Los últimos datos sobre deuda y déficit de Castilla la Mancha
dejan a las claras el agotamiento de un modelo. El modelo del Estado
Autonómico.
Si después de los recortes habidos en Sanidad y Educación, no
se corrige el déficit y la deuda sigue aumentando, es porque Castilla la Mancha
necesita más dinero para cuadrar sus cuentas. Si los recursos propios y
aquellos provenientes de la solidaridad no son suficientes, la consecuencia
lógica es pensar que el modelo no es sostenible. Castilla la Mancha es una
región fallida, y no es la única.
El modelo autonómico diseñado en la Transición, se hizo con
criterios que tenían más que ver con el folklore, o con los intereses de los
mandamases de entonces que con criterios racionales de funcionamiento como entes
políticos de nivel muy alto. Es lógico, en aquella época nadie pensaba que las
CC.AA. podía llegar a tener el nivel de desarrollo competencial que tienen en
la actualidad. Hombre, para gestionar la
cultura, trabajo, agricultura, medio
ambiente, turismo, bienestar social y cosas de poca monta, el modelo podría
funcionar.
Pero poco a poco las CC.AA. han ido asumiendo competencias
propias de un estado moderno, y las han asumido con plenitud, Sanidad,
Educación, Hacienda, Policía, Justicia, etc. No hay gran diferencia entre las
competencias de cualquier estado y las que pueda tener una comunidad autónoma
en España, eso sin contar las competencias que se toman por cuenta propia, sin
que el Estado haga nada por remediarlo. Y en esto me dan lo mismo los nacionalistas
que los que no lo son.
Cuando se forman los estados de abajo a arriba, los actores
de ese alumbramiento se guardan muy mucho de que ese ente en su gestación se
vaya dotando de las condiciones necesarias para su supervivencia: Extensión,
población, situación geoestratégica, recursos naturales, industriales… todo
aquello que le permita funcionar como un estado, independiente.
Las CC.AA. españolas no se concibieron con esos criterios,
los criterios fueron de oportunidad política, y hoy nos encontramos con que
muchos de ellos no son viables. Muchos de ellos no son capaces de llegar, por
sus propios medios, a la media que les ofrecía el Estado Español. Ni siquiera
en base a esa solidaridad tan reclamada a la hora de pedir dinero fácil, pero
que no se ejerce a la hora de moderar las ansias de poder por parte de los
mandatarios regionales. El rap de Monago un claro ejemplo “Extremadura como
única doctrina”, hombre pues págatela
con lo tuyo. Es que es muy difícil conciliar tanta exclusividad con la solidaridad
de los demás.
Cuando España no es la “doctrina” de ninguno de estos
mandamases si no es para pedir dinero, es muy difícil que el proyecto funcione.
No se puede ser centrífugo y centrípeto, o como decían los abuelos: “soplar y
sorber no puede ser” y aquí los hay que lo pretenden. Y lo que realmente está
ocurriendo es que están empezando a producirse disfunciones en el sistema de
tal manera que la igualdad se deteriora por momentos. Poco a poco se está
empezando a ver como los servicios son muy distintos de unas regiones a otras,
y sobre todo aquellos más caros de
financiar. La sanidad es la más afectada. Quizá
sea en las listas de espera, donde se vean más claramente esta
diferencia entre unas comunidades y otras. En Castilla la Mancha son inasumibles
y obligan a quien puede pagárselo a marcharse a la privada. Los casos son tan
numerosos que solo tienes que mirar alrededor para comprobarlo. Incluso se ha
puesto en práctica la “agenda cerrada”, una nueva figura de gestión sanitaria
hasta ahora desconocida consistente en que te apuntan en otra lista previa a la
lista oficial. En fin marrullerías consecuencia de lo endeble del sistema.
La concepción artificial de muchas autonomías, hacen su
futuro imposible y más cuando, cada vez de una manera más intensa, cada uno de
los actores de este entramando tira de lo suyo. La reforma de la Constitución,
que ya todo el mundo da por buena, solo tiene un objetivo: encajar las ansias
de dinero de los que más tienen. En consecuencia el futuro de las autonomías
más menesterosas no es otro que el de tener que conformarse con menos.
Con esta perspectiva la única salida es asumir que habrá
autonomías de primera y de segunda. O bien agruparlas de tal manera que sea
posible su viabilidad. Pero se me hace difícil ver que sus mandatarios tengan
la suficiente altura de miras como para asumir semejante solución. Se me hace
difícil ver que vengan a tener la grandeza necesaria como para abandonar sus
virreinatos en aras del futuro del conjunto de sus ciudadanos. Esos a los que
dicen querer tanto, esos por los que dicen sacrificarse.
Solo una reforma profunda del Estado podría dar una salida a
semejante desaguisado. Solo la supresión del sinnúmero de entes inútiles, entre
los que se encontrarían las Diputaciones. De la reforma en profundidad de la
Función Pública. De la reforma de los Entes Locales. Empezar todo de nuevo.
Pero ves a decirle a los de Murcia que
se tienen que unir a los de Valencia o Castilla la Mancha, y a estos que se
unan con los de Madrid, o que los de Asturias se unan con los de Cantabria, o
la Rioja con Castilla León. Y, por qué no: ves a decir a los de Villapenas de Arriba
que se unan con los de Villapenas de Abajo.
Lo tenemos crudo, y más cuando desde el poder central del
Estado no se actúa con rigor, cuando a diario se alimenta esa espiral que solo
nos llevará al fracaso como país. ¿Quién se preocupa de España? ¿Cómo no se han
dado cuenta los políticos de que para la gran mayoría de ciudadanos es lo único
que tenemos? ¿Por qué hay tantos políticos que se acomplejan a la hora de
hablar de la patria común? ¿Por qué hay tantos ciudadanos que sienten lo mismo
si no es para hablar de la Selección? ¿Por qué no nos sentimos orgullosos de un
país que lo merece? ¿Por qué estamos tan ciegos de no ver que cuando cuestionamos
a España nos estamos cuestionando a todos y cada uno de nosotros? ¿Por qué no
presumimos de un país que es de los mejores del mundo?
Somos buenos, honestos, trabajadores, inteligentes,
luchadores, imaginativos, Así nos ve
cualquiera que nos mire desde fuera, y así nos ven cuando estamos fuera de
España. ¿Por qué somos tan crueles con nosotros mismos?
No me resisto a creer que nuestra clase política sea una
excepción. Lo que quizás si ocurra es que no se han enterado que estamos
viviendo un momento histórico, que va a exigirles estar muy por encima de lo
que ellos se imaginaban. Pero tontos no son, saben muy bien cuidar de lo suyo.
Y ya saben lo que dice el refrán: “donde no hay solución se pone sola”. Pero en
demasiadas ocasiones a lo largo de nuestra historia se han puesto solas
soluciones que solo trajeron calamidades. Espero que ahora no ocurra.
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