Un calor inmisericorde caía sobre la Ronda de Buenavista de Toledo aquella tarde de verano del año 97. Atrincherados en la sede del PP, el gerente del partido y yo, entonces presidente del mismo, no podíamos dar crédito a lo que veían nuestros ojos. Entre cincuenta y sesenta personas, en el exterior de la misma, pancartas en mano nos increpaban, eran trabajadores de la CCM que protestaban por unas declaraciones que habíamos hecho el entonces presidente regional Agustín Conde y yo mismo sobre la Ley de Cajas y que a su juicio podía perjudicarles. Un hecho insólito donde los haya. Ya son raras las manifestaciones en Toledo, pero una manifestación de empleados de CCM, posiblemente los trabajadores mejor pagados de la Región, era un hecho del que yo no conocía precedentes en la historia del “movimiento obrero” dentro de la entidad y que no creo se haya vuelto a repetir.
Para entender semejante despropósito hay que analizar los antecedentes: En el año 95 en PSOE pierde gran parte de su poder municipal, el PP se alza con la victoria en las grandes capitales y diputaciones. Bono gana las Elecciones Regionales por un estrecho margen, como consecuencia la Caja de Castilla la Mancha cae en manos del PP. Por si fuera poco el año 96 el PP gana las elecciones generales, Bono no puede dar un paso sin la obligación entenderse con un mandatario del PP. ¡Bono está sitiado!
Con este estado de cosas Bono no tiene más remedio que buscar apoyos donde los haya, ¿y qué mejor apoyo que el de una solvente entidad de crédito? De urgencia pone en marcha un proyecto de ley para modificar la Ley de Cajas de Castilla la Mancha a la medida de sus intereses, se modifica la representación de los consejeros de las distintas entidades que componían la Caja, y se hace de tal manera que a él le salgan las cuentas. Una usurpación en toda regla.
Era evidente que aquel movimiento tenía un marcado carácter político, se trataba de hacerse con la Caja descaradamente para usarla en su propio beneficio, y así lo manifestamos desde el PP, cuando tanto Agustín Conde como yo dijimos que aquello iba a ser la “ruina” para la CCM.
Nunca pensé que aquellas palabras iban a ser premonitorias de lo que sucedería doce años después y bien que lo siento. La Caja me dio la primera hipoteca para comprar mi vivienda, siempre he trabajado con ella, los empleados eran más amigos que otra cosa, años después fui consejero, eran los tiempos de Juan Molero, cuando la Caja la gobernaban profesionales y los Directores Generales sabían parar los pies a los que pretendían aprovecharse de ella. Ahora vemos como lo que costó cincuenta años levantar se ha venido abajo, merced a la ineptitud de unos gestores sin escrúpulos que tomaron a esta entidad como un cortijo.
No nos equivocábamos Agustín y yo cuando avisamos de lo que iba a suceder, y si mucho los “aguerridos cantamañanas” que se manifestaron aquella tórrida tarde frente a la sede del PP de Toledo. Me queda por saber qué tal se lo pagaron.
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