Lo bueno que tienen los blog es que, sin ofender a nadie, uno puede reflexionar sobre lo que le apetezca. Y hoy, después de escuchar las declaraciones de Zapatero, de visita a Cataluña, con motivo de la inauguración de la terminal del aeropuerto del Prat, a mí me apetece reflexionar sobre Cataluña, y los catalanes.
Empiezo por decir que tengo muy claro que una cosa es la opinión de los catalanes y otra muy distinta la de sus representantes, bien sean los de carácter institucional, o bien los que podríamos llamar de carácter social, en todo caso me estoy refiriendo a los que viven de la explotación del hecho diferencial.
Vaya por delante que tengo el mejor concepto de los catalanes que tengo el gusto de conocer, buenas personas que me honran con su amistad. No me importa reconocer que las pocas veces que he visitado Cataluña me he sentido tan cómodo como en cualquier sitio de España.
Pero dicho todo esto para que quede claro que no me mueve ninguna clase de prejuicio, también tengo que decir que estoy hasta el gorro de tanto chantaje histórico emocional. Da la impresión de que uno se tiene que levantar todas las mañanas dando las gracias a Cataluña por permitirnos vivir a su costa.
No es el momento de empezar el debate histórico sobre quién debe más a quién, creo que no terminaríamos nunca, aunque mi opinión es clara: En cualquier sociedad quien más tiene siempre lo hace a costa de quien tiene menos. Y desde luego la situación actual de Cataluña con respecto al resto de España es la más conveniente a sus intereses económicos. Otra cosa es que haya personas que vean su razón de ser en el permanente agravio, explotando un hecho diferencial que solo favorece a sus exclusivos intereses particulares o de partido.
Por todo ello y a fuer de dar la razón a estos vividores del hecho diferencial, pido solemnemente y con toda seriedad la total independencia de España con respecto de Cataluña.
De esa manera, y para empezar me acostaré todas las noches con la conciencia tranquila de no estar explotando a nuestros queridos vecinos. Ya no habrá discusiones con las balanzas fiscales, lo suyo para ellos y lo demás para nosotros, de paso sabremos a ciencia cierta quién da más a quién. Para empezar nos ahorraremos el IVA que recaudan las empresas catalanas cuando venden sus productos en España y que ahora reclaman para sí y obtienen en parte.
Seguro que a partir de ese momento, como ya no tienen ningún “enemigo a las puertas”, empezarán a preocuparse de sus problemas y a pedir cuentas a sus políticos que ahora se van de rositas dado que, los que presumen de tener que preocuparse de la construcción de una patria, no pueden andar entreteniéndose con el PIB el paro u otras zarandajas.
Como ya no habrá imposición del idioma empezarán a aparecer en Cataluña colegios bilingües, donde se podrá estudiar en catalán y en castellano. Como ahora habrá colegios en los que se pueda estudiar en catalán y en inglés. Es decir el castellano dejará de estar perseguido porque no será políticamente rentable.
Desaparecerá el chantaje de los grupos catalanes en el Congreso, que han convertido sus apoyos parlamentarios en moneda de cambio para “pillar” todo lo que se les pone por delante, desvirtuando el primer objetivo de cualquier Parlamento, que es el bien común, para convertirle en el mercado de sus intereses.
Desaparecerá la distorsión que supone que pequeños grupos decidan en cada momento quien será el que Gobierne España, no en función de lo que más interese a los españoles, sino de lo que más les interese a ellos.
Como las pensiones se pagan con las aportaciones de los trabajadores en activo en cada momento, nos ahorraremos las pensiones de todos los jubilados de Cataluña, que seguro son las más altas de España.
El Barcelona solo podrá jugar la liga con ¡el Español! que no deja de tener su gracia.
Cuando lo catalanes no tengan el pretexto de Madrid para justificar sus problemas, no faltarán los que digan que con España estaban mejor. Esos que ahora lo piensan, pero se lo callan porque les va bien.
No es que me haya vuelto loco, es que me molesta vivir con los que se sienten incómodos con mi presencia. Pero me molesta más vivir con los que solo quieren estar a mi lado para lo que les interesa. Con respecto a Cataluña no tengo más compromiso que con aquellos que se sientan a gusto en España. Posiblemente sean muchos, quizá más de lo que nos podemos imaginar, pero sería bueno que de vez en cuando me lo dijeran.
Quizá para que esto ocurra deberíamos empezar a opinar desde España de esta manera, pues nuestros silencios, fruto posiblemente de nuestro complejo, solo hace que reafirmarlos en sus posiciones.
Y por supuesto nada de “unidos por la Corona” y tontunas de esas, que si la Corona pretende algo semejante por mí que se la queden los catalanes, que yo me hago republicano. Bueno, republicano beligerante, que intelectualmente hablando, republicano ya lo soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario