jueves, 18 de abril de 2013

CARTA A MARIANO RAJOY


Si alguien está haciendo bueno el dicho: “Usted haga como yo y no se meta en política”, ese eres tú: Mariano Rajoy.
La sensación de falta de control, de dirección, de liderazgo es desesperante. No hablo como militante del PP, que lo soy y a mucha honra, lo digo como simple ciudadano, que puso en tus manos su pequeña parcela de poder para que tú la administraras con cierto nivel de compromiso, claro está.
Lo que, día a día, estamos viendo no puede quedar sin respuesta o, al menos, sin alguna explicación. La sensación de que España es la casa de “tócame Roque”, donde cada uno hace y dice lo que le da la gana sin consecuencia alguna es inadmisible en un sociedad a la que se la supone democráticamente avanzada.
Pero más grave de lo que está  ocurriendo es la actitud de los que se suponen que tenéis que dar la cara. ¿Quién da la cara por este país? Ya sé que, en nuestro partido esto de dar la cara está mal visto. ¡Que me lo digan a mí, que,  como único argumento de Cospedal para mandarme a mi casa, fue ese de “es que tu cara está muy vista”! y ¡vive Dios que era cierto! No te imaginas lo que había que dar la cara para conseguir llenar el salón de actos de la Caja de 350 butacas para que viniese el entonces Secretario General a decir alguna cosa, cuando el Prestige o la guerra de Irak. Pero estamos hablando de España, no de un partido, y de los que, más que votarte, confiamos en ti.
¿No ves el acoso al que se está sometiendo al partido sin razón alguna? ¿No te das cuenta de que la izquierda no dejará nunca que la derecha gobierne, aunque sea a costa de romper las reglas del juego e incluso por encima del Imperio de la Ley? ¿Es que no te das cuenta cómo pagamos los de la derecha nuestros errores y cómo los pagan los de la izquierda? ¿No te das cuenta que al presidente del Tribunal Supremo se lo cargan por un menú en un hotel de cuatro estrellas, y su sustituto dice que lo de los escraches no es para tanto? ¡Claro, es que el primero era de misa diaria! ¿Es que no te das cuenta de que  Camps, después de tres sentencias favorables por tres trajes y pagar con el puesto que había ganado de calle en las urnas, todavía es víctima de los que le condenaron antes de tiempo? ¿Es que no te das cuenta del roto que le están haciendo a la Familia Real, imputando a todo el consejo de administración de Noos, cuando en las ruina de las Cajas de Ahorro, como mucho, se imputa al presidente y al secretario general, por poner tres ejemplos de distintas instituciones? ¿Es que no te acuerdas del Prestige?
¿Es que no hay nadie que diga que los follones en la educación y la sanidad vienen derivados fundamentalmente de la ingente cantidad de interinos y  “acamados” en mejores puestos que los de los titulares? ¿Es que no hay nadie que, de una vez, explique las cuentas de los sindicatos? ¿Es que no hay nadie que les pregunte cuánto cobran por cada trabajador incluido en un ERE? ¿Cuánto se llevaron los sindicatos por las decena de miles de trabajadores de Telefónica, por hablar de algo que conozco, que pusieron en la calle?
¿Es que no hay nadie que les pregunte a los de los escraches, por qué no se lo hacen a los presidentes de los bancos, que son los que hacen los lanzamientos y  los jueces que decretan el desahucio? ¿Es que no te das cuenta de que muchas de las concesiones, que hacéis ante la presión de los sediciosos, son a costa de la gente de bien que,  teniendo tan poco como ellos, se aguantan y luchan por salir adelante a su costa y no a la del Estado? ¿Es que no te das cuenta de que, en este país,  emprender, trabajar, ahorrar, cada día es más sinónimo de ser un primo cuando no un delincuente?
¿Es que no te das cuenta de que la calle es de todos y no de aquellos que se arrogan una representatividad que no tienen ni nominal ni moralmente? ¿Es que aquí cualquier personaje que se denomine de izquierdas e invoque una causa justa, ya tiene “bula” para hacer lo que le dé la gana? ¿Es que no te das cuenta de que la mayoría nos sentimos agraviados, cuando vemos esas escenas de una policía, condicionada por unos poderes públicos, que siempre dan el beneficio de la duda al alborotador? ¿Es que no te das cuenta de que la mayoría estamos con ese policía, que se ve obligado a cumplir con su misión sin el apoyo de sus superiores  y que puede ser apaleado por cualquier mequetrefe, porque cuenta con total impunidad, mientras el Ministro del Interior anda rezando el rosario?
¿Es que no hay nadie que le diga al presidente del Congreso, que son herederos de unos diputados que hicieron la primera Constitución a la sombra de los cañones del mejor ejército de la época? Que el oratorio de San Felipe Neri no se eligió por la acústica del local o su forma circular, sino porque ese edificio era el que estaba más al abrigo de las bombas que tiraban los fanfarrones, según canta la copla. Que el jueves 25 tendría que haber pleno aunque fuese para leer las obras de Jorge Manrique, Garcilaso o Miguel Hernández, por aquello de tocar todos los palos. ¿No te das cuenta que cuando la izquierda pretende otro 23F, el pueblo español representado por vosotros no se puede volver a refugiar debajo de los escaños? ¿Es que no te das cuenta que la dignidad de este pueblo no la pueden pisotear cuatro personajillos subidos de ego, ante la dejación de aquellos que supuestamente nos representan?
¿Es que no te das cuenta, Mariano, que los problemas, que tiene España,  son muy superiores a los derivados de la crisis económica,  que, a diferencia de la primera, ésta sí que está en tus manos poder resolverla? Deberías saber que la crisis social, institucional y política que padecemos sólo necesita de la decisión y el coraje de los que estáis investidos de toda la legitimidad para tomar las decisiones necesarias; que la izquierda, desde su origen, ha demostrado su catadura a lo largo de una dilatada historia de represión, totalitarismo y muerte, muy por encima de cualquier otra ideología; que no pueden dar lecciones a nadie; que sólo buscan vivir a costa del Estado, trabajando lo menos posible; que únicamente respetan el capitalismo para financiar sus chollos, que ellos denominan Estado Social… de su bienestar.
¡Que no te pedimos nada…! Sólo que salgas a dar la cara por los que te votamos, que des la cara por todo lo bueno que hay en este país y que sufre en su casa lo que estamos viendo a diario. ¡Que necesitamos un líder, que hable en nombre mayoría del Pueblo Español! ¡Que necesitamos un líder que vaya por delante de los acontecimientos, que se implique en la lucha por España, que nos pida lo que necesite; que, en esa lucha, no van a faltar almas de buenos ciudadanos hartos de tanta desfachatez!

viernes, 5 de abril de 2013

CATARSIS EN LA DIPUTACION PROVINCIAL




Una de las cosas que peor se aguanta, a determinada edad, es el cinismo. Cuando se han visto y vivido demasiadas cosas, sorprende la facilidad de los humanos para olvidarse de la “viga en su ojo”, para criticar sin medida las “pajas” en los ojos de los demás.
Están los de la Diputación de Toledo tirándose el champú, las bolsas de basura y los tubos fluorescentes, a la cabeza del contrario. Toda una catarsis depuradora de comportamientos poco o nada ajustados al rigor normativo, administrativo y contable.
Porque, en esa casa, el rigor ha sido a lo largo de su historia el “santo grial” de su comportamiento. Todos los que allí trabajan o han trabajado, políticos y funcionarios, saben de lo que estoy hablando.
Empezando por el acceso a esa casa, nadie podrá negar que el rigor en esta materia sea paradigmático, de todos conocido y valorado. En esa casa, todos los que han concurrido en una oposición de cualquier categoría, han podido comprobar que las personas que consiguieron su puesto lo hicieron con méritos más que sobrados.  Sólo los mejores pasaron los estrictos filtros de selección. Que frecuentemente, por no decir casi siempre fueran amig@s, herman@s, prim@s, cuñad@s, hij@s, sobrin@s, ti@s, amig@s, yernos, nueras y afines políticos de los diputados, alcaldes y concejales de las distintas zonas de la provincia, son meras especulaciones de mentes retorcidas, en orden a desprestigiar a una institución que siempre tuvo a gala su vítrea transparencia.
Que, además, la afinidad política de los seleccionados fuera proporcional al peso del equipo de gobierno, oposición y sindicatos, con alguna pincelada, a veces de brocha gorda, de algún funcionario, es mera casualidad. Ya sabemos que la combinatoria matemática da mucho de sí e igual que se puede encontrar ese paralelismo, se podrían encontrar otros muchos, como con el número del calzado, el color del pelo o la manera de vestir.
Esos cuentos de que algunos iban al examen con las preguntas debajo del brazo o que los cancerberos de los ejercicios, plancha de vapor en mano, levantaban las solapas de los sobre donde se guardaban los ejercicios para cambiar los malos por los buenos... Esos son patrañas, producto de mentes enfermas de envidia, que no pueden asumir que los buenos, los que se machacan los temarios concienzudamente, son los que aprueban y los demás tendrán que asumir su fracaso.
Y una vez dentro, esos criterios de rigor, troquelados en los exámenes de ingreso, se mantendrán a lo largo de todo una vida profesional. Los ascensos, complementos, remuneraciones extraordinarias, comisiones y toda esa selva que, en otras áreas de la función pública, son motivo de controversia, en la diputación, muy al contrario, son motivo de asombro por la ecuanimidad y los criterios de objetividad, profesionalidad y excelencia que los avalan.
Esa manía de censurar el ejército de asesores, que ayudan a  los esforzados diputados a sobrellevar la pesada carga de sus ayuntamientos, sumada a la de la Diputación ¿Cómo podrían llegar a todos los extremos exigidos por tan complicado compromiso? Sólo por poner un ejemplo del que me gustaría huir, pero es que viene que ni pintado: ¿Qué haría el actual presidente de la Diputación, con su escuálido currículum, si no tuviera a su alrededor ese compendio de sapiencia, conocimiento y experiencia de los asesores que le rodean?
Se pone, en la información, que he leído, bajo sospecha a las dos empresas suministradoras de los enseres en litigio ¡Ya estamos como siempre, metiéndonos con los pobres empresarios, con los emprendedores, esos que tienen que ganarse la vida y la de sus empleados luchando a diario! Invito al fiscal a que analice todas y cada una de las empresas que han suministrado obras y servicios a la Diputación y le invito también a que lo haga con todo tipo de despachos profesionales: jurídicos, ingeniería, arquitectura, economía, informática, arqueología, agrónomos, bellas artes…. Vamos, que se me acaba el vademécum de profesiones y no habrá una sola en la que se pueda encontrar el más mínimo atisbo de amiguismo o compadreo.
En cuanto a los precios, invito a cualquiera al que no le importe perder el tiempo, a que analice las certificaciones de obras patrocinadas por esa santa casa. Podrán comprobar el ajuste minucioso a los precios de mercado de todas y cada una de las partidas y más aún, si la obra era en el pueblo de cualquier diputado.
Por no hablar de la joya de la corona: El Hospital Provincial, esa casa donde generaciones de toledanos hemos aliviado nuestras dolencias, donde una pléyade de magníficos profesionales ejercían su docta maestría, poniéndola al servicio de los más menesterosos. Pero aquí también la envidia hizo su labor: que si cobraban mucho, que si tenían consultas privadas…-¡habladurías!-, que si una auxiliar, en ese hospital, cobraba más que una enfermera en el SESCAM… Como digo yo: ¡que las comparaciones son odiosas! Un día me dijo un diputado de la cosa, “César, cuando firmo las nóminas del hospital, lo hago sin mirar, porque me da vergüenza. Como  yo le dije: pues ten cuidado, no sea que te vayas a firmar encima de la corbata. ¡Memeces!
¡Qué falta de delicadeza, por tanto la de esos señores que están tirando por tierra el benemérito prestigio de una institución que ha sido prístina, faro y guía de buenas prácticas a lo largo de su dilatada historia! Y es que no hay peor cosa que no saber dónde uno se encuentra. Miren a su alrededor, miren esos sobrios muros, testigos de lustros de lucha por el bien común, sobre todo, por el de algunos.
 Mírense a los ojos los unos a los otros y verán claramente la verdadera razón de por qué se están tirando el friegasuelos a la cabeza. Es que de cosas más importantes mejor no hablar, que de eso todos tenéis mucho que callar.