Soy poco aficionado a las bodas, no obstante en la última me divertí, tuve la suerte de sentarme junto a una mujer singular. Era una señora de Mali, pasaba la cincuentena, todo en ella era grande, la estatura, el sombrero que lleva puesto, el Cadillac que dejó aparcado a la puerta. Era una empresaria que llevaba más de treinta años en España, y simultaneaba su negocio en España de peluquería y cosméticos, con los que tenía en Mali. En la conversación como era de esperar salió la cuestión de la “primavera árabe”, en Mali lo son. Lo que nos contó me dejo de piedra, no solo por lo sorprendente de las cosas que decía, si no porque empezaron a cuadrarme algunas cuestiones que no terminaba de entender, principalmente por lo que se refiere al conflicto con Gadafi.
No entendía por qué razón el conflicto de Libia tenía que ser diferente al de otros países de la zona. No entendía las razones de la intervención de la OTAN, no entendía las razones por las que, en esta ocasión a diferencia de IRAK, Francia se ponía a la cabeza de la manifestación, la visita de Sarkozy a Trípoli. Esta señora lo explicó claramente:
En África hay catorce países que tienen como moneda el Franco, se llama el Franco CFA (franco de la comunidad financiera de África) pero que antes significaba franco de la “comunidad francesa de África”. Si miramos el mapa de esos países vemos que en casi su totalidad rodean a Libia. Libia en los últimos años había estando invirtiendo fuertes sumas en esos países, para construir infraestructuras y equipamiento de todo tipo ¡a interés cero! Pretendía hacer una confederación de países con el objetivo de sacudirse el yugo de Francia y en menos medida de Inglaterra.
Es curioso como los progres hablan de imperialismo, cuando en la casa de al lado tenemos puro y simple colonialismo, ese del siglo XIX. El colonialismo retratado magistralmente, en el Sueño del Celta, de Mario Vargas Llosa, o en el Corazón de las Tinieblas de Conrad. Francia tiene en esa zona un excelente negocio basado en la explotación de los abundantes recursos naturales, mientras mantiene a los habitantes de esos pueblos en la tradicional indolencia, que caracterizó al colonialismo decimonónico, y que tan buenos resultados produjo en las metrópolis.
Bueno, ya sabemos para qué hemos ido a Libia: a sacarle las “castañas del fuego” a Sarkozy. A mantener al “Grandeur de la France”, a mantener un “status quo” que tiene como seña de identidad, la explotación colonial de los pueblos de África Central y Occidental, a frustrar un conato de independencia real de esos pueblos. A malograr un proyecto de regeneración cultural y de crecimiento personal de sus habitantes. Nunca pensé que la verdadera “primavera árabe”, será la que traiga la independencia de esos pueblos de su verdadero opresor: los intereses de Francia.
Ahora me cuadra todo, ¡que prisa se dieron Sarkozy y Cameron para presentarse en Trípoli! Había que presentarse como los salvadores de un pueblo, como líderes de la “liberté”, como “protectores” de la población civil. Ese fue el pretexto para la intervención, cuando lo que realmente estaban protegiendo eran sus intereses económicos.
Ahora a los países del entrono, donde estos tienen sus negocios, se les deja dos cosas claras: nosotros, los franceses, somos los defensores de la población civil, y por otra parte estamos dispuestos a intervenir con las fuerzas de la OTAN si fuese necesario. Es decir que si a alguno se pone tonto le monto dos manifestaciones de “rebeldes” y en orden a su protección te meto a la OTAN hasta la cocina.
A Irak fuimos porque Bush, después de lo de la Torres Gemelas, tenía que dar un “sopapo” a alguien, e Irak era un buen candidato después de que su padre lo dejara a medias unos años antes. A Libia hemos ido a proteger la “mamandurria” de Francia.
¿Y donde están los del “no a la guerra”?