lunes, 29 de junio de 2009

DOROPHAGOI

Ya Hesiodo en el siglo VIII a.c. en su obra los Trabajos y los Días, hablaba de los reyes “devoradores de regalos” –dorophagoi-, haciendo referencia a sus sentencias poco rectas.
Es decir hace dos mil ochocientos años, en la Antigua Grecia, este escritor contemporáneo de Homero, ya denunciaba los regalos como una práctica poco recomendable.
Digo todo esto porque en los últimos tiempos, la clase política está siendo objeto de una campaña de censura con los regalos como telón de fondo. Se reprueban, como hacia Hesiodo, estas prácticas por entender que pueden ser origen de comportamientos interesados, o cuando menos de juicios poco objetivos.
Y no les falta razón, el problema está en la naturaleza un tanto diabólica del regalo. En el regalo pueden confluir dos cualidades contradictorias: Por una parte puede ser consecuencia de un agradecimiento sincero, o incluso de un reconocimiento también sincero que no busca otro objetivo que manifestarse por parte del que regala. Algunos son producto de la costumbre y se hacen sin más. Pero también puede tener como objetivo influir en la voluntad del político en orden a conseguir determinados objetivos que por lo general serán difusos y poco confesables.
En todo caso el político, de buena fe, se encuentra entre la tesitura de rechazar un presunto soborno, cosa que muchos harían sin mayor problema, o bien quedar como un antipático desagradable. Este es el dilema al que nos enfrentamos ¿Cuál es su solución?
La más fácil sería prohibir los regalos. Ya se prohibió a los médicos de la Seguridad Social recibir regalos de los laboratorios farmacéuticos. Otra solución sería prohibir los regalos por encima de un determinado valor. O que los regalos los recibieran las instituciones, no las personas. También podría decidirse que los regalos se declarasen en el registro de intereses que todos los diputados, alcaldes o concejales, tienen en sus respectivas instituciones. Otra solución sería que se publicaran en los Diarios Oficiales. Como se puede ver hay muchas maneras de poner coto a estas prácticas.
Las soluciones son muchas, si hubiese voluntad de hacerlo, pero no se hace porque el regalo es la “gabelita” que te hace salir de la mediocridad, que te hace disfrutar de ese bien que tú nunca podrías disfrutar aunque pudieses pagarlo. Porque tú no puedes comprar determinado reloj si previamente no compras otro para la señora, o no puedes tener determinado capricho si previamente no le compras la moto al niño que te viene dando la brasa desde que cumplió los dieciséis años, o no es lo mismo ir a Estambul si te lleva la agencia de viajes de la esquina que si lo haces invitado por CCM. Todo esto se configura como una suerte de remuneración en especie, irregular pero constante. Si fuera una cosa puntual no tendría mayor problema, la cuestión es que la cosa se ha desmadrado y ha dejado de ser una cuestión puntual para normalizarse hasta límites que sobrepasan, no ya lo razonable, sino lo moralmente aceptable, y en la que muchas empresas se ven obligadas a entrar si no quieren quedarse en la cuneta.
A tal punto llega el asunto, que si se pusiera coto a esta práctica, se daría lugar a una crisis muy seria en determinados sectores comerciales, sobre todo los de marcas exclusivas, que verían mermadas seriamente sus ventas. No digamos el sector de hostelería, viajes y demás acontecimientos folklóricos. Y por supuesto el que recibiría un palo sin precedentes sería el sector dedicado a las cestas de Navidad. Yo muchas veces me he preguntado: ¿Donde meterán tanta cesta? Porque hace falta mucho espacio para dar cabida a la inundación de presentes que algunos políticos reciben en esas fechas.
A tal extremo llega la desproporción que muchos de los regalos son puros intercambios, donde yo te regalo, a costa de la institución a la que pertenezco, en el convencimiento de que tú vas a hacer lo mismo desde la tuya. En este sentido es paradigmático el caso de las empresas públicas donde los gastos para estos menesteres, son para echarse las manos a la cabeza, cuando en estas empresas es donde menos se justifican, en la medida en que, por su naturaleza, tienen el amparo de la Administración. Sería interesante, por ejemplo, conocer los regalos que hacía CCM. Me consta que ha habido “puñaladas” para ocupar determinados puestos por la sola remuneración del viaje o el regalo, que solían prodigarse en esa entidad.
Incluso hay regalos obligados por las circunstancias, por ejemplo: Supongamos que un político se está haciendo una casa y compra los materiales o su equipamiento en empresas que a su vez tienen contratos o subvenciones de la institución que dirige el político. ¿Qué puede hacer ese empresario? Muy sencillo dárselo “arreglado de precio”, cuando no regalándoselo con aquello de “hombre faltaría más”. Vamos que lo de “la collares” con los joyeros, se repite a diario, en la actualidad.
Por todo ello no sé por qué el escándalo que se está armando por los regalos a los políticos, cuando todo el mundo está al cavo de la calle de esta cuestión. Si por algún sortilegio se les cayera al suelo todo lo que los políticos y altos funcionarios llevan puesto cuyo origen es el regalo, se llenaría el suelo de relojes, plumas, corbatas, maletines; algunos se quedarían en ropa interior. Lo peor es que a algunos se les caería la casa encima.
¡Qué poquito hemos cambiado en tres mil años!

martes, 23 de junio de 2009

FREEDOM ESPAÑA

Lo bueno que tienen los blog es que, sin ofender a nadie, uno puede reflexionar sobre lo que le apetezca. Y hoy, después de escuchar las declaraciones de Zapatero, de visita a Cataluña, con motivo de la inauguración de la terminal del aeropuerto del Prat, a mí me apetece reflexionar sobre Cataluña, y los catalanes.
Empiezo por decir que tengo muy claro que una cosa es la opinión de los catalanes y otra muy distinta la de sus representantes, bien sean los de carácter institucional, o bien los que podríamos llamar de carácter social, en todo caso me estoy refiriendo a los que viven de la explotación del hecho diferencial.
Vaya por delante que tengo el mejor concepto de los catalanes que tengo el gusto de conocer, buenas personas que me honran con su amistad. No me importa reconocer que las pocas veces que he visitado Cataluña me he sentido tan cómodo como en cualquier sitio de España.
Pero dicho todo esto para que quede claro que no me mueve ninguna clase de prejuicio, también tengo que decir que estoy hasta el gorro de tanto chantaje histórico emocional. Da la impresión de que uno se tiene que levantar todas las mañanas dando las gracias a Cataluña por permitirnos vivir a su costa.
No es el momento de empezar el debate histórico sobre quién debe más a quién, creo que no terminaríamos nunca, aunque mi opinión es clara: En cualquier sociedad quien más tiene siempre lo hace a costa de quien tiene menos. Y desde luego la situación actual de Cataluña con respecto al resto de España es la más conveniente a sus intereses económicos. Otra cosa es que haya personas que vean su razón de ser en el permanente agravio, explotando un hecho diferencial que solo favorece a sus exclusivos intereses particulares o de partido.
Por todo ello y a fuer de dar la razón a estos vividores del hecho diferencial, pido solemnemente y con toda seriedad la total independencia de España con respecto de Cataluña.
De esa manera, y para empezar me acostaré todas las noches con la conciencia tranquila de no estar explotando a nuestros queridos vecinos. Ya no habrá discusiones con las balanzas fiscales, lo suyo para ellos y lo demás para nosotros, de paso sabremos a ciencia cierta quién da más a quién. Para empezar nos ahorraremos el IVA que recaudan las empresas catalanas cuando venden sus productos en España y que ahora reclaman para sí y obtienen en parte.
Seguro que a partir de ese momento, como ya no tienen ningún “enemigo a las puertas”, empezarán a preocuparse de sus problemas y a pedir cuentas a sus políticos que ahora se van de rositas dado que, los que presumen de tener que preocuparse de la construcción de una patria, no pueden andar entreteniéndose con el PIB el paro u otras zarandajas.
Como ya no habrá imposición del idioma empezarán a aparecer en Cataluña colegios bilingües, donde se podrá estudiar en catalán y en castellano. Como ahora habrá colegios en los que se pueda estudiar en catalán y en inglés. Es decir el castellano dejará de estar perseguido porque no será políticamente rentable.
Desaparecerá el chantaje de los grupos catalanes en el Congreso, que han convertido sus apoyos parlamentarios en moneda de cambio para “pillar” todo lo que se les pone por delante, desvirtuando el primer objetivo de cualquier Parlamento, que es el bien común, para convertirle en el mercado de sus intereses.
Desaparecerá la distorsión que supone que pequeños grupos decidan en cada momento quien será el que Gobierne España, no en función de lo que más interese a los españoles, sino de lo que más les interese a ellos.
Como las pensiones se pagan con las aportaciones de los trabajadores en activo en cada momento, nos ahorraremos las pensiones de todos los jubilados de Cataluña, que seguro son las más altas de España.
El Barcelona solo podrá jugar la liga con ¡el Español! que no deja de tener su gracia.
Cuando lo catalanes no tengan el pretexto de Madrid para justificar sus problemas, no faltarán los que digan que con España estaban mejor. Esos que ahora lo piensan, pero se lo callan porque les va bien.
No es que me haya vuelto loco, es que me molesta vivir con los que se sienten incómodos con mi presencia. Pero me molesta más vivir con los que solo quieren estar a mi lado para lo que les interesa. Con respecto a Cataluña no tengo más compromiso que con aquellos que se sientan a gusto en España. Posiblemente sean muchos, quizá más de lo que nos podemos imaginar, pero sería bueno que de vez en cuando me lo dijeran.
Quizá para que esto ocurra deberíamos empezar a opinar desde España de esta manera, pues nuestros silencios, fruto posiblemente de nuestro complejo, solo hace que reafirmarlos en sus posiciones.
Y por supuesto nada de “unidos por la Corona” y tontunas de esas, que si la Corona pretende algo semejante por mí que se la queden los catalanes, que yo me hago republicano. Bueno, republicano beligerante, que intelectualmente hablando, republicano ya lo soy.

viernes, 19 de junio de 2009

ESPERANDO EL SANTO ADVENIMIENTO

Las elecciones recientemente celebradas, han supuesto un serio varapalo para el PSOE, tan es así, que yo nunca les he visto tan afectados después de unos resultados electorales. La euforia en el PP, razonable por otra parte, puede traer, sin embargo, malas consecuencias, en la medida que se piense que todo está hecho.
Castilla la Mancha es una región ciertamente curiosa en cuanto a resultados electorales se refiere: El PP suele ganar en elecciones de carácter nacional, las municipales se reparten según la ocasión y la provincia de la que se trate, y en las autonómicas todavía tenemos pendiente la primera victoria. Ahora bien, lo único que podemos tener claro es que cualquier resultado electoral tiene su propia dinámica y nada tiene que ver con cualquier otro, incluso en el caso de las elecciones municipales y autonómicas, que se celebran el mismo día.
En consecuencia, sacar conclusiones es más que aventurado. Ya se hizo famoso dentro del PP un informe hecho después de los resultados de las elecciones generales del 2000, donde sacamos al PSOE más de 11 puntos. Tal fue el “éxito” que desde entonces a este tipo de informes se les denomina, jocosamente, por el nombre de su autor.
Por otra parte parece que en el PP todo lo tienen fiado al tirón de María Dolores. Razones hay para ello: Nunca hemos tenido una candidata tan mediática, además de prudente a la hora de manifestarse, y hábil para escurrirse de las emboscadas que le tiende el adversario. Habrá quien piense que esto es suficiente, y podría ser cierto si, como algunos pensamos, las elecciones más que ganarse se pierden; en ese sentido solo habría que esperar “el santo advenimiento”. Pero las cosas no suelen ser tan sencillas.
En Castilla la Mancha no hay que ganar unas elecciones, hay que demoler un régimen, y eso conlleva algo más que esperar a verlas venir. La tupida red de intereses del PSOE en la región es tan extensa que solo desde un decidido impulso político podría deshacerse, y costará, no solo trabajo, sino muchas complicidades, incluso, de los que están dentro de esa red. Siempre fue así, los regímenes suelen ser derribados desde dentro.
El primer problema a resolver será el de la candidata: Es difícil ganar unas elecciones sin el concurso y el impulso continuo y constante del aspirante. Es difícil ganar unas elecciones a distancia, cuando además los que aquí quedan, son la representación más genuina de los fracasos más sonados del PP en todos los ámbitos.
El segundo problema a resolver es la situación del partido: A fuer de hacer un partido a la medida de los segundones, nos encontramos con un partido de amigos y aplaudidores, con poco arraigo en las bases y políticamente retro, que en modo alguno puede aparecer, ni siquiera, como comparsa de la candidata.
¿Cuál es la penetración del partido en la Universidad? ¿En las asociaciones cívicas: Vecinos, mujer, APAS, jubilados? ¿Cuál es nuestra presencia en el mundo del trabajo, cuantos obreros llevamos en listas? ¿Cuáles son nuestras afinidades reales con el mundo rural, o en el empresarial?
Esa penetración en la sociedad es la clave de los éxitos del PSOE, y los agentes de esa penetración son hoy los titulares de sus magistraturas, de esa manera los electores se ven representados por esas personas. En nuestro partido las magistraturas se consiguen de otras maneras, que tienen poco que ver con el esfuerzo o la representatividad social y sí mucho con el “aplausómetro”. Nadie los reconoce, son políticos de atrezzo.
Veo tanta incapacidad en la organización, que yo me plantearía un diseño de campaña “a la americana”, llevada por un staff de expertos, con mucho tiempo por delante, trabajando sobre el terreno con datos objetivos, con estudios serios, alejados de ocurrencias y prejuicios, y dejar de perder el tiempo en reuniones de autobombo que ya no dan ni para titulares en página par.


lunes, 8 de junio de 2009

UN LIBRO EXCEPCIONAL


En la sección “mi perfil” de este blog, aparece un apartado referido a mis libros preferidos. Ya es difícil hacer semejante selección, pues los libros, como otras muchas cosas en la vida, te pueden apasionar, o no, en función del estado de ánimo en que te encuentres. En todo caso no corrí riesgos y enumeré algunos de los libros que he elido más de una vez, algunos más de dos, el Quijote siempre que puedo.
Es curioso como este libro, me refiero al Quijote, he pasado de aborrecerle, quizá porque era la lectura obligada cuando no lo en tendía, de párvulo; a disfrutar de él como de ningún otro libro. Gabriel García Márquez, dijo algo que posiblemente solo él podía decir: Que tenía el Quijote en el cuarto de baño y era allí donde lo leía mientras hacía uso del mismo. Yo sin más hice la prueba, y desde entonces tengo un Francisco Rico, en ese mismo sitio. Lo que un lord, inglés, por supuesto, definió como el “segundo mejor placer del mundo”, el primero cada uno tiene el suyo, dijo también este buen hombre, se puede convertir en el primero según el capítulo que te toque leer. Como todo lo bueno el Quijote hay que tomarlo “a pequeños sorbos”.
Unos libros te trasladan a los orígenes para descubrir lo poquito que hemos cambiado los seres humanos, La Ilíada, la Odisea, la Eneida, nos trasladan a esa época en la que los hombre se confunden con los gigantes y con los dioses. Hay libros que te hacen pensar: Un Mundo Feliz, 1983. Otros te deprimen: Niebla, El Lobo Estepario. Otros te divierten: Las Aventuras de Tom Sawyer, el propio Quijote. Otros te ilustran, y es en este apartado donde podemos encajar el libro que termino de leer: UNA BREVE HISTORIA DE CASI TODO.
A primera vista cumple todas las condiciones para ser un “ladrillo”: El título no puede ser menos afortunado, dando a entender que es una especie de cajón de sastre. Casi seiscientas páginas, cantidad difícil de seguir si no es con una trama de por medio. Es un libro de divulgación científica: Este tipo de libros pueden ser amenos cuando se habla de una sola materia y cuando además los escribe es un buen escritor. Los casos de Karl Sagan o Isaac Asimov son ejemplos claros de divulgación científica amena y asequible al gran público. Pero intentar hablar de casi todo, de una manera científica, y asequible a la mayoría se me antojaba muy difícil.
A pesar de todo “me tiré a la piscina”, y como no sería de interesante, que lo terminé en cuatro días. En este libro se habla de todo, como indica el título; se habla con un cierto nivel científico, es inevitable, pero se hace de tal manera que es difícil que cualquier persona con una formación media no llegue a entender todo lo que en él se cuenta. Quizá sea una ventaja que el autor, Bill Bryson, no sea un gran científico, y sí un magnífico escritor de libros de viajes. Sin duda su maestría en este tipo de libros, supone una facilidad a la hora de hacer el magnífico viaje que nos propone este libro a través del tiempo, nuestro mundo, y de nosotros mismos.
Da muchas claves sobre la vida en nuestro planeta. Llegas a la conclusión de que nosotros y lo que nos rodea es producto de infinitas casualidades, astronómicas, biológicas, físicas, geológicas, meteorológicas, de tal manera que te obliga a pensar que todo eso solo puede ser producto de un Ser Superior.
Habla del equilibrio que nos mantiene, generalmente “en el filo de la navaja”. Por ejemplo: El virus de VIH tiene la facultad de ser disuelto por el metabolismo del mosquito, ¿Qué ocurriría si mutase y se comportara como lo hacen otros, -malaria, dengue-, transmitidos por este insecto?
Son muy interesantes los apartados dedicados al cambio climático, sobre todo porque lo coloca en el sitio que le corresponde, alejado de los propagandistas al uso. Los cambios climáticos, son consustanciales con la historia de la Tierra y tienen poco que ver con lo que los hombres podamos hacer. Lo cual no quiere decir que podamos hacerlo mejor o peor.
La célula, el átomo, el origen del hombre, del universo, la evolución de la Tierra desde su nacimiento, todo encaja armónicamente en este magnífico libro. Es ameno porque todo lo que cuenta lo hace referido a los científicos que lo estudiaron, sus fracasos, sus luchas, sus rarezas, sus envidias, sus felonías y demás miserias humanas.
En definitiva un magnífico libro que estoy leyendo de nuevo, esta vez con el cuaderno de notas al lado.
Muy indicado para muchachos de 15 años en adelante.
P.D. No llevo comisión, es que me gusta compartir lo bueno.