sábado, 31 de julio de 2010

LAS CATEQUISTAS



Ante la falta de ideas, de proyectos de futuro. Ante la ausencia de objetivos. Ante el miedo a asumir los riesgos de las responsabilidades de gobierno: nada mejor que haceros militantes, progresistas por supuesto, de lo políticamente correcto. O lo que es lo mismo el Top then e la memez política
Se trata de hacer gestos, para que parezca que hacemos algo, que generalmente nada tiene que ver con los problemas de la gente. También se trata de crear conflictos donde no los hay para que, sembrando la confrontación en temas baladíes, nos olvidemos de lo fundamental.
Como no me gusta opinar de oídas, hace un tiempo me hice con un libro de Educación para la Ciudadanía. Después de darle un repaso, al margen de algunos pasajes innecesarios, lo que más me preocupó no fue tanto la tendenciosidad de los contenidos, ni la invasión de aspectos educativos que incumben a la familia, sino el tufo a “catecismo” que impregnaba la obra. Me quedé tranquilo. Como dice mi amigo Domingo Trigueros: “déjalos, si los muchachos salen tos cambiaos”.
Ahora le toca el turno a las prohibiciones. Soy fumador de baja intensidad, no obstante procuro evitar molestar a los demás, pero me parece una exageración que se prohíba fumar en locales en los que expresamente se indica que se puede hacer. ¿Quién obliga a nadie a entrar en esos locales? Simplemente se trata de prohibir, en un alarde de progresismo memo. Se trata de dar titulares de prensa, para justificar el fracaso en otras políticas: ¿Quién se ocupa en España del crecimiento del alcoholismo, sobre todo entre los jóvenes? ¿Acaso este fenómenos no causará en un futuro tantos estragos sociales como el tabaco? ¿Qué tal una ley seca? Ánimo ministras de la pilticalli correct, que puede haber corte.
Pero en lo que las “vivis” se han superado, ha sido, en la prohibición de la publicidad de contactos en los medios de comunicación. Nunca el cinismo gubernamental llegó a cotas tan altas; con las calles llenas de meretrices, donde los contactos, a ojos vista, son de tu a tu. Ahora las que se anunciaban en medios de comunicación saldrán a la calle, o lo harán por otros medios, que la creatividad en este sector es de alto standing. En este sentido recuerdo un viaje a Tokio: Los árboles de determinadas zonas se llenaban de fotos que solo tenían adhesivo en la parte superior. En ellas estaba la foto de la señorita y su teléfono. Los usuarios solo tenían que despegar la foto y hacer la llamada. Y en todo caso siempre quedará Internet.
Pero que más da, lo importante son las apariencias. ¡Y lo bien que quedan!
Lo de los toros en Cataluña choca menos, allí el “catecismo” lleva funcionando varios lustros.
Me alegra que me venga a la memoria mi catequista, aquella chica que nos colocaba a cuatro o cinco crios, alrededor de una colosal pilastra de la herreriana colegiata de Yepes. Adornada con aquel velo negro de ganchillo, que les caía sobre la frente, nos tenía a todos enamorados. Ella esforzándose por meternos el “dogma” en la cabeza, y nosotros pecando contra el sexto mandamiento… cosas de críos.

martes, 27 de julio de 2010

LA COMPETITIVIDAD

Hace unos días llegaba a Toledo por la N.403, la llamada carretera de Ávila, cuando me encontré con un atasco que me tuvo allí unos treinta y cinco minutos. En una zona lindante con el Instituto Geofísico en el que la carretera se estrecha, se había cortado un sentido de circulación por que unos trabajadores estaban reparando la valla de ese centro. Eso ocurrió al menos un par de días más, en la zona de Toledo donde más retenciones de tráfico se producen a diario… sin necesidad de obra alguna. Unos días mas tarde en esa misma carretera en la conexión con unas variantes en construcción, ocurrió algo parecido, durante toda una mañana.
Intentando relajarme en el atasco, me dio por preguntarme cuanto dinero le costaría a todos y cada uno de nosotros y a nuestras empresas, aquella pérdida de tiempo. Cuantos trastornos en lo que se refiere a horarios de suministros y citas se producirían. A cuantos más hubo que molestar para que atendieran esas obligaciones inaplazables, a las que nosotros no podíamos atender. Cuantos perdieron la conexión con un autobús de línea o con el tren. Bien, todo esto se hubiese evitado si esas empresas hubieran hecho ese trabajo por la noche. El coste hubieran sido unos pluses de nocturnidad, y el alquiler de un grupo electrógeno. Pero además ellos hubieran trabajado con mayor comodidad, con más seguridad, y como consecuencia empleando menos tiempo.
Casos como estos se repiten a diario en calles y carreteras sin que a ningún elemento de ese ejercito de funcionarios, a los que pagamos religiosamente, se le pase por la cabeza que la prioridad son los ciudadanos y no los intereses, en ocasiones mezquinos, de cualquier fulano.
Se habla mucho de la falta de competitividad de las empresas españolas. Y se habla generalmente asociándola al marco de relaciones laborales, y muy frecuentemente con el absentismo, y yo me pregunto: ¿Qué respeto le merece al Estado este asunto? ¿A caso los trabajadores no se ven forzados a veces a pasar por absentistas por culpa de las Administraciones Públicas?
Meses atrás tuve conocimiento de un trabajador al que le dieron de baja por una tendinitis en el hombro. Este trabajador se informó de los tiempos que tendría que estar de baja hasta curar su dolencia. Por buenas composturas y sin complicaciones le dieron: dos, tres semanas lista de espera de Trauma, dos, tres semanas pruebas diagnósticas, un mes lista de espera del fisio, más el tiempo requerido para que haga efecto el tratamiento, no menos de tres meses y medio.
Como a este trabajador se le hacia insufrible la espera, se fue a la mutua con la que su empresa tenía contratadas las contingencias comunes, y les dijo: ustedes me pagan el sueldo a partir de la segunda semana de baja, me pongo a su disposición para que la baja sea lo más corta posible. En el mismo momento la vio un traumatólogo, la hicieron una ecografía y pasó la primera consulta con el fisio. La dolencia era seria, cinco semanas después estaba de alta y trabajando. Cuando este trabajador se presentó en su empresa con el alta, no se lo podían creer. La llamaron de recursos humanos. ¿Cómo era posible que una dolencia que generalmente tiene una baja de tres meses y medio, se cure en poco más de un mes? le preguntaron. La dolencia se cura en mes y medio, el resto del tiempo estamos en listas de espera, es “tiempo muerto”, contestó el trabajador.
Estoy hablando de un caso leve, si el caso es complicado o requiere operación los “tiempos muertos” se multiplican exponencialmente.
¿No sería sensato que los trabajadores con baja laboral tuvieran un protocolo, en cuanto a consulta de especialistas y pruebas diagnósticas, diferenciado del resto de los demás usuarios del Sistema Público de Salud? ¿Por qué no se deja a las mutuas que hagan el trabajo para el que se les paga? ¿Están los inspectores del sistema para algo más que para echar balones fuera?
Viendo estos casos y otros, que sería prolijo relatar, se llega a la conclusión de que la responsable del absentismo y, en la medida que corresponda, de la falta de competitividad de las empresas, es una Administración más que absentista, dimitida de todo lo que sea exigir el cumplimiento de las normas, de enfrentarse con los que las incumplen, o las bordean con subterfugios; aprovechándose del esfurzo de los trabajadores honestos, que son la mayoría.

lunes, 5 de julio de 2010

LÍMITE DE f(x)


La gente asocia las Matemáticas con el cálculo. Efectivamente, esta ciencia nos permite conocer con antelación el comportamiento, y como consecuencia, el resultado de los fenómenos físicos. La resistencia de una viga, la velocidad de un cohete, los intereses de un préstamo, son datos que las Matemáticas nos permiten evaluar, por medio de fórmulas, que no son otra cosa que la representación resumida de esos fenómenos.
Pero las Matemáticas van mucho más allá. Representan mediante fórmulas, ecuaciones o algoritmos, comportamientos mucho más complejos: evolución de la capa de ozono, previsiones económicas o el comportamiento de las células cancerígenas. Se llega incluso a situaciones en las que las Matemáticas se confunden con la Filosofía, posiblemente debido a que el adelanto de esta disciplina sobre todas las demás es considerable, y sus postulados, a fuer de no tener referencias tangibles, pasan del campo de las Ciencias Aplicadas al de la Metafísica.
Lo que nunca pude imaginar es que las Matemáticas pudieran representar de una manera tan acertada los comportamientos políticos. Hoy después de que el Tribunal Constitucional alumbrara la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, se me vino a la memoria la definición de límite de una función
Informalmente, se dice que el límite de la función f(x) es L cuando x tiende a c, y se escribe:
Lim f(x) = L
x --> c
Cuando se puede encontrar para, cada ocasión, un valor de x suficientemente próximo a c tal, que el valor de f(x) sea tan próximo a L como se desee. Pero sin llegar nunca a que el valor de x sea c (que me perdonen los de letras)
Y es que el nacionalismo catalán, igual que otros muchos, pretende separarse de España tanto como sea posible pero sin llegar nunca a la separación total. O si quieren de otra manera más al estilo de la definición de límite, pretenden aproximarse a la independencia tanto como sea posible pero sin llegar nunca a tenerla por completo.
La razón es que el día que tuviesen esa independencia se terminaría su razón de ser política, y ante la ausencia del tan socorrido “enemigo exterior”, verse en la obligación de dar cuentas a su pueblo de la gestión sobre las cosas del día a día, que afectan a los ciudadanos de esas tierras igual que a cada hijo de vecino, y que nada tiene que ver con la mitología, entre wagneriana y zarzuelera con la que los partidos nacionalistas intentan anestesiar a los que gobiernan.
La sentencia del Tribunal Constitucional, también me ha traído a la memoria la decisión de otro Tribunal Constitucional, el de Colombia. Hace unas fechas puso en su sitio a un magnífico presidente y le mandó a su casa. ¡Qué pena! no tener en España un Tribunal Constitucional como tienen algunos países del “tercer mundo”.