Los hechos acaecidos en Cataluña en los últimos tiempos, al
menos, han tenido una consecuencia positiva. Los españoles se han sacudido
decenios de generosidad y aguante, al dar por buenas las razones que nuestros
políticos y líderes sociales nos sugerían para quitar importancia a lo que eran
constantes agresiones a nuestra identidad.
Parece que los españoles hemos dicho basta.
Que nos gusta nuestra bandera, nuestro país, nuestra gente. Que somos tan
buenos y tan inteligentes como el que más. Y que una cosa es ser generoso y
otra tener la obligación de serlo, para que los que comen del presupuesto, que
todos pagamos, lo sigan haciendo.
Una de las acciones más sonadas de estos últimos días, es el
mal llamado boicot a los productos catalanes. Los adalides de lo políticamente
correcto, que también dependen del presupuesto, se han puesto en marcha. Ellos
tan güais como siempre se apresuran a decirnos lo malos que somos.
Una vez más se nos intenta manipular, como ocurrió días atrás
en el programa de Carlos Herrera en la 1. Ningún contertulio, ni siquiera
Carlos Herrera fueron capaces de manifestar lo que es evidente: en España no
hay boicot a los productos catalanes.
Entiendo por boicot una acción coordinada y decidida en
contra de una persona o de una entidad, para perjudicarla. Yo no veo cosa
similar por ningún sitio. Yo no veo pegatinas con esteladas en los productos
catalanes de mi supermercado, no veo pintadas en las entradas de los mismos animándome a hacer tal o cual
cosa, no veo que los productos catalanes se tiren de los lineales, no veo que a
nadie se le recrimine por comprar un producto catalán, no veo absolutamente
nada en ese sentido. Los productos catalanes están en las estanterías como
otros cualesquiera, ¿Dónde está el boicot?
Lo que sí ha ocurrido es que han cambiado los criterios de
compra de muchos españoles. Criterios de compra que se configuran como la resultante
de múltiples elementos: publicidad, aspecto físico, calidad, y sobre todo
sentimientos. Y claro está, es que los sentimientos de los españoles con
respecto a los productos catalanes han cambiado. Han cambiado y no precisamente
porque nosotros tuviéramos algún interés en ello, sino, por los acontecimientos
vividos en Cataluña, de los que solo son responsables los independentistas.
Volviendo al programa de la 1, yo la preguntaría a la Gémio,
que allí estaba sentada, si ella volvería a pisar un restaurante donde se pita
el himno nacional y se le llama ladrona, entre otras lindezas. Y si no volviera
a pisarle: ¿le estaría boicoteando? Yo creo que no, estaría reaccionando de
forma lógica a una flagrante agresión.
Pues eso que no nos quieran comer el “coco” los españoles no
boicoteamos nada, hemos cambiado nuestros criterios de compra ¿Cuántos
insultos, vejaciones, desprecios, discriminaciones, puede soportar un pueblo antes
de reaccionar y obrar en consecuencia? Si quieren “mansos” que se vayan a un
cuartel de los Mossos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario