sábado, 5 de diciembre de 2015

NADIE, un Cronos moderno

“La idea de poder absoluto surgió al unísono con la aparición del Estado Nación. Bodín, en Francia, y Thomas Hobbes, en Inglaterra, fueron sus padrinos. Ambos coincidían con las ideas de los antiguos griegos con respecto al dominio del hombre sobre el hombre, un dominio identificable hasta que en nuestra contemporaneidad surgió el dominio oscuro y sin responsabilidad de la burocracia. Las personas ya no son responsables personalmente, sino Nadie.
Si conforme al pensamiento político tradicional, identificamos la tiranía como el Gobierno que no está obligado a dar cuenta de sí mismo, el dominio de Nadie es claramente el más tiránico de todos, pues no existe nadie al que pueda preguntarse por lo que se está haciendo. Es este estado de cosas que hace imposible la localización de la responsabilidad y la identificación del enemigo”… y como consecuencia del tirano.
Los entrecomillados no son míos, pertenecen a los párrafos del libro “La caza de los intelectuales” de César Antonio Molina.
Tiene que ver con algo que me preocupa de un tiempo a esta parte, como es la deriva totalitaria de la Administración Española. Ese Nadie que en base a su soberbia consigue privar a los ciudadanos de sus derechos más elementales.
Me sorprende que cuando aparecen nuevas formaciones políticas, cuajadas de politólogos, que dicen venir a resolver los grandes problemas que afligen a España, no haya ninguno que entre en este terreno verdaderamente sombrío.
¿Cuántos derechos se ven conculcados por nuestra Administración en base al Silencio Administrativo? Ese Nadie contra el que no se puede actuar, porque sencillamente no existe. Ese Nadie que parapetado  en los privilegios de su “casta” puede actuar con toda impunidad ¿Cómo se puede exigir responsabilidades a quien no existe?
¿Cuántos ciudadanos ven como sus recursos ante ese Nadie, concienzudamente argumentados, tienen como consecuencia el silencio, con suerte la fotocopia tipo? ¿Cómo actuar contra ese bandido que agazapado, evita asumir su responsabilidad, escondiéndose en el anonimato? ¿Cómo hacer pagar a ese individuo que dice estar al servicio del pueblo su ineficacia, su irresponsabilidad, en ocasiones su maldad, cuando Nadie no existe?
¿Cómo frenar la voracidad económica de esa Administración cuando nadie contesta a tus quejas, a tus escritos, a la exposición de tus derechos, a la demostración fehaciente de sus numerosos errores? ¿Cómo es posible que ningún político se haya dado cuenta que el grito: “¡Qué se vaya al contencioso!”, es hoy el grito de batalla de ese Nadie que se considera en permanente guerra contra ese  “presunto delincuente” que, él considera, anida en todo ciudadano?
¿Qué tiene que hacer ese ciudadano que ve conculcados sus derechos, cuando no sus recursos económicos, si poner orden en todo eso, le supone gastar miles de euros en procesos legales, ante los que la Administración tiene siempre las de ganar porque, como mucho, tendrá que pagarte lo que debió pagarte en un principio, años atrás, pero que nunca será condenada en costas, ni por supuesto exigirá responsabilidad al causante de tanto trastorno?
¿Cómo se va a resolver este problema si el noventa por ciento de los políticos son funcionarios?
La demagogia alimentada por unos y otros sobre el sueldo de los políticos trae esas consecuencias. ¿A quién le interesa el oficio de político?. Solamente a aquellos que no tienen ni oficio ni beneficio; que donde van a ir que más valgan, o a los funcionarios. Es a estos a los que más interesa porque añadido a ese sueldo tienen otros beneficios; cobran la antigüedad de su puesto de trabajo, siguen sumando trienios, y según los casos volverán su puesto de trabajo con un nivel treinta, el más alto en la Administración. Algo así como si un sargento volviese al cuartel cobrando lo que un general, solo que con los galones de sargento, y esto vale también para la jubilación. Otros beneficios también importantes es el poder trabajar, si no tienen la dedicación exclusiva, en la localidad donde ejercen de políticos. Es decir que le sacan la plaza en su pueblo.
Este Nadie, por tanto, amparado por el inmenso lobby que supone la ingente masa de  funcionarios metidos a políticos, no deja de crecer. Una nueva amenaza que se configura como una variante del clásico modelo de dictadura, y que lastra seriamente nuestro desarrollo político, económico y social,
De esta manera el monstruo de Nadie no deja de crecer, para cada día seguir engullendo, como un Cronos maléfico, los derechos de sus hijos.