Si hubiera que buscar un elemento común a los partidos
políticos en la actualidad, sería su permanente actitud de situarse de espaldas
a su pueblo. Yo diría más, a su pueblo a sus electores, inclusos a sus
militantes.
La situación en Cataluña está sacando a la luz hasta qué
punto esto es cierto. El pueblo español está huérfano de dirigentes, solo
tenemos unos burócratas más que acomodados,
empoltronados, suficientes de sí mismos, que se creen con el derecho de
pensar por nosotros, porque suponen que no llegamos a la altura de su
sapiencia.
Que todo lo ocurrido
se salde con que Rajoy convoque las elecciones que no se atrevió a convocar
Puigdemon el día de antes, es una broma siniestra que deja a los ciudadanos
españoles, y sobre todo a los que viven en Cataluña con el culo al aire,
huérfanos de la protección que un estado serio y digno debería proporcionarles.
Todos contentos, Iceta ya hasta va a la manifestación de los
constitucionalistas porque ha sido capaz de sacar de Rajoy lo que no consiguió
de Puigdemon. Rivera tan contento porque Arimadas seguirá siendo lideresa de la
oposición, pero eso sí, con algún diputado más. Y Rajoy encantado de haber
hecho lo que querían unos y otros, pero que es muy diferente de lo que dijo los
días anteriores, cuando solicitó la aplicación del 155 al Senado.
Una vez más el pasteleo, que algunos llaman política, pero
que deja de serlo para configurarse como auténtico pasteleo cuando se hace de
espaldas al pueblo. Cuando se hace de espaldas al pueblo para llevarle del
ramal a una reforma constitucional que deje a Cataluña a las puertas de la que
entonces ya será inevitable: la
independencia.
Y dónde quedamos los españoles, insisto, y sobre todo los de
Cataluña. ¿Cómo se van a convocar unas elecciones en un territorio viciado de
autoritarismo y manipulación separatista? ¿Cómo se van a convocar unas
elecciones cuyo leitmotiv será la independencia, con cientos de organizaciones
subvencionadas por la Generalidad a su favor? ¿Cómo se pueden convocar unas
elecciones en una región enferma de odio, sectarismo y rencor?
España entera clama en contra de que en Cataluña se haga algo, antes de someterla a una cura democrática que termine con el neonazismo
imperante. Antes de que los resortes del poder vuelvan a su condición de
democráticos. Policía, televisiones, instituciones de control, todos los
elementos que configuran un estado en democracia, están viciados de sectarismo
y falta de respeto a las normas. Cómo se pueden convocar elecciones en esas
condiciones, si no es por el interés cortoplacista de los mequetrefes que nos
gobiernan.
¿Por qué los políticos, tan democráticos ellos, no nos
preguntan a los españoles que pensamos del Estado de las Autonomías? Que
pensamos de una organización territorial cada vez menos solidaria, y cada vez
con más gerifaltes, porque eso son, que alimentar.
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