La gente asocia las Matemáticas con el cálculo. Efectivamente, esta ciencia nos permite conocer con antelación el comportamiento, y como consecuencia, el resultado de los fenómenos físicos. La resistencia de una viga, la velocidad de un cohete, los intereses de un préstamo, son datos que las Matemáticas nos permiten evaluar, por medio de fórmulas, que no son otra cosa que la representación resumida de esos fenómenos.
Pero las Matemáticas van mucho más allá. Representan mediante fórmulas, ecuaciones o algoritmos, comportamientos mucho más complejos: evolución de la capa de ozono, previsiones económicas o el comportamiento de las células cancerígenas. Se llega incluso a situaciones en las que las Matemáticas se confunden con la Filosofía, posiblemente debido a que el adelanto de esta disciplina sobre todas las demás es considerable, y sus postulados, a fuer de no tener referencias tangibles, pasan del campo de las Ciencias Aplicadas al de la Metafísica.
Lo que nunca pude imaginar es que las Matemáticas pudieran representar de una manera tan acertada los comportamientos políticos. Hoy después de que el Tribunal Constitucional alumbrara la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, se me vino a la memoria la definición de límite de una función
Informalmente, se dice que el límite de la función f(x) es L cuando x tiende a c, y se escribe:
Lim f(x) = L
x --> c
Cuando se puede encontrar para, cada ocasión, un valor de x suficientemente próximo a c tal, que el valor de f(x) sea tan próximo a L como se desee. Pero sin llegar nunca a que el valor de x sea c (que me perdonen los de letras)
Y es que el nacionalismo catalán, igual que otros muchos, pretende separarse de España tanto como sea posible pero sin llegar nunca a la separación total. O si quieren de otra manera más al estilo de la definición de límite, pretenden aproximarse a la independencia tanto como sea posible pero sin llegar nunca a tenerla por completo.
La razón es que el día que tuviesen esa independencia se terminaría su razón de ser política, y ante la ausencia del tan socorrido “enemigo exterior”, verse en la obligación de dar cuentas a su pueblo de la gestión sobre las cosas del día a día, que afectan a los ciudadanos de esas tierras igual que a cada hijo de vecino, y que nada tiene que ver con la mitología, entre wagneriana y zarzuelera con la que los partidos nacionalistas intentan anestesiar a los que gobiernan.
La sentencia del Tribunal Constitucional, también me ha traído a la memoria la decisión de otro Tribunal Constitucional, el de Colombia. Hace unas fechas puso en su sitio a un magnífico presidente y le mandó a su casa. ¡Qué pena! no tener en España un Tribunal Constitucional como tienen algunos países del “tercer mundo”.
2 comentarios:
Hola, César, encantado de tenerte aquí al lado. Un abrazo, Pedro.
P:S Espero que nos veamos pronto, quizás en la presentación de mi próxima novela en Zaragoza...
Hola, César, encantado de tenerte aquí al lado. Un abrazo, Pedro.
P:S Espero que nos veamos pronto, quizás en la presentación de mi próxima novela en Zaragoza...
Publicar un comentario