miércoles, 18 de agosto de 2010

LA DICTADURA DEL CARTEL

“Haced vosotros las leyes y dejarme a mí los reglamentos” Esta frase, tradicionalmente puesta en boca del Conde de Romanones, nos da una ligera idea de lo fútil que puede llagar a ser el ordenamiento jurídico, en la medida en que se aleja del legislador. Las leyes necesitan para su aplicación correcta, de elementos que las desarrollen, pero no hasta el extremo que estos elementos la desvirtúen haciéndolas irreconocibles, inaplicables o inoperantes.
El desarrollo autonómico ha traído entre otras lindezas un desarrollo legislativo descomunal. Una selva en la que no se avanza ni con “machete en mano”. Un despropósito legislativo hecho por aficionados, en el que la inconstitucionalidad es corriente, la falta de adaptación a la legislación estatal frecuente, y la tendenciosidad habitual: en este sentido conozco leyes que no les falta mas que el DNI del alcalde, generalmente del PP, contra el que iban dirigidas El problema es que este tipo de legislación no se revisa de oficio, ya que los informes de los Consejos Consultivos no son preceptivos, y en demasiadas ocasiones, sus miembros, son tan dependientes del poder político, como los magistrados del Tribunal Constitucional, por poner un ejemplo.
La situación es de tal calibre, que Dios ayude al ciudadano que tenga le necesidad de andar tan procelosos caminos. Si además el adversario es la Administración, mejor que no lo intente; este tinglado no tiene otro objeto que amparar a los “nuevos caciques” y a sus amigos, herederos espirituales de aquel conde al que hago referencia al comienzo de mi artículo.
Pero aquí no acaba el despropósito. Después de las leyes y los reglamentos vienen las Órdenes de las Consejerías y después de las Órdenes, las Circulares. Con estos elementos las leyes se adaptan a las conveniencias de los gobernantes, a su comodidad o se convierten en meros titulares: flores de un día para “vender humo”.
¿Cuantos varemos, requisitos, bases reguladoras, plazos, convocatorias, no son mas que elementos de corrupción de la ley?
Pero como la filigrana administrativa, en España, no tiene límites, aquí tenemos una figura que nos define. Una figura que, después de todos esos elementos enunciados, en los que cada director general, jefe de servicio, de sección o negociado, dejaba su impronta, nos eleva por encima de modelo administrativo europeo. Me estoy refiriendo al CARTEL.
Es en ese elemento, donde el humilde empleado municipal, el administrativo, la enfermera o el conserje se expresan sin tapujos: “Los miércoles no se atiende”, reza un cartel en una oficina de consumo. “Para compulsas es necesario el certificado de empadronamiento”, reza en un ayuntamiento. No se admiten billetes de 200 y 500 euros. Eso sí algunos te dan la solución. En la oficina de recaudación de un ayuntamiento en un cartel pegado en una columna puede leerse: “golpear con la cabeza, relaja; bueno para el estrés y la ansiedad”.

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