Se está hablando mucho de la financiación de los
partidos, y asombra las pocas ganas de los habladores del tema en clarificar la
evidente realidad de este, siempre, espinoso asunto.
Habría que empezar diciendo que hay dos tipos de financiación
en las organizaciones políticas: la que tiene que ver con el funcionamiento
ordinario de los partidos, que por lo que tienen de ordinaria suele proceder de
ingresos periódicos, como son las fichas de los militantes, las cuotas a los
cargos electos, y las transferencias de los grupos institucionales en
ayuntamientos, diputaciones, cortes regionales, Congreso y Senado.
En estos casos es difícil la financiación
irregular, pues tanto el presupuesto de ingresos como el de gasto están muy controlados
por todo tipo de auditorías. Bueno siempre cabe una pequeña trampa, como fue el
caso, por poner un ejemplo, de la sede de Santamaría la Blanca del PSOE de
Toledo que se construyó con un préstamo de diez millones de pesetas de CCM que
posteriormente les fue condonado. Ahora que Rubalcaba habla tanto de la
financiación del PP debería saber que la sede de Toledo se hizo con cargo a la
Obra Social de CCM que solía ser la destinataria de los superávits de esta
entidad.
El problema se plantea peliagudo cuando hay que
hacer frente los gastos de las campañas electorales. En estas ocasiones
es cuando el desmadre hace su aparición. Es asombroso ver como se pierde la
media y el tino en gastos que influyen mucho menos de lo que pensamos en los
resultados electorales... pero eso cuéntaselo a los líderes, y a sus asesores,
no hay manera de meterles en la cabeza de inutilidad de tanto gasto. Cuando
está en juego el Poder todo vale, hasta tirar el dinero. Y bien que lo tiran.
La financiación de esta vorágine de gasto, difícilmente
puede ampararse con recursos electorales de recibo, como son las cantidades
transferidas por el Estado en función de los votos obtenidos en las elecciones
precedentes. Cantidades que además limitan el tope de gasto de cada formación
política. Ese jolgorio de gasto solo puede ampararse desde la financiación irregular
que hace su aparición en las campañas electorales y que está a la vista del
todo el que lo quiera ver.
Cualquier ciudadano que salga a la calle en el
transcurso de una campaña electoral, a poco informado que esté, debería darse
cuenta de que ese despilfarro solo puede tener un origen cuando menos dudoso.
Pero eso que salta a la vista de cualquiera, lo está también a la vista de los
jueces los fiscales y sobre todo de los medios de comunicación, que son los más
importantes destinatarios de tanto derroche.
Las campañas electorales son sobre todo campañas
de comunicación, por tanto es lógico que sean los medios de comunicación, en su
acepción más extensa, los receptores de tan ingente cantidad de recursos.
Vallas publicitarias, marquesinas, autobuses,
cuñas en radio y televisión, faldones en prensa escrita, vehículos sedes de
campana, personal, escenarios , iluminación, megafonías, buzoneos, merchandaising,
autobuses para llenar los mítines, legiones de comunity manager, encuestas. Millones
de euros gastados en convencer que, parece ser, nadie se pregunta de dónde
salen.
Asombra el rigor de tertulianos y comentarista de
todo tipo y condición, haciéndose de nuevas cuando de las cuentas del PP se
trata. No sé porqué tienen que esperar a lo que diga Bárcenas.Yo les animaría a consultar con los departamentos comerciales de
sus empresas para comprobar cuánto dinero se gasta en las campañas citadas.
Comprobarían que el PP no gasta más que otros muchos. Que todos sobrepasan los
topes de gasto. Pero también comprobarían
que para disimular ese dispendio, en ocasiones, se cambian los conceptos de
facturación, e incluso el titular de la factura. Vamos que son colaboradores necesarios
para llevar a buen puerto este desmadre. Eso sí también comprobarían que sin
esas macrocampañas su cuenta de resultados se vería mermada sensiblemente.
Por supuesto que esas preguntas se las deberían
hacer los partidos que tanto nos critican; que todos, en mayor o menor medida, “pisan
el mismo cable”. Y digo todos. Hasta los de IU que van tan de honestos por la
vida. Lo de éstos es más largo de explicar, por eso mejor dejarlo para otra ocasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario