Reconozco mi incapacidad para entender la
dinámica del mundo musulmán. Ése afán de matarse entre ellos y a los que pillan
de los alrededores, en orden a no se sabe que criterios de carácter teológico,
me perece carente de todo lógica. Esa actitud parece mas propia del
fanatismo que hace mucho tiempo abandonaron otra confesiones religiosas, entre
ellas el cristianismo.
No creo que haya confesión alguna que justifique
la muerte de nadie, ni el martirio de los propios, sobre todo cuando se busca ex
profeso. No creo que haya confesión alguna que tuviera en sus orígenes la
maldad, la muerte, la opresión o la injusticia. No creo que los profetas que
dieron origen a estas confesiones, tuvieran en su fuero interno otro fin que la
riqueza espiritual, la justicia, y sobre todo la defensa de la vida.
Históricamente ha ocurrido que las confesiones
religiosas han sido motivo, o pretexto, para todo tipo de desmanes,
generalmente orientados a conseguir el poder. Resultan incomprensibles
episodios de la Iglesia Católica, si no son vistos desde la óptica de la
ambición humana por la riqueza y por el poder. Sobre todo porque la primera
conduce a la segunda. Las grandes construcciones religiosas, las obras de arte
que las adornan, la riqueza que realza su belleza, no tiene como objetivo
realzar la grandeza de Dios, Él ya es grande por definición. Ese derroche solo
tiene el objeto de hacer sentir a los feligreses el poder de los representantes
de esa Iglesia.
Solo la cultura y la información han ido sacando
a los deudos de las distintas confesiones religiosas de su dependencia
absoluta, para pasar a ser un aspecto de la vida más o menos importante, pero
en todo caso, perteneciente al ámbito personal o familiar. Y a mi juicio esa es
la gran batalla que se está produciendo en el mundo musulmán.
En el mundo musulmán se están enfrentando dos
tendencias, los que quieren adaptar sus creencias a los cambios de los tiempos,
y aquellos que quieren seguir anclados en el siglo XII. No creo sea
tanto un problema de Chiitas o Sunitas, cuanto de quienes quieren mantenerse en
el pasado, so pretexto de una pretendida pureza teológica, y los que quieren
poder vivir una vida adecuada a los tiempos que corren. Todos con la sana
intención de acaparar el poder.
Dudo que el talibán que mata a una chica por
enseñar a leer, desprecie el medicamento que le ofrezca una enfermera para quitarle el dolor de muelas, o una operación a corazón abierto en un
quirófano supermoderno, cirujanas incluidas, que le pueda salvar la vida. Solo
se trata de alardes de poder: bien sea sobre las mujeres que quieren
enriquecerse con la cultura, o contra una comisaría de policía, como exponente
uniformado de respeto a leyes de carácter civil, con un coche bomba.
Se trata de dejar claro quién manda. Luego, eso se
puede justificar con interpretaciones del Corán, con los suras, o las aleyas;
pero lo que se pretende no es la salvación de las almas, sino la permanencia en
el poder.
Se ha visto claro en Egipto, cuando llegaron los
Hermanos Musulmanes, en vez de gobernar para todo los egipcios, se dedicaron a
poner piedrecitas para montar su parcela teocrática. Pero en ese país había la
suficiente tradición de modernidad para pararles en seco. Magnífico pretexto
para un ejército que es un estado dentro del propio estado egipcio. Otro
pretexto.
En Turquía Erdogán, anda con más tiento,
por la tradición laica del estado creado por Ataturk, y por la presencia de un
ejército de una importancia estratégica, para Occidente, muy importante. Lo de
crear piscinas separadas para distintos sexos en las olimpiadas, tiene toda la
pinta de ser un guiño a la galería, que demuestra las dificultades para hacer
reformas de más calado. Y de paso quitarse de encima unas olimpiadas que
supondrían una invasión de modernidad que este señor no parece desear.
Por eso no creo en las bondades de la llamada
"primavera árabe". Se están produciendo levantamientos contra
regímenes totalitarios, bien es cierto; pero para ser sustituidos por otros a
los que no se ve claro vayan a ser mejores que los que estaban.
Y en medio de ese batalla campal el pueblo llano
que seguro que les da lo mismo los chiitas que los sunitas. Que solo desean
vivir en paz, disfrutando de sus creencias religiosas sin que tengan
necesariamente que ser motivo de muere y miseria.
Pero lo que es inconcebible es que Occidente se
meta en esos avisperos, para poner orden. El gaseo de los civiles sirios,
siendo un acto reprobable, no lo es menos que las muertes de miles de personas
que a diario son víctimas del hambre ante la indiferencia occidental. ¿cómo se
justifica el rigor de Occidente en el caso de Siria?. El mismo Occidente que
mantiene el status quo en numerosos países, donde sus ciudadanos carecen de
todo, mientras hacen sustanciosos negocios con los déspotas que les gobiernan.
Ya escribí en este blog sobre las razones de las
intervenciones en Libia y Mali: la protección de los intereses de Francia en el
área económica del franco C.F.A. Me temo que lo de Siria sea algo
parecido.
Al final, posiblemente, el problema para
los habitantes de estos países, estén en uno o en otro bando, sea que la diferencia con
respecto al siglo XII solo sea de apariencias.