domingo, 5 de junio de 2011

NUEVA OPORNUNIDAD

Las elecciones municipales y autonómicas han resultado ser un éxito para el Partido Popular, la marea se ha llevado por delante los bastiones más sólidos del socialismo. Algo parecido vivimos en el 95, pero sería bueno recordar que aquella fiesta apenas duró una legislatura.

En aquella ocasión fueron los desmanes de Roldan y demás compañeros mártires los que le dieron el gobierno al PP. En esta han sido los de un presidente iluminado rodeado del mayor grado de mediocridad nunca visto en gobierno alguno.

Pero sería bueno no engañarse y eludir un elemento presente en estas elecciones que no se dio en las del 95. Me estoy refiriendo al hartazgo que de la clase política tiene el pueblo en general. Muchos de los votos que hemos recibido son consecuencia de la determinación de infligir al partido gobernante el mayor castigo posible, de salvar lo poco que va quedando de una España maltrecha, victima de las ocurrencias de un gobierno de incapaces. Pero otros muchos nos votaron para darse a sí mismos la oportunidad de agotar todas las posibilidades democráticas, entre la que lógicamente se encuentra el PP.

Sería un error pensar que hemos ganado estas elecciones porque somos los mejores. Muy al contrario el pueblo español nos ha dado esta oportunidad, no para demostrar que somos mejores, sin para demostrar que somos distintos.

El pueblo español nos ha dado su confianza no solo para que gobernemos mejor, con los antecedentes sería tarea fácil, sino para cambiar un estado de cosas que nos han llevado a una situación política caracterizada por un deterioro democrático sin precedentes.

Y el que no vea esto es que está ciego, y no pasarán muchos meses antes de que se lo digan en la calle. Si los necesarios ajusten no van acompañados de cambios profundos en las comportamientos, las concentraciones del del 15-M serán un juego de niños comparado con lo que nos espera.

Tan importante como controlar el gasto corriente, el endeudamiento, o el capítulo de personal, es que cuando los políticos se tomen una caña, un café, o coman fuera de su casa, lo paguen de su bolsillo, ¡coño que algunos ni eso!

Pero además hay un elemento que en el PP nunca hemos abordado con determinación. Me estoy refiriendo a la necesidad de hacernos respetar. A lo largo de mi vida política me he encontrado con personas que a pesar de manifestar su afinidad política con nuestro partido, les faltaba tiempo para ponerse al servicio del PSOE. No se si sería por miedo, por interés, por necesidad, o por el cariño que les daban, pero así era. El resultado era demoledor por la credibilidad que suponía, para los socialistas, que personas que manifestaban claramente su afinidad con nosotros, se pusieran sin recato al servicio de nuestros adversarios políticos.

Se hace por tanto imprescindible que seamos capaces de generar ese respeto, no se si en base al miedo, al cariño o al interés, pero si no lo hacemos, cuando pase el subidón electoral, empezaremos a notar como se mueve la tierra bajo nuestros pies. Tierra minada por casi treinta años de poder omnímodo de los socialistas. Los deudos de ese régimen están ahí, agazapados en las instituciones, en los cuarteles de invierno , prestos a dar la batalla al menor signo de flaqueza.

Sería un error, que ya cometimos en el 95, hacer méritos ante estos deudos, a la espera de recibir su placet, su certificado de demócrata, o el título de progresista. Para hacernos respetar en primer lugar tenemos que respetarnos a nosotros mimos, y dejar claro que nuestra ideología, nuestros criterios políticos son homologables con los de cualquier democracia occidental y que a diferencia de los postulados de la izquierda van en orden al bien común, en vez del ir en beneficio de la parroquia.

Y todos aquellos que durante lustros convirtieron esta tierra en una satrapía indecente que ahora la disfruten en su casa acompañados, si hace falta, de aquellos de los nuestros que no estén dispuestos a dar esta batalla, sin duda la primera y la más importante que debemos ganar.

No hay comentarios: