martes, 21 de abril de 2009

EL QUINTO PODER


Si digo que estamos en crisis, no faltará quien diga que soy un “avisáo”. Pues no sería la cosa para tanto, porque hay demasiados que parece que no se han enterado, y si no que se lo digan a los sindicatos de este país, que no es que nieguen la crisis, pero están pasando por ella como de puntillas. No asoman la “gaita”, más que para decir que los trabajadores no deben ver mermados sus derechos.
A mí, lo primero que me gustaría saber, es que entienden estas organizaciones por trabajadores, sería bueno saber si trabajadores son para ellos, solo, los que trabajan, o si lo son también los que quieren trabajar y no pueden, es decir los parados, porque si es así, deberían saber que cerca de cuatro millones de trabajadores tienen sensiblemente restringidos sus derechos. A mi juicio, sería prioritario amparar estos derechos antes de preocuparse por los de aquellos que tienen un trabajo digno. Y deberíamos, si fuéramos honestos, preguntarnos en qué medida se resolvería el problema de los parados si se cediera en algunos derechos de los que trabajan, al menos temporalmente.
Pero este terreno no lo quieren pisar las organizaciones sindicales, porque se verían obligados a ceder también en sus privilegios, que son, sin lugar a dudas, el más importante avance sindical de los últimos años. Liberados, formación remunerada se preste o no, puestos en consejos de administración de empresas públicas o semipúblicas, entidades de crédito, constructoras, bajo el eufemismo de cooperativas de viviendas, presencia en los tribunales de oposiciones, ayudas, subvenciones, control de facto de todo tipo de servicios públicos, configuran lo que podríamos llamar el “quinto poder”.
Naturalmente, la cesión de derechos no se podría pretender, si previamente no se ceden los privilegios y éste es el fondo del asunto, que a la hora de ceder, los privilegios deben de ir por delante de los derechos.
Juan Antonio Mata, presidente del CES y antiguo Secretario Regional de CC.OO. no pierde la oportunidad de recordarme, cada vez que nos vemos, un comentario que hice en la comisión de investigación del incendio de Guadalajara, durante la comparecencia de los sindicatos (UGT y CC.OO.), en la que comparé los actuales sindicatos con “el Vertical”. No me cupo otra, indignado al comprobar la entrega de estas organizaciones, que no fueron capaces, no ya de criticar, si no al menos de pedir explicaciones a la Junta por la desgraciada muerte de once trabajadores. ¡ Ahora! no vayan a pensar que se fueron de vacío, de su complicidad sacaron la Empresa Pública del Medio Ambiente de Castilla la Mancha.
La permanente reivindicación de la empresa pública por parte de estas organizaciones, no se basa en criterios de eficacia, y muncho menos de eficiencia, se basa en criterios de poder, allí mandan ellos, colocan a los que quieren y por si fuera poco en la mayoría de los casos con mejores sueldos que en la Administración.
En este hecho está la clave de mucha de las actitudes de las actuales organizaciones sindicales. Se han apoltronado, son un poder más que solo se pone en marcha cuando conviene a sus intereses, que suelen coincidir con los del PSOE. El Partido Socialista, en justa correspondencia, alimenta este poder a cambio de que no le pongan la cara colorada en los sitios donde gobierna y les facilite la oposición donde lo hace el PP. Sólo de esta manera se puede entender el silencio cómplice de los sindicatos ante la situación por la que están pasando los ciudadanos de este país, y sin embargo tenemos que ver, con asombro, como no tienen ningún empacho en parar Telemadrid, hacer manifestaciones en contra de Esperanza Aguirre, o criticar al Gobernador del Banco de España cuando pone los puntos sobre las íes.
Para eso están. Quizá por eso, ya no soy el único que habla de “el Vertical”. Ya empiezan a oírse voces que claman contra esta situación. Ya va siendo hora que la sociedad española , que al menos tiene la oportunidad de quitar el poder a los políticos, cuando lo hacen mal, ejerza ese derecho con los que les tapan las vergüenzas, ya sean los de “el Vertical”, o los de la “Ceja”.

miércoles, 8 de abril de 2009

AGUERRIDOS CANTAMAÑANAS


Un calor inmisericorde caía sobre la Ronda de Buenavista de Toledo aquella tarde de verano del año 97. Atrincherados en la sede del PP, el gerente del partido y yo, entonces presidente del mismo, no podíamos dar crédito a lo que veían nuestros ojos. Entre cincuenta y sesenta personas, en el exterior de la misma, pancartas en mano nos increpaban, eran trabajadores de la CCM que protestaban por unas declaraciones que habíamos hecho el entonces presidente regional Agustín Conde y yo mismo sobre la Ley de Cajas y que a su juicio podía perjudicarles. Un hecho insólito donde los haya. Ya son raras las manifestaciones en Toledo, pero una manifestación de empleados de CCM, posiblemente los trabajadores mejor pagados de la Región, era un hecho del que yo no conocía precedentes en la historia del “movimiento obrero” dentro de la entidad y que no creo se haya vuelto a repetir.
Para entender semejante despropósito hay que analizar los antecedentes: En el año 95 en PSOE pierde gran parte de su poder municipal, el PP se alza con la victoria en las grandes capitales y diputaciones. Bono gana las Elecciones Regionales por un estrecho margen, como consecuencia la Caja de Castilla la Mancha cae en manos del PP. Por si fuera poco el año 96 el PP gana las elecciones generales, Bono no puede dar un paso sin la obligación entenderse con un mandatario del PP. ¡Bono está sitiado!
Con este estado de cosas Bono no tiene más remedio que buscar apoyos donde los haya, ¿y qué mejor apoyo que el de una solvente entidad de crédito? De urgencia pone en marcha un proyecto de ley para modificar la Ley de Cajas de Castilla la Mancha a la medida de sus intereses, se modifica la representación de los consejeros de las distintas entidades que componían la Caja, y se hace de tal manera que a él le salgan las cuentas. Una usurpación en toda regla.
Era evidente que aquel movimiento tenía un marcado carácter político, se trataba de hacerse con la Caja descaradamente para usarla en su propio beneficio, y así lo manifestamos desde el PP, cuando tanto Agustín Conde como yo dijimos que aquello iba a ser la “ruina” para la CCM.
Nunca pensé que aquellas palabras iban a ser premonitorias de lo que sucedería doce años después y bien que lo siento. La Caja me dio la primera hipoteca para comprar mi vivienda, siempre he trabajado con ella, los empleados eran más amigos que otra cosa, años después fui consejero, eran los tiempos de Juan Molero, cuando la Caja la gobernaban profesionales y los Directores Generales sabían parar los pies a los que pretendían aprovecharse de ella. Ahora vemos como lo que costó cincuenta años levantar se ha venido abajo, merced a la ineptitud de unos gestores sin escrúpulos que tomaron a esta entidad como un cortijo.
No nos equivocábamos Agustín y yo cuando avisamos de lo que iba a suceder, y si mucho los “aguerridos cantamañanas” que se manifestaron aquella tórrida tarde frente a la sede del PP de Toledo. Me queda por saber qué tal se lo pagaron.