Ante la falta de ideas, de proyectos de futuro. Ante la ausencia de objetivos. Ante el miedo a asumir los riesgos de las responsabilidades de gobierno: nada mejor que haceros militantes, progresistas por supuesto, de lo políticamente correcto. O lo que es lo mismo el Top then e la memez política
Se trata de hacer gestos, para que parezca que hacemos algo, que generalmente nada tiene que ver con los problemas de la gente. También se trata de crear conflictos donde no los hay para que, sembrando la confrontación en temas baladíes, nos olvidemos de lo fundamental.
Como no me gusta opinar de oídas, hace un tiempo me hice con un libro de Educación para la Ciudadanía. Después de darle un repaso, al margen de algunos pasajes innecesarios, lo que más me preocupó no fue tanto la tendenciosidad de los contenidos, ni la invasión de aspectos educativos que incumben a la familia, sino el tufo a “catecismo” que impregnaba la obra. Me quedé tranquilo. Como dice mi amigo Domingo Trigueros: “déjalos, si los muchachos salen tos cambiaos”.
Ahora le toca el turno a las prohibiciones. Soy fumador de baja intensidad, no obstante procuro evitar molestar a los demás, pero me parece una exageración que se prohíba fumar en locales en los que expresamente se indica que se puede hacer. ¿Quién obliga a nadie a entrar en esos locales? Simplemente se trata de prohibir, en un alarde de progresismo memo. Se trata de dar titulares de prensa, para justificar el fracaso en otras políticas: ¿Quién se ocupa en España del crecimiento del alcoholismo, sobre todo entre los jóvenes? ¿Acaso este fenómenos no causará en un futuro tantos estragos sociales como el tabaco? ¿Qué tal una ley seca? Ánimo ministras de la pilticalli correct, que puede haber corte.
Pero en lo que las “vivis” se han superado, ha sido, en la prohibición de la publicidad de contactos en los medios de comunicación. Nunca el cinismo gubernamental llegó a cotas tan altas; con las calles llenas de meretrices, donde los contactos, a ojos vista, son de tu a tu. Ahora las que se anunciaban en medios de comunicación saldrán a la calle, o lo harán por otros medios, que la creatividad en este sector es de alto standing. En este sentido recuerdo un viaje a Tokio: Los árboles de determinadas zonas se llenaban de fotos que solo tenían adhesivo en la parte superior. En ellas estaba la foto de la señorita y su teléfono. Los usuarios solo tenían que despegar la foto y hacer la llamada. Y en todo caso siempre quedará Internet.
Pero que más da, lo importante son las apariencias. ¡Y lo bien que quedan!
Lo de los toros en Cataluña choca menos, allí el “catecismo” lleva funcionando varios lustros.
Me alegra que me venga a la memoria mi catequista, aquella chica que nos colocaba a cuatro o cinco crios, alrededor de una colosal pilastra de la herreriana colegiata de Yepes. Adornada con aquel velo negro de ganchillo, que les caía sobre la frente, nos tenía a todos enamorados. Ella esforzándose por meternos el “dogma” en la cabeza, y nosotros pecando contra el sexto mandamiento… cosas de críos.
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