Esto parece el mundo al revés. Después de aguantar estoico un debate de estas características, después de ver la debacle de un Zapatero sin rumbo, con un rosario de propuestas, sin contenido real; que no es que fuesen “conejos sacados de una chistera”, es que en un alarde de malabarismo, un instante después los conejos se desvanecían quedando en nada. Cómo se puede considerar una propuesta seria los quinientos euros del plan prever, que prevé que las marcas de automóviles pongan mil euros, cuando estas marcas, por sí mismas, están haciendo rebajas de tres mil. Después de ver la réplica de Rajoy, la más contundente que yo jamás haya presenciado en el Parlamento. Después de escuchar la contrarréplica, sin sustancia alguna, del Presidente: Frases hechas por doquier, lugares comunes a mansalva, referencias pretéritas de aburrimiento, y demás florituras del “politically correct” al uso, resulta que hemos empatado el debate; en el mejor de los casos.
Creo que al margen del enojo que esto pueda producirnos, deberíamos “darle una vuelta”, y analizar qué es lo que está ocurriendo en este país. Cómo se puede despistar un pueblo de tal manera, para que con la que nos está cayendo un personaje como Zapatero pueda salir “vivo” de un debate de estas características. ¿O, acaso no están tan despistados los españoles?
A mi juicio hay varias cuestiones que podrían influir en este estado de cosas:
Por una parte creo que un pueblo que se equivocó clamorosamente en las elecciones del 11M (y no me equivoco de fecha), que vio impávido la venta de España en el Statut, la negociación con ETA, la persecución del castellano y otras lindezas por el estilo, podemos decir que ha pasado de la categoría de pueblo equivocado a la de pueblo moralmente secuestrado. Si además esas actuaciones se refrendan por segunda vez, como ocurrió en las elecciones del año pasado, honestamente, creo que una parte importante del electorado se siente rehén de este gobierno, ante la incapacidad de reconocer su error; y en esa huída hacia adelante, no le queda otro pretexto que decir que la alternativa no le gusta, por más que esa postura no resista el más leve análisis. No quieren reconocer el error que cometieron, dándole la razón a Mariano Rajoy, así de simple. Si cualquier español le perdonara a Mariano Rajoy la cuarta parte de lo que le están perdonando a Zapatero, el PP ganaría de calle cualquier confrontación electoral. El problema es que a Rajoy no se lo perdonan.
Otra cuestión a analizar es si Mariano Rajoy, en ese debate, no dijo lo que muchos españoles le querían oír, yo creo que no lo hizo. La crisis económica está golpeando con mucha dureza a los ciudadanos de España, pero esos ciudadanos están esperando a que alguien cante, de una vez por todas, “las verdades del Barquero”. El PP, por pura lógica, nunca ganará al PSOE unas elecciones haciendo lo mismo que él, para ello es necesario que el PP construya su propio discurso, y hay material más que suficiente. Hay que entrar en el hecho real de que más subvención, subsidio o déficit, equivale a más paro. Hay que entrar en el hecho cierto de que algunos derechos consolidados por los trabajadores son causa directa de la destrucción de empleo. Hay que entrar en la conculcación de los derechos ciudadanos en determinados autonomías. Hay que entrar en dar marcha atrás en le cesión de competencias, y más cuando vemos como hay lugares donde se están tomando las que no tienen. Hay que entrar en poner freno a la disparidad legislativa que produce el Estado de las Autonomías, y que aburre el más paciente inversor. Hay que poner freno a la contratación masiva de funcionarios, un lastre que no hay economía que lo aguante. Podría seguir pero no quiero cansar con algo, por otra parte, ya sabido por todos.
Sé que los riesgos son muchos, que habrá que tumbar muchos gigantes, pero a este País solo le sacará de la postración en que se encuentra el que esté dispuesto a hablar directamente a los ciudadanos, por encima de sus adversarios políticos, de los medios de comunicación, de los sindicatos, de muchos intelectuales, de los Al Gore de turno, y posiblemente por encima de no pocos de su partido. Es difícil pero no imposible, Margaret Thatcher lo consiguió en parecidas circunstancias.
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