sábado, 14 de diciembre de 2013

PAGADOS DE SÍ MISMOS

La ruptura del PP con respecto a su electorado y a los grupos sociales que le sustentaban es una realidad que denunciaba en mi anterior artículo. Pero lo más grave es que esa ruptura se está produciendo con su militancia, con sus afiliados y simpatizantes, un grupo numeroso y abnegado de personas que han sido nuestro sostén, al menos cuando las cosas iban mal.
Esa ruptura se ha escenificado de manera nítida en el fracaso o no convocatoria de las comidas de Navidad, tradicionales desde que existe el partido. ¿Dónde quedan aquellas celebraciones donde se sobrepasaban sin problemas los mil quinientos comensales? ¡Cuando no teníamos poder! Cuando lo único que podíamos ofrecer era cariño y palmadas en la espalda.
Pero aquellas comidas y cenas eran el sustento emocional y hasta ideológico de muchos militantes. Era la manera de decirles a todos que pertenecíamos a una familia, Era la manera de infundir ánimos, de dar consignas, en definitiva de dar la cara.
Ahora en el poder, con todo a nuestro favor, lo aviamos con una Junta Directiva. Es decir: los instalados se juntan y se aplauden así mismos, sobre todo a la jefa, y se van a su casa tan a gustito.
Las razones se me escapan.
Puede ser una cuestión de comodidad. Es cierto que la asistencia a estas comidas era  difícil de llevar, en días en los que todo el mundo se mete en celebraciones. Pero hombre, si te traen y te llevan en coche oficial, tampoco la cosa es para tanto.
Puede ser por miedo al fracaso. A la gente le da por comparar: con las celebraciones del PSOE, con las propias de años anteriores, de unas provincias con otras…y aquí nadie quiere arriesgar el poco o mucho prestigio que tengan. Los líderes de quita y pon, mayoría en la actualidad, no arriesgan.
Puede ser por miedo a dar la cara. Estas convocatorias llevan mucho movimiento de teléfono, y a lo mejor hay que marcar el teléfono que días atrás no atendimos, porque teníamos muchas ocupaciones como para hacer caso a los plastas de los militantes. No digamos lo difícil que es el cuerpo a cuerpo, inevitable en estos sitios. Lo mismo hasta te sacan los colores. Y no digamos si salta algún francotirador.
En definitiva todos son inconvenientes.
Pero la verdadera razón no es esa, porque todo eso y más son capaces de hacer los dirigentes actuales de nuestro partido cuando a ellos les interesa. La razón es la fractura entre los dirigentes de nuestro partido y sus bases. No hay contactos con la militancia. Esa ausencia de contactos se hace más evidente en estas celebraciones de Navidad, pero es continua  y constante a lo largo del tiempo.
Los actuales dirigentes pagados de sí mismos, se creen que sacaron los puestos que tienen por oposición, o por méritos, y no al partido que los sustenta. Por eso detestan la relación con las bases. Por eso evitan los contactos con ellas. Son los únicos que les pueden recordar por qué están ahí. Estos que cuando vengan mal dadas, se irán a su casa; donde estaban cuando la guerra de Irak, o el 11-M, a disfrutar de las ventajas y prebendas acumuladas en su mandato.
En definitiva no hay partido, no hay un grupo social e  ideológico. No lo hay porque no quieren que lo haya. No lo necesitan, porque cuando el mandar se termine ellos desaparecerán. Tienen lo que necesitan, un grupo de capataces y furrieles a órdenes. ¿Para qué más?

jueves, 28 de noviembre de 2013

HARTAZGO

Comentaba en mi anterior artículo, referido a la mediocridad, la semejanza entre los dos partidos mayoritarios. Ya es malo equipararse al PSOE en semejante cuestión, pero más grave es hacerlo en otras, de las que estamos teniendo en los últimos días más de lo que podemos soportar.
 La renovación del Consejo General del Poder Judicial, al margen de suponer una burla hacia los ciudadanos españoles, y especialmente a los del PP, partido que prometió hasta la saciedad respetar la independencia de los jueces, y muy especialmente en lo que hacía a la elección de este órgano, ha dejado al descubierto algo mucho más grave: la asunción por parte de nuestro partido de la hoja de ruta que Zapatero diseñó con la ETA.
 Ahora nos explicamos las prisas de Marlasca, no es que quisiera excarcelar a los presos de ETA cuanto antes, incluso antes de recibir la comunicación del auto del tribunal europeo, no, lo que tenía es que asegurarse cuanto antes el puestecito que le tenía preparado el gobierno de Mariano Rajoy. 
Ya no sirven declaraciones grandilocuentes, ni fotos con las víctimas, ni lavarse la cara llevando a Jaime Mayor como cabeza de la lista al Parlamento Europeo, o a Mari Mar Blanco, que menudo papelón está haciendo la niña, al senado; nada de eso sirve ya, todo está claro hemos cedido ante la ETA. ETA, por más que el ínclito Fernández diga misa, y no entrecomillo -decir misa- intencionadamente, ha ganado. La cesión ante la banda es evidente. Han ganado. 
Cuando estaban al borde de la asfixia, Zapatero les dio oxígeno, y una vez recuperados, nosotros les hemos sacado a la calle. En lo peor, nos hemos equiparado al peor PSOE de la historia reciente de España. Nos hemos abrazado al PSOE, para dejar en la cuneta, a las víctimas. Ya sé que la Razón de Estado justifica muchas cosas, pero casi siempre cuando se invoca, se hace para justificar lo indecente o lo inmoral. En este caso es evidente. 
 Hay otro dato: cuando fuerzas políticas dispares se ponen de acuerdo en algo en España, casi seguro que es para repartirse una prebenda, o para tapar la corrupción. De todo hay en las cuestiones que estamos tratando, en la renovación del Consejo hay de las dos cosas: nepotismo, y corrupción moral a espuertas. Es imposible caer más bajo.
 Pero se equivocan los que se crean que no pasa nada. Solo hay que estar en la calle para palpar la indignación del pueblo llano sobre el particular. Nunca he visto tanta. No solo por la injusticia que representan estos hechos, sino por el ridículo y la sensación de cobardía de nuestros gobernantes. Se les ve acobardados, repitiendo como máquinas, lo todo el mundo sabe que es mentira: que se ha derrotado a la ETA. Están de los nervios. Me dicen que los concejales del País Vasco vuelven a tener escolta, y es que ellos saben que como alguno se les vaya de las manos, ni siquiera la Moncloa servirá para esconderse. 
Ya sé que de esto, nuestros compañeros de partido no se enteran. Ellos están en la moqueta, rodeados de mediocres que hacen méritos ensalzando sus figuras de sacrificados de la causa, sufriendo la ingratitud de un pueblo que no sabe valorar lo que para ellos supone tirar por la borda sus principios, sus convicciones y su programa electoral. No saben los conflictos de conciencia que a diario tienen que superar. La nómina, el coche oficial, la tarjeta de crédito, los privilegios, son solo alivios temporales de la zozobra que para ellos supone llevar a cuestas ese sambenito de oportunistas.
 Rajoy todo lo cifra a la recuperación económica, pero se equivoca, el pueblo español es mucho más maduro y mucho más digno, que la mayoría de los que ocupan puestos de responsabilidad. Y por esto que nos están haciendo pasar no lo traga. Solo será necesaria una chispa, por pequeña que sea, para que estalle la indignación que este pueblo lleva acumulada demasiado tiempo.
 Mariano si querías amnistiar a los de la ETA, sal a la calle y explícaselo a los españoles, a lo mejor hasta lo entendemos, pero no nos hagas pasar por tontos.

martes, 12 de noviembre de 2013

SOLAZADOS EN LA MEDIOCRIDAD

La polémica suscitada por las becas Erasmus es para hacérnoslo ver. Para que en el Gobierno le dedicara un ratito en orden a sacar conclusiones sobre su incapacidad para llegar a la gente con medidas que, por más que sean razonables, terminan dejándoles a las “patas de los caballos”.
Que yo sepa, las becas Erasmus se conceden a estudiantes que durante uno o dos cuatrimestres cursan sus estudios en el extranjero. Los estudiantes en cuestión deben pagar de su bolsillo, mejor dicho del de sus padres, la cantidad necesaria para su alojamiento, manutención, viajes y demás gastos. La cosa no debe bajar de los mil euros mensuales. Bien, pues a esas familias dispuestas a gastarse entre cinco mil o diez mil euros, según los casos, el Gobierno, es decir todos los españoles, además les damos una beca de alrededor de cien euros.
Parece ser que el Ministerio de Educación quería reducir esa pequeña parte, y acumularla para dotar becas de mayor cuantía para estudiantes sin esos medios económicos. Resumiendo el gobierno quería potenciar la asistencia a esos cursos de estudiantes sin recursos.
Yo me pregunto en primer lugar: ¿si es de recibo que los españoles tengamos que pagar los estudios en el extranjero de cualquier joven que ya cursando estudios universitarios en España nos cuesta una fortuna, por mucho que suban las tasas?
¿Si pudiendo disponer de determinadas transferencia de Europa para ese menester, no se dediquen a estudiantes que por sus méritos y sus limitaciones económicas, tengan justificada esa beca, que debería cubrir la totalidad de los gastos? En ese sentido iba la medida tomada por el Ministerio de Educación.
Todo este revuelo se ha armado porque el Ministerio pretendía quitar sesenta o setenta euros a unas decenas de miles de niños de papá.  
Pero lo más grave del caso es la reacción de ese Gobierno, de los llamados barones, y del propio partido, ante una medida razonable, justa, y de marcado carácter social. Lo grave es que las opiniones de unos cuantos jóvenes con ganas de hacerse notar colgando unos videos en YouTube, sean capaces de desequilibrar un Gobierno que además, como en este caso, hace las cosas con criterios racionales.
¿Cómo es posible que este partido tenga tan poca capacidad de reacción ante esos acontecimientos, en esas propias redes sociales? ¿Cómo nadie en el Ministerio se ha ocupado de poner sobre la mesa la extracción social de todos esos niños que se van de Erasmus? ¿Cómo no somos capaces de mandar a una productora a esos destinos para hacer un programa, de esos que nos dedica la Sexta, para descubrir la verdadera realidad de esos estudiantes? ¿Alguien se dedica a trabajar en el PP sobre estos temas, y otros parecidos? ¿Es verdad el PP tiene las redes sociales dejadas de la mano de la izquierda, porque los hay en Génova que no saben cómo se enciende un portátil?
El problema de Wert es que pretende, a través de la educación, sacar a este país de la mediocridad en que la han instalado años de socialismo. Ese igualar por abajo a todos, que es el santo grial del socialismo, solo encierra la mediocridad que florece por todos sitios.
 Hace unos días leí unos capítulos de la encíclica Rerum Novarum, el primer bastión que se opuso al socialismo emergente allá por el año 1891 .León XIII ya indicaba en aquellas fechas que el igualitarismo no hacía progresar a los pueblos. Hay que dar oportunidades a todos, pero hay que potenciar a los mejores. Solo la conjunción armoniosa de unos y otros hará  avanzar a la sociedad. Algo parecido decía el Papa Francisco en una entrevista que le hacía un socialista, Chris Mathews. Decía el entonces cardenal Bergoglio: “Ustedes destruyen el incentivo del hombre, para, inclusive, hacerse cargo de su familia, un crimen contra la naturaleza y contra Dios. Esta ideología crea más pobres que todas las corporaciones que ustedes etiquetan como diabólicas”.
Es en ese “café para todos”, solaz de mediocres (solo hay que ver la catadura intelectual de muchos rectores), donde los demagogos de la izquierda tienen montado su chiringuito reivindicativo de tres al cuarto; donde la parroquia progresista sobresale a fuerza de crear a su alrededor un desierto cultural. Estos no quieren excelencia, no quieren nivel académico, ni tan siquiera quieren esa mínima cultura que permita a cualquier ciudadano descubrirles como vulgares charlatanes de feria.
Pero lo más grave es que esa enfermedad está haciendo fortuna en el Partido Popular. Cada vez nos parecemos más a ellos. No es que seamos víctimas del complejo de izquierdas, no solo eso, es que estamos empezando a ser beligerantes en la mediocridad, por eso Wert tiene problemas en el partido, porque no se resigna a renunciar a un principio que es consustancial con el verdadero progreso: el esfuerzo debe tener recompensa. Los que tiran del carro con más fuerza deben tener la consideración de todos.
Es que no nos engañemos: si da lo mismo tirar del carro que no tirar, el carro se para. Y luego no nos quejemos de que hay mucho paro, que cada vez se gana menos. Si lo único que podemos ofrecer es mano de obra, pues tendremos que competir con los que solo pueden ofrecer mano de obra, y de esos hay muchos por todo el mundo, y dispuestos a trabajar por mucho menos de lo que nosotros ganamos.

Tenemos un grave problema, que hay que estar ciego para no verlo. En Asia se está dando una conjunción preocupante, mano de obra muy barata y un pueblo ansioso por la educación, dispuestos a cualquier sacrificio por abandonar la condición de obrero sin cualificación. Esa gente criada en la escasez y el sacrificio, en unos años se comerá el mundo. Nosotros si no somos capaces, con nuestro esfuerzo, de mantener la distancia que todavía tenemos sobre ellos, seremos desbordados.

martes, 22 de octubre de 2013

LOS SINDICATOS



La crisis económica es como el agua que llena un estanque y que se está escapando por las grietas de la pileta. El agua según va bajando de nivel deja al descubierto los restos de años de acumulación de desperdicios. Cuando el agua llega al fondo el espectáculo es insoportable, por los residuos que allí se observan, inconcebibles  en un estanque de agua. Restos de todo tipo y condición hacen el ambiente irrespirable por el hedor, e insoportable por lo que representa: años de acumulación de inmundicias que se arrojaron en aquel estanque en la convicción de que el agua taparía tan dantesco espectáculo.
El estanque podría representar el sistema democrático español, y los detritus las consecuencias del sistema político. Poco a poco se fueron depositando corrupciones, prebendas, abusos de poder, injusticias, nepotismos, robos puros y simples, que depositados uno a uno en aquel estanque parecían no tener importancia. Pasaba el tiempo y como el agua no faltaba nadie se cortaba en acumular residuos. Muchos veían lo que estaba pasando, incluso si mirabas el estanque a través del agua turbia se podían observar los restos, pero nadie quería mojarse, nadie quería vaciar la pileta. Ni jueces, ni políticos, ni fuerzas sociales, ni medios de comunicación, querían pasar por ser los que rompieran el consenso que se estableció entre las diversas fuerzas políticas y sociales  para repartirse las ganancias.
Todo esto se sabía y todo se tapó.
Escribo estas líneas por lo que está apareciendo en la prensa sobre los sindicatos, y una vez más, como ya he escrito en otras ocasiones sobre las fuerzas políticas, el cinismo hace acto de presencia.
¿Pero es que nadie sabía que los EREs eran una fuente de financiación de los sindicatos? ¿Pero es que nadie sabía que los cursos de formación eran un pretexto para allegar fondos? ¿Pero es qué nadie sabía que a esos cursos solo había que apuntarse, que nadie se encargaba de comprobar si los cursos se hacían y de qué forma? ¿Pero es qué no conocemos todos la afinidad de las empresas que vendían esos cursos con los sindicatos y los partidos de la izquierda? ¿Acaso no podríamos enumerar cada uno de nosotros media docena de nombres?
El problema reside en que las instituciones que la Constitución prevé como instrumentos de participación del pueblo en los asuntos del Estado; y otras, no menos importantes, en orden a mejorar la convivencia: partidos, sindicatos, judicatura, medios de comunicación social, administración pública, organizaciones sociales,  que se suponen al servicio de los ciudadanos, hace tiempo que solo están al servicio de las castas que los dirigen. 
Y digo castas, porque sus dirigentes hasta hace no mucho tiempo, eran producto de la democracia interna, imperfecta sin duda, pero democracia al fin y al cabo. Hoy no lo son. Los aparatos lo controlan todo, y los que están son producto de una especie de aristocracia,  a la que se accede por múltiples caminos, pero ninguno que tenga que ver con el trabajo serio, las convicciones profundas, la honestidad intelectual y la otra, la afinidad ideológica, la cercanía al electorado, y otras virtudes que deberían adornar a nuestros representantes; y si tiene mucho que ver con las horas de antedespacho, de  pasillo, de palmaditas en la espalda y seductores susurros al oído del jefe.
Hoy los partidos están más al servicio de ellos mismos que de sus electores. Los sindicatos están más al servicio de sus aparatos que de los trabajadores. Los medios de comunicación más al servicio de su cuenta de resultados que de la verdad. Los jueces más pendientes de su carrera que de las sentencias. Y así podríamos seguir con muchos más ejemplos de este entramado político, social y administrativo de intereses compartidos, en el que el interés por el ciudadano es meramente enunciativo.
Una oligarquía cada día más fuerte, más soberbia, más impune y desvergonzada, que se ha puesto España por montera y al pueblo español como galopín de sus caprichos.






domingo, 6 de octubre de 2013

HOMBRES DE ESTADO


 Franklin Delano Roosevelt, en las vísperas de las elecciones presidenciales de 1940 en las que concurría como candidato para la reelección, se encontraba en la difícil situación de una Inglaterra asediada por un Hitler imparable; y el pueblo americano mayoritariamente partidario de la neutralidad, consecuencia de los malos recuerdos de la guerra del 14. Época magníficamente recogida en la película “Tal como éramos”, sin duda la mejor actuación de Barbra Streisand y Robert Retford.
En aquellos momentos previos a esas elecciones, Roosevelt, a pesar de los riesgos que corría de perder la reelección, utilizó todo tipo de artimañas para ayudar a una Inglaterra exhausta. El bombardeo de Pearl Harbor, resolvió la situación, obligando a Estados Unidos a entrar en la guerra. Roosevelt ganó cuatro elecciones la última unos meses antes de morir de un derrame cerebral.
Sin duda acciones como estas demuestran la grandeza de aquellos hombres que se juegan toda su carrera política, en aras de sus convicciones. Contra aquella mayoría que se manifestaba partidaria de la neutralidad, el presidente supo mirar por encima de las voces de su pueblo, para ver el colapso que se avecinaba, y obrar en consecuencia.
Que en España tenemos problemas no es noticia. Los tenemos y gordos, pero sería miope no ver que los más importantes son los de índole económica. Tampoco son los derivados de la corrupción: esa corrupción ha estado a la vista de todos durante lustros y nadie se dio por aludido. Lo más grave de lo que nos está pasando es la escasez, por no decir la inexistencia, de hombres de estado.
No me estoy refiriendo a grandes hombres de estado como el del ejemplo precedente. Me estoy refiriendo a esos hombre que en su concejalía, ayuntamiento, parlamento, gobierno local, regional o nacional está dispuesto a sacrificar su futuro, por hacer avanzar a su país región o pueblo, y más aún, nunca tomará una decisión perjudicial para la cosa que gobierne por más que a él le perjudique personalmente. Esos hombres y mujeres entregados en cuerpo y alma a un ideal, a un fin, al bien común.
Esos hombres se dieron e miles en la Transición. No solo en la política, en los sindicatos, en la administración, en la empresa. Todo el pueblo sabía que tenía que renunciar a algo para que todos siguiéramos adelante, Todos teníamos que sacrificarnos, para superar la difícil situación de aquellos momentos. Adolfo Suárez fue la cabeza visible de aquella hazaña, pero él nada hubiera podido hacer sin el concurso decidido de todos los españoles.
El problema de la España actual es precisamente la ausencia total de esos valores en la clase dirigente, sean políticos, empresarios, sindicalistas, banqueros, medios de comunicación y demás “fauna pudiente”. Y un pueblo desarmado moralmente, que ha dado la espalda a esta situación, y esto es lo más grave, en la convicción de que nada se puede hacer.
Los únicos que se mueven son aquellos que se llaman representantes de quien no lo son, pero que tienen a su favor la manipulación sistemática de los medios de comunicación, para multiplicarlos hasta el infinito. Pero solo son un espejismo inducido por intereses bastardos.
El cortoplacismo, la vileza moral, el egocentrismo, la ausencia de ideas, la carencia de ideologías, la fatuidad engreída de mindundis venidos a más, la política como salvavidas y otros males se enseñorean en los personajes que pretenden gobernarnos. Han perdido la vergüenza y el pudor, todo les da igual con tal de seguir viviendo de esto. A lo más que podemos aspirar es a un gestor de mediana capacidad, para llevar el día a día. Nada ha cambiado, seguimos gastando dinero a manos llenas en alimentar un estado antropófago, que como el Zeus mitológico no dudará en devorar a sus hijos con tal de asegurar su supervivencia.
Nadie que ilusione, nadie que se ponga  a la cabeza, nadie que dé ejemplo, todos en el parapeto de la necesidad inevitable. Pero esas necesidades que están esquilmando nuestros bolsillos, no impiden las obscenidades de los coches oficiales, de los cargos de confianza, de las asignaciones escandalosas a los grupos políticos, de colocar a la parentela a toda costa, ¿en que quedaron los menús de 20 euros de Cospedal? ¿Dónde dejaron la vergüenza si es que alguna vez la tuvieron? ¿Qué grandezas podemos pedir a semejantes personajes?
La izquierda y la derecha a la greña desde el siglo XIX ¿por qué no copian de Alemania? ¿Cómo es posible que el único discurso de unos sea la destrucción de lo que construyen los otros? ¿Qué pasó en la Transición?: pues debe ser que nos volvimos todos locos, que por un espacio de tiempo este Pueblo se llenó de hombres de estado. La locura duró poco tiempo, e inmediatamente la Derecha y la Izquierda se pusieron de acuerdo para inmediatamente llevarnos a la cordura. La cordura de los aparatos, de la corrupción material y moral, del más tonto arriba para que no me dé problemas.
Y algunos se asombran de lo que está haciendo Más, ¿es que hace algo distinto de lo que hacen otros? ¿A caso el Estado Español le interesa a alguien, si no es para ordeñarlo hasta que salga agua de las ubres?




martes, 17 de septiembre de 2013

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

Hace unos días entraba a visitar a un familiar en el hospital de La Paz, cuando me abordaron los miembros de un piquete informativo que estaba recogiendo firmas a favor de la “Sanidad Pública”. Les dije que no iba a firmar porque era partidario de la gestión privada de la Sanidad: “el primero que nos dice semejante cosa” me espetaron;  “y si queréis os lo explico” les contesté yo. Se quedaron un poco pensativos calculando si merecía la pena dedicarme siquiera unos minutos. “A ver como lo explicas”, me dijo una chica con una actitud de incredulidad. “Por resumíroslo en una frase, os diré que en la gestión pública de la sanidad hay más negocios privados que en la propia gestión privada”. Lo entendieron a la primera.
La gestión privada de los servicios tiene ventajas evidentes: en primer lugar sabemos lo que nos cuestan, cuestión esta importante a la hora de asignar los recursos. Por el contrario en la gestión pública el coste del servicio es difícil de acotar, pues aunque se asigne una cantidad en el presupuesto, esta se hace generalmente incrementando la del año anterior. No hay “presupuesto base cero”. Esa cantidad a lo largo del año se ve alterada con todo tipo de modificaciones presupuestarias, producto de necesidades no previstas, creadas o ficticias, que hacen que la partida inicial se parezca poco o nada a la que resulta a final de año.
En la gestión privada existe un pliego de condiciones que ajusta exactamente las obligaciones del adjudicatario del servicio. El supervisor público, por tanto, puede exigirle al adjudicatario el cumplimiento de todas y cada una de sus obligaciones. En el caso de la gestión pública el gestor público tiene que exigirse a sí mismo el cumplimiento de esas obligaciones, lo que es harto difícil.
En la gestión privada las condiciones en que se prestan los servicios se fijan de antemano, solo se pueden modificar previa negociación entre el adjudicatario y el supervisor. En la gestión pública las condiciones de prestación de los servicios se hacen, según mejor convenga a la Administración: circulares, órdenes, directrices sin ningún rango jurídico, frecuentemente, dejan la normativa legal  aprobada en el Parlamento irreconocible. Más por si eso no fuera suficiente al funcionario público siempre le quedará el “cartel”; institución sacrosanta que deja las condiciones de prestación de muchos de esos servicios a la conveniencia de la persona encargada de su gestión.
Pero donde la gestión privada se ve más eficaz es a la hora de resolver conflictos entre el adjudicatario y el usuario. En el caso de conflicto con el adjudicatario, el ciudadano tendrá de su parte un pliego de condiciones claro, y además al supervisor público, pues si no fuera así se le “vería el plumero”. En el caso de conflictos, cuando la gestión es pública, el usuario tiene en su contra todo el peso del poder público. Es más, si el conflicto tuviese alguna relevancia política, además tendrá enfrente todo el poder político. Es frecuente ver como los recursos ante la Administración son papel mojado que no son contestados, o lo son con cartas tipo en las que no se entra en el fondo del asunto, quedándole al usuario solamente la salida de los tribunales. “Si no está de acuerdo se va al contencioso” frase típica de quienes no sienten tener ninguna responsabilidad ante los ciudadanos, o si la sienten como nadie se la exige, pueden hacer uso de tanta soberbia administrativa como les venga en gana.
En la gestión privada las relaciones entre empresa y trabajadores se hace en base a la legislación vigente y a los convenios colectivos. En la gestión pública el compadreo, en unos casos, y los intereses políticos en otro, dejan al pie de los caballos a los propios administradores públicos que sopesan mucho enfrentarse a sus responsabilidades cuando no tienen seguro si sus superiores, en ocasiones políticos, no les van a dejar con el culo al aire.
En la gestión privada hay objetivos y si no se cumplen se piden responsabilidades. En la pública a lo mejor también los hay, en muchos casos no; pero si habiéndolos no se cumplen no pasa nada.
Y por último, no podemos dejar de destacar un punto de suma importancia. El sentido patrimonialista que tienen a menudo los trabajadores públicos del puesto que ocupan. Aquello es suyo…para lo bueno, que para lo malo es de todos. Aquí me viene a la memoria una anécdota personal. Cuando el PSOE de Toledo contruyó, previo regalo del crédito, su sede de Santa María la Blanca; la Junta de Comunidades presidida por Bono les hizo otro regalo, el proyecto de remodelación de la plaza del mismo nombre que le da entrada. En esa tesitura me asombró la actitud del arquitecto municipal de Toledo cuando en la Comisión de Urbanismo de ese ayuntamiento,  protestó enérgicamente porque él no había sido el autor del proyecto. Solo él se creía autorizado a diseñar Toledo.

No es una cuestión ideológica lo que aquí se plantea, por más que la izquierda pretende lo contrario, es una cuestión de eficiencia. De que se presten los servicios sin necesidad del expolio tributario a que nos tienen sometidos. Y esto lo sabe la izquierda. Lo que ocurre es que la gestión pública les viene a ellos muy bien, para cumplir su sacrosanto objetivo: vivir del Estado lo mejor posible. ¡¡Guerra colócanos a tóos!!

sábado, 31 de agosto de 2013

..Y AHORA SÍRIA



Reconozco mi incapacidad para entender la dinámica del mundo musulmán. Ése afán de matarse entre ellos y a los que pillan de los alrededores, en orden a no se sabe que criterios de carácter teológico, me perece carente de todo lógica. Esa actitud parece mas propia del  fanatismo que hace mucho tiempo abandonaron otra confesiones religiosas, entre ellas el cristianismo.
No creo que haya confesión alguna que justifique la muerte de nadie, ni el martirio de los propios, sobre todo cuando se busca ex profeso. No creo que haya confesión alguna que tuviera en sus orígenes la maldad, la muerte, la opresión o la injusticia. No creo que los profetas que dieron origen a estas confesiones, tuvieran en su fuero interno otro fin que la riqueza espiritual, la justicia, y sobre todo la defensa de la vida. 
Históricamente ha ocurrido que las confesiones religiosas han sido motivo, o pretexto, para todo tipo de desmanes, generalmente orientados a conseguir el poder. Resultan incomprensibles episodios de la Iglesia Católica, si no son vistos desde la óptica de la ambición humana por la riqueza y por el poder. Sobre todo porque la primera conduce a la segunda. Las grandes construcciones religiosas, las obras de arte que las adornan, la riqueza que realza su belleza, no tiene como objetivo realzar la grandeza de Dios, Él ya es grande por definición. Ese derroche solo tiene el objeto de hacer sentir a los feligreses el poder de los representantes de esa Iglesia.
Solo la cultura y la información han ido sacando a los deudos de las distintas confesiones religiosas de su dependencia absoluta, para pasar a ser un aspecto de la vida más o menos importante, pero en todo caso, perteneciente al ámbito personal o familiar. Y a mi juicio esa es la gran batalla que se está produciendo en el mundo musulmán.
En el mundo musulmán se están enfrentando dos tendencias, los que quieren adaptar sus creencias a los cambios de los tiempos, y aquellos que quieren seguir anclados en el siglo XII.  No creo sea tanto un problema de Chiitas o Sunitas, cuanto de quienes quieren mantenerse en el pasado, so pretexto de una pretendida pureza teológica, y los que quieren poder vivir una vida adecuada a los tiempos que corren. Todos con la sana intención de acaparar el poder. 
Dudo que el talibán que mata a una chica por enseñar a leer, desprecie el medicamento que le ofrezca una enfermera para quitarle el dolor de muelas, o una operación a corazón abierto en un quirófano supermoderno, cirujanas incluidas, que le pueda salvar la vida. Solo se trata  de alardes de poder: bien sea sobre las mujeres que quieren enriquecerse con la cultura, o contra una comisaría de policía, como exponente uniformado de respeto a leyes de carácter civil, con un coche bomba.
Se trata de dejar claro quién manda. Luego, eso se puede justificar con interpretaciones del Corán, con los suras, o las aleyas; pero lo que se pretende no es la salvación de las almas, sino la permanencia en el poder.
Se ha visto claro en Egipto, cuando llegaron los Hermanos Musulmanes, en vez de gobernar para todo los egipcios, se dedicaron a poner piedrecitas para montar su parcela teocrática. Pero en ese país había la suficiente tradición de modernidad para pararles en seco. Magnífico pretexto para un ejército que es un estado dentro del propio estado egipcio. Otro pretexto.
En Turquía  Erdogán, anda con más tiento, por la tradición laica del estado creado por Ataturk, y por la presencia de un ejército de una importancia estratégica, para Occidente, muy importante. Lo de crear piscinas separadas para distintos sexos en las olimpiadas, tiene toda la pinta de ser un guiño a la galería, que demuestra las dificultades para hacer reformas de más calado. Y de paso quitarse de encima unas olimpiadas que supondrían una invasión de modernidad que este señor no parece desear.
Por eso no creo en las bondades de la llamada "primavera árabe". Se están produciendo levantamientos contra regímenes totalitarios, bien es cierto; pero para ser sustituidos por otros a los que no se ve claro vayan a ser mejores que los que estaban.
Y en medio de ese batalla campal el pueblo llano que seguro que les da lo mismo los chiitas que los sunitas. Que solo desean vivir en paz, disfrutando de sus creencias religiosas sin que tengan necesariamente que ser motivo de muere y miseria.
Pero lo que es inconcebible es que Occidente se meta en esos avisperos, para poner orden. El gaseo de los civiles sirios, siendo un acto reprobable, no lo es menos que las muertes de miles de personas  que a diario son víctimas del hambre ante la indiferencia occidental. ¿cómo se justifica el rigor de Occidente en el caso de Siria?. El mismo Occidente que mantiene el status quo en numerosos países, donde sus ciudadanos carecen de todo, mientras hacen sustanciosos negocios con los déspotas que les gobiernan.
Ya escribí en este blog sobre las razones de las intervenciones en Libia y Mali: la protección de los intereses de Francia en el área económica del franco C.F.A.  Me temo que lo de Siria sea algo parecido. 
Al final, posiblemente, el problema para los habitantes de estos países, estén en uno o en otro bando, sea que la diferencia con respecto al siglo XII solo sea de apariencias.





jueves, 22 de agosto de 2013

FINANCIACIÓN IRREGULAR


Se está hablando mucho de la financiación de los partidos, y asombra las pocas ganas de los habladores del tema en clarificar la evidente realidad de este, siempre, espinoso asunto.
Habría que empezar diciendo que hay dos tipos de financiación en las organizaciones políticas: la que tiene que ver con el funcionamiento ordinario de los partidos, que por lo que tienen de ordinaria suele proceder de ingresos periódicos, como son las fichas de los militantes, las cuotas a los cargos electos, y las transferencias de los grupos institucionales en ayuntamientos, diputaciones, cortes regionales, Congreso y Senado.
En estos casos es difícil la financiación irregular, pues tanto el presupuesto de ingresos como el de gasto están muy controlados por todo tipo de auditorías. Bueno siempre cabe una pequeña trampa, como fue el caso, por poner un ejemplo, de la sede de Santamaría la Blanca del PSOE de Toledo que se construyó con un préstamo de diez millones de pesetas de CCM que posteriormente les fue condonado. Ahora que Rubalcaba habla tanto de la financiación del PP debería saber que la sede de Toledo se hizo con cargo a la Obra Social de CCM que solía ser la destinataria de los superávits de esta entidad.
El problema se plantea peliagudo cuando hay que hacer frente  los gastos de las campañas electorales. En estas ocasiones es cuando el desmadre hace su aparición. Es asombroso ver como se pierde la media y el tino en gastos que influyen mucho menos de lo que pensamos en los resultados electorales... pero eso cuéntaselo a los líderes, y a sus asesores, no hay manera de meterles en la cabeza de inutilidad de tanto gasto. Cuando está en juego el Poder todo vale, hasta tirar el dinero. Y bien que lo tiran.
La financiación de esta vorágine de gasto, difícilmente puede ampararse con recursos electorales de recibo, como son las cantidades transferidas por el Estado en función de los votos obtenidos en las elecciones precedentes. Cantidades que además limitan el tope de gasto de cada formación política. Ese jolgorio de gasto solo puede ampararse desde la financiación irregular que hace su aparición en las campañas electorales y que está a la vista del todo el que lo quiera ver.
Cualquier ciudadano que salga a la calle en el transcurso de una campaña electoral, a poco informado que esté, debería darse cuenta de que ese despilfarro solo puede tener un origen cuando menos dudoso. Pero eso que salta a la vista de cualquiera, lo está también a la vista de los jueces los fiscales y sobre todo de los medios de comunicación, que son los más importantes destinatarios de tanto derroche.
Las campañas electorales son sobre todo campañas de comunicación, por tanto es lógico que sean los medios de comunicación, en su acepción más extensa, los receptores de tan ingente cantidad de recursos. 
Vallas publicitarias, marquesinas, autobuses, cuñas en radio y televisión, faldones en prensa escrita, vehículos sedes de campana, personal, escenarios , iluminación, megafonías, buzoneos, merchandaising, autobuses para llenar los mítines, legiones de comunity manager, encuestas. Millones de euros gastados en convencer que, parece ser, nadie se pregunta de dónde salen.
Asombra el rigor de tertulianos y comentarista de todo tipo y condición, haciéndose de nuevas cuando de las cuentas del PP se trata. No sé porqué tienen que esperar a lo que diga Bárcenas.Yo les animaría a consultar con los departamentos  comerciales de sus empresas para comprobar cuánto dinero se gasta en las campañas citadas. Comprobarían que el PP no gasta más que otros muchos. Que todos sobrepasan los topes de gasto.  Pero también comprobarían que para disimular ese dispendio, en ocasiones, se cambian los conceptos de facturación, e incluso el titular de la factura. Vamos que son colaboradores necesarios para llevar a buen puerto este desmadre. Eso sí también comprobarían que sin esas macrocampañas su cuenta de resultados se vería mermada sensiblemente.
Por supuesto que esas preguntas se las deberían hacer los partidos que tanto nos critican; que todos, en mayor o menor medida, “pisan el mismo cable”. Y digo todos. Hasta los de IU que van tan de honestos por la vida. Lo de éstos es más largo de explicar, por eso mejor dejarlo para otra ocasión.