A lo largo de mi vida, en tres ocasiones, me han leído los artículos del Código de Justicia Militar referentes a la sedición: Cuando ingresé en el C.I.R -Centro de Instrucción de Reclutas- de Alcalá de Henares. En la primera clase teórica, un capitán nos leyó aquellos artículos, que casi siempre terminaban con cadena perpetua, o pena de muerte, era la manera de decirte quien mandaba allí. En ese mismo campamento, unos días antes de marcharnos, a la hora de cobrar el sueldo de aquellos tres meses, que ascendía a algo más de trescientas pesetas, nos encontramos con que si bien firmábamos una nómina por ese cantidad, solo se nos abonaban alrededor de doscientas pesetas, la diferencia se nos dijo era para ayudar al mantenimiento del cuartel. Los de mi compañía nos negamos al enjuague, no nos negábamos a cobrar las doscientas pesetas pero solo firmaríamos por ese cantidad. Después de muchas amenazas, pasos ligeros y demás elementos de concienciación patria, se nos reunió en el patio del batallón alrededor de una mesa pequeña donde estaban las nóminas y el dinero que habia que entregarnos. El capitán nos leyó los artículos relativos a la sedición, llamo al primero por orden alfabético y le dijo que firmara. El chico, Abad de apellido, miró para atrás, donde estabamos todos, se encogió de hombros se agachó sobre la mesa y firmó, detrás de él fuimos toda la compañía como corderos que llevaban al matadero. Aquel episodio tiró por tierra la idéa de ejército que yo había forjado en mi cabeza después de estar veinticuatro años entrando en mi casa por debajo de un cartel que decía: "EL HONOR SU PRINCIPAL DIVISA".
Años más tarde trabajando ya para la Telefónica, recibí un sobre dentro del cual había un carnet del Ejército de Tierra, con mi nombre, en el que, en caso de movilización, se me asignaba el grado de subteniente. Al carnet le acompañaba un escrito donde de nuevo se me recordaban los tan repetidos artículos del código de Justicia Militar, eran los años setenta, finales de la Dictadura, tiempos convulsos.
Ayer, de nuevo, a un colectivo de trabajadores, al parecer, tambien les leyeron esos artículos. Después de treinta años de Democracia, aquellas maneras totalitarias han vuelto de la mano del los socialistas. No podía ser de otra manera: "de casta le viene al galgo".
Los controladores, como en su día pasó con RUMASA, están siendo utilizados como chivo expiatorio de un gobierno debil, que en el mismo decreto donde militarizaba a este colectivo, decretaba la retirada del subsidio de desempleo - de supervivencia, diría yo-, o la rebaja de las pensiones. Quieren provocar a este colectivo para desviar la atención de los españoles de los verdaderos problemas de nuestro país.
Rubalcaba, como en el 11-M, lo ha conseguido. Todos hemos visto a ciudadanos indignados pidiendo la cabeza de los controladores. Todos justifican que los controladores trabajen, aunque sea a punta de pistola. Bueno chicos, pues conviene que sepais que todo es empezar.
Años más tarde trabajando ya para la Telefónica, recibí un sobre dentro del cual había un carnet del Ejército de Tierra, con mi nombre, en el que, en caso de movilización, se me asignaba el grado de subteniente. Al carnet le acompañaba un escrito donde de nuevo se me recordaban los tan repetidos artículos del código de Justicia Militar, eran los años setenta, finales de la Dictadura, tiempos convulsos.
Ayer, de nuevo, a un colectivo de trabajadores, al parecer, tambien les leyeron esos artículos. Después de treinta años de Democracia, aquellas maneras totalitarias han vuelto de la mano del los socialistas. No podía ser de otra manera: "de casta le viene al galgo".
Los controladores, como en su día pasó con RUMASA, están siendo utilizados como chivo expiatorio de un gobierno debil, que en el mismo decreto donde militarizaba a este colectivo, decretaba la retirada del subsidio de desempleo - de supervivencia, diría yo-, o la rebaja de las pensiones. Quieren provocar a este colectivo para desviar la atención de los españoles de los verdaderos problemas de nuestro país.
Rubalcaba, como en el 11-M, lo ha conseguido. Todos hemos visto a ciudadanos indignados pidiendo la cabeza de los controladores. Todos justifican que los controladores trabajen, aunque sea a punta de pistola. Bueno chicos, pues conviene que sepais que todo es empezar.
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