martes, 17 de noviembre de 2009

ESCUCHAS

Las noticias de los últimos días sobre escuchas telefónicas, imagino, habrán sacado a más de uno de la inopia en la que se encontraba confiando en el supuesto Estado de Derecho que nos ampara. No sé si será producto de mi educación en un cuartel de la Guardia Civil, o por ser empleado de Telefónica, pero me sorprende la candidez de algunos políticos, que en puestos de responsabilidad, hayan sido tan pardillos de rajar por el teléfono lo que todos hemos tenido la oportunidad de leer en los distintos medios de comunicación.
Antes de SITEL, las escucha ordenadas por un juez, tenían la virtud de la necesaria concurrencia de un policía, de lugar donde se realizaba la escucha, y del empleado de la Telefónica que correspondiese a ese lugar, y me consta que al menos este último no se casaba ni con su padre. Además la escuchas se circunscribían al terminal telefónico objeto de la causa, sin que según los casos, como ocurría cuando les centrales eran analógicas, se tuviera conocimiento del número de teléfono del que partía la llamada. Es decir se sabía quien hablaba pero no desde donde. Bien es verdad que esto último se terminó cuando las centrales se fueron digitalizando. El hecho del conocimiento del teléfono desde el que se llama, fue un avance de la incorporación de la tecnología digital en las centrales telefónicas, que no conozco si tiene cobertura legal o se implementó sobre la marcha. En todo caso esto último se puede suprimir a gusto del titular de la línea.
El sistema SITEL tiene en este sentido algunas características que le hacen más perverso: No necesita de la concurrencia de un policía distinto en cada caso y un civil también distinto en cada caso en función del la central donde se ubique el teléfono. Las escuchas se hacen desde un solo centro por personal adscrito por el Ministerio del Interior. Pueden escucha cualquier teléfono de cualquier central sin más inconvenientes, solo necesitan una línea de datos con cada uno de los nodos de las distintas operadoras de móviles. Además, y ese es la gran novedad de este sistema, dice donde se encuentra ese teléfono… aproximadamente.
Esta característica requiere una sucinta explicación: Las estaciones de móviles se distribuyen según un sistema celular. Digamos que se distribuyen en forma de celdas de abejas. Para que estos teléfonos sean realmente móviles deben tener la característica de poder pasar de una estación a otra sin que la comunicación se vea interrumpida, es lo que se llama hand-off. Para conseguir esto, cada móvil, en cada momento, puede estar en contacto con varias estaciones de los alrededores, pero el sistema te conectará con la que dé la mejor calidad de señal. Lógicamente el nivel de señal de nuestro móvil en cada una de estas estaciones dependerá, de las condiciones de propagación de la señal, pero sobre todo de la distancia. Como además las antenas de las estaciones generalmente son direccionales, se puede hacer un cálculo aproximado de la situación del móvil, en función del nivel de señal en cada una de las estaciones que le tienen “cogido” y de la dirección de la antena por donde entra esa señal. Este sistema de localización no es un GPS, como algunos piensan, es mucho más impreciso sobre todo en espacios abiertos donde el número de instalaciones escasea, pero en todo caso la información es valiosa. Conviene saber que este sistema de localización lo tiene implementado los servicios de Urgencias y Emergencias -112-.
¿Qué hacer? Lo más fácil hablar por los teléfonos fijos, de los que previamente deberemos de solicitar a Telefónica que no envíen el identificativo de la línea. Al decir por teléfonos fijos quiero decir de fijo a fijo. Suprimir los “identificativos de línea en origen”, en fijos y móviles, Hablar con la precaución de que en todo caso podríamos ser escuchados. Sería bueno que además el partido implementase “un grupo cerrado de abonados”, para comunicaciones internas, a ser posible encriptadas.
Vamos que nos habíamos creído lo del Estado de Derecho. Bueno tampoco hay que quejarse, tenemos el Estado de Derecho de “1984”.

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