A lo largo de los años he sido protagonista y testigo de los avatares de la oposición. Protagonista porque tanto en el ayuntamiento de Toledo como en las Cortes de Castilla la Mancha me tocó ejercer de tal, y testigo como consecuencia del ejercicio de mi responsabilidad como Presidente Provincial, que me obligaba a dirigir y, en ocasiones, moderar el ejercicio de la oposición de los grupos de nuestro partido, a la vez que administrar la que nos dedicaban nuestros adversarios políticos en los ayuntamientos donde gobernábamos nosotros. Mociones, boletines, campañas, denuncias, iniciativas de todo tipo con tal de ganarle la batalla al PSOE.
Esa labor de desgaste ejercida con habilidad y constancia sin lugar a dudas da sus frutos. Es verdad que tiene el inconveniente de que el que escoge ese camino de lucha sin tregua es objeto de las tarascadas de los que gobiernan, que por lo general tienen más medios, y en consecuencia más fuerza, que los que están en la oposición. Es verdad que ese camino es muy duro de llevar adelante, pues generalmente el camino de la confrontación con el poder se anda en solitario o muy poco acompañado. Es verdad que hay que superar los “cantos de sirena” que te aconsejaran que te sientes en la cuneta hasta que lleguen las próximas elecciones, estos posiblemente sean los que pasan por ser tus mejores amigos. Es verdad que con un poquito de aquí y otro de allí, y una rueda de prensa de vez en cuando se puede justificar uno. Es verdad que incluso el que manda te tendrá por “colega” si no te pasas mucho y por el contrario te “machacará” si cumples con tu obligación democrática y con tu responsabilidad para con los que te eligieron. En definitiva es verdad que el ejercicio de la oposición es muy desagradable.... pero apasionante para el que vive la política.
Es apasionante para el que vive la política, pero la perspectiva cambia cuando lo que se pretende es permanecer en la política a cualquier costa, porque en ese caso la prioridad cambia y el objetivo no es desgastar al contrario a fuer de desgastarte tú, muy al contrario; ¿desgastarme yo?, lo menos posible por más que sea a costa de convertir la acción del que gobierna en un “paseo de rosas”. Lo que importa es permanecer.
Para consolidar esta situación un tanto perversa, los gobiernos sean éstos del partido que sean, han inventado el “funcionario de la oposición”. Esta figura se caracteriza fundamentalmente por cobrar lo mismo que los que están en el gobierno, aunque trabajando mucho menos que ellos, como es lógico. Además en esto los gobiernos no reparan en gastos: No importa el número, todos los que hagan falta, para que no tengan problemas se les rodeará de todo tipo de medios: Asesores, jefes de gabinete, de prensa, auxiliares, coches oficiales, conductores, y abundancia de medios económicos, amén de viajes, regalos y todo tipo de elementos que hagan placentera la estancia en la oposición, de tal manera que el principal objetivo de los que están en ella sea mantenerse, antes que arriesgarse para intentar ganar unas elecciones.
Como consecuencia, en el partido de la oposición el objetivo de sus militantes no será nunca hacerse un puesto luchando, demostrando su fuerza, su habilidad política o su arrojo, antes bien el objetivo será hacerle la pelota al jefe lo mejor posible, que en definitiva es quien hace las listas, en este caso la mediocridad es lo que más interesa para no dejarle en evidencia. Aquí abro un paréntesis: Me cuentan que los últimos comités ejecutivos están siendo paradigmáticos, hay quien piensa que habrá que irse dotando de una botella de oxígeno para respirar y así poder aguantar la quema de tanto incienso. Más por si fuera poco, esta política genera en los partidos una debilidad creciente en la medida en que se van perdiendo las señas de identidad, convirtiéndose en meras gestoras de un reparto de papeles/prebendas donde todo está pesado medido y contado, ¡vamos el Cánovas/Sagasta del siglo XXI! De esta manera estamos configurando, en el ámbito político, lo que ya han conseguido muchos gobiernos en el ámbito social: El letargo y la renuncia de nuestros representantes a luchar por aquello para lo que fueron elegidos.
Este extenso preámbulo viene a cuento de lo que está aconteciendo en nuestros alrededores. Nunca, y llevo en política veintidós años, he visto una oposición más floja que la que se está dando en los Ayuntamientos de Toledo, Talavera y en las Cortes Regionales, basta con ver la cara de satisfacción de Emiliano, Rivas o Barreda. Claro que después del éxito de algunas iniciativas de la oposición, sobre todo en los Tribunales de Justicia o en determinadas negociaciones, puede resultar que lo mejor que pueden hacer es estarse quietos alentando el “buen rollito”, por aquello de “virgencita que me quede como estoy”.
Esa labor de desgaste ejercida con habilidad y constancia sin lugar a dudas da sus frutos. Es verdad que tiene el inconveniente de que el que escoge ese camino de lucha sin tregua es objeto de las tarascadas de los que gobiernan, que por lo general tienen más medios, y en consecuencia más fuerza, que los que están en la oposición. Es verdad que ese camino es muy duro de llevar adelante, pues generalmente el camino de la confrontación con el poder se anda en solitario o muy poco acompañado. Es verdad que hay que superar los “cantos de sirena” que te aconsejaran que te sientes en la cuneta hasta que lleguen las próximas elecciones, estos posiblemente sean los que pasan por ser tus mejores amigos. Es verdad que con un poquito de aquí y otro de allí, y una rueda de prensa de vez en cuando se puede justificar uno. Es verdad que incluso el que manda te tendrá por “colega” si no te pasas mucho y por el contrario te “machacará” si cumples con tu obligación democrática y con tu responsabilidad para con los que te eligieron. En definitiva es verdad que el ejercicio de la oposición es muy desagradable.... pero apasionante para el que vive la política.
Es apasionante para el que vive la política, pero la perspectiva cambia cuando lo que se pretende es permanecer en la política a cualquier costa, porque en ese caso la prioridad cambia y el objetivo no es desgastar al contrario a fuer de desgastarte tú, muy al contrario; ¿desgastarme yo?, lo menos posible por más que sea a costa de convertir la acción del que gobierna en un “paseo de rosas”. Lo que importa es permanecer.
Para consolidar esta situación un tanto perversa, los gobiernos sean éstos del partido que sean, han inventado el “funcionario de la oposición”. Esta figura se caracteriza fundamentalmente por cobrar lo mismo que los que están en el gobierno, aunque trabajando mucho menos que ellos, como es lógico. Además en esto los gobiernos no reparan en gastos: No importa el número, todos los que hagan falta, para que no tengan problemas se les rodeará de todo tipo de medios: Asesores, jefes de gabinete, de prensa, auxiliares, coches oficiales, conductores, y abundancia de medios económicos, amén de viajes, regalos y todo tipo de elementos que hagan placentera la estancia en la oposición, de tal manera que el principal objetivo de los que están en ella sea mantenerse, antes que arriesgarse para intentar ganar unas elecciones.
Como consecuencia, en el partido de la oposición el objetivo de sus militantes no será nunca hacerse un puesto luchando, demostrando su fuerza, su habilidad política o su arrojo, antes bien el objetivo será hacerle la pelota al jefe lo mejor posible, que en definitiva es quien hace las listas, en este caso la mediocridad es lo que más interesa para no dejarle en evidencia. Aquí abro un paréntesis: Me cuentan que los últimos comités ejecutivos están siendo paradigmáticos, hay quien piensa que habrá que irse dotando de una botella de oxígeno para respirar y así poder aguantar la quema de tanto incienso. Más por si fuera poco, esta política genera en los partidos una debilidad creciente en la medida en que se van perdiendo las señas de identidad, convirtiéndose en meras gestoras de un reparto de papeles/prebendas donde todo está pesado medido y contado, ¡vamos el Cánovas/Sagasta del siglo XXI! De esta manera estamos configurando, en el ámbito político, lo que ya han conseguido muchos gobiernos en el ámbito social: El letargo y la renuncia de nuestros representantes a luchar por aquello para lo que fueron elegidos.
Este extenso preámbulo viene a cuento de lo que está aconteciendo en nuestros alrededores. Nunca, y llevo en política veintidós años, he visto una oposición más floja que la que se está dando en los Ayuntamientos de Toledo, Talavera y en las Cortes Regionales, basta con ver la cara de satisfacción de Emiliano, Rivas o Barreda. Claro que después del éxito de algunas iniciativas de la oposición, sobre todo en los Tribunales de Justicia o en determinadas negociaciones, puede resultar que lo mejor que pueden hacer es estarse quietos alentando el “buen rollito”, por aquello de “virgencita que me quede como estoy”.
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