la opinión pública. Así era al menos hace unos años. Hoy esos medios en manos de empresarios sin escrúpulos, instalados en la soberbia y el poder, son verdaderas fábricas de dinero, en las que no importa cuál sea la cantidad de residuos tóxicos produzcan en su actividad. Por lo que a la política se trata, es escandaloso el sectarismo del que hacen gala, sin complejos, pero sobre todo sin vergüenza, manipulan, intrigan, difaman, o ensalzan y glorifican a las órdenes de capos cuyo fin no es otro que hacerse de oro. Eso sí, todos van de exquisitos y  la mayoría de izquierdas, que eso en la Moraleja o en La Finca viste mucho.
Algunos ingenuos han pensado que la solución está en las Redes Sociales. Pero es el caso que se han hecho tan masivas, que solo los que disponen de medios extraordinarios de presencia en las mismas tienen alguna posibilidad, y esos son los mismos que hemos enunciado en los párrafos precedentes. Las Redes Sociales tienen más de “redes” que de otra cosa. Donde los pobrecitos se quedan atrapados pataleando, mientras los poderosos las traspasan sin ninguna dificultad.
Por terminar deberíamos hablar de la educación, pilar donde los haya en la conformación intelectual, moral y social del individuo. En ese punto solo ver los informes que año tras año nos colocan un poco más atrás que el anterior, tanto en la educación general como en la universitaria. Esto no es otra cosa que la consecuencia del buenismo ñoño de una sociedad que no quiere hacer frente al hecho de que, en todos los aspectos de la vida solo el esfuerzo te lleva adelante. Que es en la escuela donde eso se debe inculcar, que es en la escuela conjuntamente con el hogar donde hay que enseñar a los niños que este mundo tiene sus dificultades y sus oportunidades, y que hay que saber superar unas y aprovechar las otras. Sé que conseguir eso no es fácil, pero se torna imposible cuando el colectivo de enseñantes se niega, por ejemplo, a los “exámenes blancos”. Exámenes que no suponen una traba para el alumno, pues no cuenta la nota, pero que nos da una idea de la calidad de la educación que estamos dando. ¿Por qué un colectivo docente se niega a este control de la calidad de su enseñanza?  Muy sencillo, porque ellos saben que la calidad no es buena y les puede poner en evidencia. Una renuncia más en beneficio de unos pocos y a costa de nuestro nivel académico, intelectual y humano. De la Universidad mejor no hablar, esa desde que empezó a caer en manos de la izquierda va de cráneo. Y ahora resulta que el malo es Wert, no podemos ser más memos.
Estos ejemplos nos ilustran sobre una sociedad desarmada, sin pilares, que está cediendo ante el empuje de innumerables intereses. Una sociedad perdida en una selva de mensajes cruzados, pero muy certeros para orientarla en beneficio de unos pocos. Una sociedad maniatada que impide a sus miembros desenvolverse en libertad. Una sociedad víctima de lo que podríamos llamar dictadura por omisión:La omisión en el ejercicio de sus responsabilidades de los representantes más notorios de esta sociedad, deja a sus miembros al capricho de los elementos más detestables de la misma. Lo que se configura en una verdadera dictadura que los españoles soportamos a diario en nuestra relaciones con las grandes empresas de servicios, bancos, administración pública, judicatura etc. El problema es que los españoles no somos ciudadanos de pleno derecho, somos siervos de una clase dominante que hace y deshace a su antojo, ante la pasividad de aquellos a los que hemos elegido para que nos defiendan.
A mi juicio la ausencia de gobierno es consecuencia de todo esto, pero no es lo más grave de lo que tenemos encima. El pueblo español debe poner manos a la obra, y como ya hizo en los setenta tomar la determinación, en este caso, de desenmascarar a los golfos que abusan de nuestro pueblo. Golfos que están no solo en la política, sino emboscados en toda la sociedad, en la izquierda, en la derecha, en el centro, en el populismo, en las ONGs, en las iglesias, en la empresa, en el comercio, en la cultura, en los bancos, en las instituciones por altas que estas sean, en los medios de comunicación, en los tribunales de justicia, etc. Somos los españoles los que cada uno en su ámbito debemos desenmascararlos, debemos sanear esta sociedad poniéndoles en evidencia, que el colmo es que algunos pasan por buenos.
Y a lo mejor hay que empezar hablando de España, bien y sin complejos, porque hay razones sobrada para hacerlo. Cuando puedo veo un programa que es un poco castaña: “Destino España”. Es un programa que se hace con personas venidas de las cuatro esquinas del Globo. Infinidad de nacionalidades, que estén en la región que estén, solo tienen palabras de elogio y  gratitud para España y los españoles. Y a muchos de nosotros cuanto nos cuesta hablar bien de lo nuestro. Cuando es para sentirse orgulloso y porque es el producto benéfico de generaciones de españoles que se partieron el espinazo para llegar donde ahora estamos.
“Esta España tal es como el paraíso de Dios. Es bien abonada de mieses, e deleitosa de frutas, viciosa de pescados, sabrosa de leche e de todas las cosas que de ella se hacen; e llena de venados e de caza, cubierta de ganados, lozana de caballos, provechosa de mulos e de mulas; e segura e abastada de castillos; alegre por buenos vinos, holgada de abundamiento de pan, rica de metales. E España sobre todas las cosas, es ingeniosa, y aun temida y muy esforzada en lid; ligera en afán, leal al Señor, afirmada en el estudio, palaciana en palabra, complida de todo bien; e non ha tierra en el mundo que semeje en bondad nin se iguale ninguna en fortaleza, e pocas ha en el mundo tan grandes como ella. E sobre todas España es abundada en grandeza; más que todas preciadas por lealtad. ¿Oh España, non ha ninguno que puede contar tu bien!”
Esto lo escribió Alfonso X El Sabio hace 750 años, y a mi juicio nada ha cambiado.