Hace unos días, cuando veía en las noticias la reunión de
presidentes autonómicos, se me vino a la cabeza el comentario de un autor,
referido a la caída del Imperio Romano. Decía aquel hombre que el Imperio
Romano no cayó cuando los bárbaros le invadieron. El Imperio cayó cuando los
soldados romanos empezaron a saquear las riquezas de sus pueblos y ciudades. Cuando la mayor
fuerza de la que disponía ese imperio se volvió en contra de su propio pueblo.
Pues que queréis que os diga, a mí se me vino esa imagen, cuando
ves unos señores, que supuestamente nos representan, pedir más y más dinero,
sobre todo para tener más y más funcionarios, que vienen ser los soldados del
imperio, y para que trabajen menos horas…parece lógica la asociación de
imágenes. Allí solo se habló de subir impuestos, incluso, censurando a aquellos
que no los suben demasiado.
Ya se han quitado la máscara, ya no les da vergüenza de
decirlo claramente: “hay que saquear los bolsillos de los ciudadanos si queremos
mantener los servicios públicos”.
Esa es la coartada: “los servicios públicos”. Esos servicios
que cada día son peores, no porque no haya recursos para financiarlos, sino
porque cada día tienen que soportar el peso de su pésima gestión. Gestión
únicamente orientada a la buena vida de los que viven de ellos, que además son
demasiados y por no dejarme nada en el tintero, y por si fuera poco,
íntimamente relacionados con el poder político
Los gasto ingentes de la Administración Pública, no se
justifican por la prestación de unos servicios, sino por el mantenimiento de un estatus de sus
componentes que es incompatible con una gestión moderna y eficaz. De esta
“casta” no se ocupa nadie, ni siquiera los nuevos de Podemos o de Ciudadanos,
entre otras cosas porque forman parte de ella. Éste es el verdadero problema.
No se podrán prestar servicios eficaces con la losa del
CAPITULO 1 (personal) de los presupuestos de las Administraciones Públicas, que
supone el 50% de todos los recursos corrientes de las Administraciones.
Se habla de privatizar servicios. Da lo mismo estar a favor o
en contra, la cuestión que se plantea es si podemos soportar unos servicios
públicos caros e ineficaces, por la mala gestión de sus responsables, en muchos
casos, maniatados por la fuerza de las interminables reivindicaciones de sus
trabajadores y por la falta de compromiso de los políticos con una gestión
eficaz.
Si a eso sumamos la soberbia
funcionarial, el desamparo de los ciudadanos ante sus excesos, la
consideración de presunto delincuente que se te adjudica en cualquier tipo de
relación con ellos, la verdad, dan ganas de de mandarlo todo a paseo y
convertirte en insumiso.
En España la Administración Pública no está al servicio del
ciudadano, está al servicio de sí misma, al ciudadano solo le quedan los
Tribunales de Justicia.
Un tiempo atrás criticaba la permanente violación del las
leyes y del sentido común, por parte de la Administración Tributaria, a la hora
de grabar las transmisiones de bienes, fijando valores desmesurados, que no se
correspondían ni de lejos con el valor del mercado. Lo hacía entre otras
razones porque tenía muy cerca un caso vergonzoso. Hace unos días recibimos la
noticia de que el TSJ de Castilla la Mancha daba la razón a estos ciudadanos,
que obligaba a devolver el dinero cobrado, pagar los intereses y condenaba en
costas a la Administración Regional y a
la Central.
Lo de “condenar en costas” me sorprendió, lo consulté con el
abogado y me dijo que algunos jueces, ante los abusos del Estado, están
empezando a condenar en costas a la Administración, para que empiecen a
pensarse hacer caso a la gente cuando recurre con razones. Si las costas, pensé
yo, las tuviesen que pagar los que en instancias anteriores no hicieron caso de
las alegaciones de estos ciudadanos, a lo mejor se lo pensaban, pero las costas
al final las pagamos todos con nuestros impuestos y en cambio los funcionarios,
¡son inmunes!
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