domingo, 16 de febrero de 2014

EL CORTIJO ANDALUZ

Carlos Arniches, Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura juntos, no hubieran escrito un vodevil tan completo, como el que se ha vivido estos últimos días en el PP, en referencia a la designación del candidato a la Presidencia  Regional en Andalucía.
No es posible hacer las cosas tan rematadamente mal. Un acontecimiento que debería servir para lanzar a un candidato en la región andaluza, sin duda y en términos políticos, la más importante de España, se ha convertido en un despropósito donde todo el mundo sale malparado, incluido el elegido.
Rajoy ha impuesto su autoridad, se dice. Falso. La autoridad no se impone, y eso es lo que más me preocupa. Cuando se tiene autoridad nadie actúa por su cuenta, poniendo en práctica la típica política de hechos consumados. Rajoy ha actuado y nadie se la ha puesto enfrente, eso no es autoridad.
La Secretaria General, por su parte, tampoco ha andado fina que digamos. ¿Tan poca memoria tiene para no acordarse de cómo llegó ella a Castilla la Mancha?
En aquella ocasión el presidente regional José Manuel Molina, candidato in péctore, reusó a la candidatura para las elecciones regionales, refugiándose en al ayuntamiento de Toledo. También él en aquella ocasión intentó poner su candidato. Pero el enfado de Génova no se hizo esperar: Molina fue fulminado junto con su candidato, y después del intento fallido de Rajoy para fichar a Pedro Barato, apareció María Dolores de Cospedal, que fue elegida candidata en una Junta Directiva Regional en Albacete, en un acto que no duró más de diez minutos Ni un pequeño discurso, ni unas palabras de presentación o agradecimiento: empatía cero. Todo un ejemplo de democracia interna y respeto a la militancia. Cuando salí de aquel acto le comente a un compañero: “pintamos menos que la Blasa en los títeres”.
En esta ocasión María Dolores se pone de acuerdo con Zoido, presidente regional, que tampoco quiere asumir la responsabilidad de la candidatura a las elecciones andaluzas, para refugiarse en el ayuntamiento de Sevilla, y nombrar a su candidato, José Luis Sanz. Lógicamente si esto no se hizo con el conocimiento de Rajoy, como parece evidente, la reacción de éste ha sido la que cabía esperar.
Aquí la política de hechos consumados no ha dado resultado. Pero esto ha tenido graves consecuencias: ha obligado al presidente a enfangarse en cuestiones que la Secretaria General le debería dar resueltas, ha dejado en evidencia que el partido en Andalucía, como ocurrió en Castilla la Mancha, pinta menos que la Blasa en los títeres, y lo que es más grave ha dejado un panorama desolador donde se acumulan los  cadáveres políticos, en la antesala de unas elecciones muy importantes no solo para el PP sino para toda España.
Y digo esto último porque una Andalucía en manos del PP cambiaría mucho el panorama de la política nacional. La deriva centrífuga del PSOE entregado a todas las componendas con nacionalistas de todo tipo, por más que Susana Díaz aparente lo contrario, se vendría abajo sin el apoyo de tan importante región.
Por eso es verdaderamente aterrador que los responsables del partido no sean capaces de ver más allá de sus ombligos, y sigan metidos en esa actitud pueril, esa política de capillas, política de salón de señoritos para alimentar su ego.
Hoy la noticia no es José Manuel Moreno, no es Arenas, no es Cospedal, ni siquiera Rajoy. Hoy la noticia es que el PP de Andalucía sigue siendo un cortijo, y con esa imagen vete a ganar unas elecciones en Andalucía.