Las andanzas de Podemos y de su líder, me traen a la memoria
algunas anécdotas que me veo obligado a contar para que los más jóvenes vayan
tomando nota de las vueltas que da la vida. Decía un amigo, mayor por supuesto,
que “el que no es de izquierdas a los veinte años es que no tiene corazón… para
luego añadir: el que lo sigue siendo a los cuarenta, lo que no tiene es
cabeza”. Pablo Iglesias va camino de los cuarenta, luego le queda poco para ir
cambiando el registro.
En una ocasión, siendo concejal del ayuntamiento de Toledo,
estaba en la sacristía de la Catedral, sitio imponente, en un acto para la presentación de un libro
editado por la Diputación Provincial, sobre el Misal Rico de Cisneros. Una joya
bibliográfica que, en su día, fue requisada por el Estado so pretexto de la
Desamortización de Mendizábal, para depositarla en la Biblioteca Nacional. El
acto estuvo interesante, sobre todo cuando el Deán de la Catedral, indignado,
interpeló a la Directora de la Biblioteca Nacional, allí presente, sobre la
falta de legitimidad de ésta para tener esa obra, pues por tratarse de un
objeto de culto, no debería haber sido expropiada.
En otro momento tomó la palabra el Presidente de la
Diputación, editora del libro. En un estrado, flanqueado por el cardenal
Primado, el Deán, la Directora de la Biblioteca, con el Expolio del Greco como
telón de fondo, tuve un flashback. Recordé un día unos diez años
antes, en el Paseo de Quintanar de la Orden. Le vi diez años más
joven, con un megáfono subido en un cajón de madera, intentaba sumar adeptos a
su causa, que en aquella ocasión era la ORT, partido revolucionario de extrema
izquierda. No tuve otra, escribí un artículo, muy celebrado en esos días,
titulado: “del Libro Rojo de Mao al Misal Rico de Cisneros, sin solución de
continuidad” La verdad es que me lo puso muy fácil.
Unos años antes, me llamó un amigo de la Telefónica,
sindicalista de la CNT, compañero de promoción, que venía de Barcelona y quería
hablar conmigo. Quería comprometerme para el sindicato, yo rehusé el
ofrecimiento. Llegó la hora de marcharse y me presté a llevarle a la
Estación de Autobuses. Él me dijo que no, que llamáramos a un taxi. Yo me empeñé
en ahorrarle ese gasto y me dijo que el
taxi lo quería para trasladarse a Madrid, al aeropuerto, donde un avión le
llevaría de regreso a Barcelona. Me quedé de una pieza. Aquello no casaba
con el idealismo ácrata que yo le suponía a aquel muchacho. Tenían muchos
millones se estaban gastando el cuantioso patrimonio histórico de la CNT.
En mi empresa pasó otro tanto. Algunos sindicalistas pasaron de un
día para otro del comité de empresa a puestos de dirección. Aquello no es que
fuera la “puerta giratoria”, era el “salto de
la rana”. De una trinchera a la del enemigo.
Como ejemplos internacionales tenemos recientemente a Daniel
Ortega presidente de Nicaragua, que paso de lucha contra los Somoza, entonces
dueños de Nicaragua; a vendérsela a los chinos, para que construyan un canal
semejante al de Panamá solo que más grande. Mientras instalan un régimen que
está dejando en pañales al montado por el Tacho y Tachito.
Que decir de aquellos que conocí en la facultad de Políticas
y Económicas de la Complutense, en los años sesenta, que han sido los artífices
de la mayor estafa de la historia de España, vía preferentes. Dejando sin los
ahorros, producto de los sudores y privaciones de toda una vida, a miles de
trabajadores. Esos eran los del concierto de Raimon.
Cumplir años tiene el inconveniente de ver como se deshacen
las “burbujas” políticas, que igual que las económicas se repiten cíclicamente
y de las cuales los seres humanos somos incapaces de aprender. Cuando lleguen
los de Podemos, si es que lo consiguen, no me cabe la menor duda que seguirán
la senda de sus antepasados de la izquierda. Ocuparan el poder con la sola
intención de buscarse un sostén para toda su vida. A los ciudadanos de a pie
les quedará lo de siempre: pagar la factura de los nuevos salvadores de la
clase trabajadora. Más funcionarios, más impuestos, para pagar la nueva
política de cobrar sin trabajar, o hacerlo lo menos posible.
Como decía María Ostiz:
“Con una frase no se gana un pueblo ni con un disfrazarse de poeta, a un
pueblo hay que ganarlo con respeto, un pueblo es algo más que una maleta
perdida en la estación del tiempo y esperando sin dueño a que amanezca…un
pueblo es abrir una ventana en la mañana y respirar la sonrisa del aire en cada
esquina y trabajar y trabajar uniendo vida a vida un ladrillo en la esperanza…”
Habrá quien me diga que María era del OPUS o algo parecido pero en esa letra
describe mejor que nadie lo que debe ser un pueblo, de paso que desenmascara a
los embaucadores que periódicamente aparecen para salvarnos de nosotros mismos,
porque ellos saben mejor que nadie lo que nos interesa.
¿Cuándo vendrá alguien a pedirnos coraje para salir de esta
situación, esfuerzo colectivo para conseguir metas individuales,
responsabilidad individual como eje de nuestra vida en común?
¿Cuándo vendrá alguien a decirnos que cada uno de nosotros es
el principal responsable de lo que somos y tenemos?
¿Cómo no somos capaces de expulsar de la sociedad a los
vendedores del todo a cien social?
¿Cuánto tendrán que trabajar los que tienen trabajo, para
pagar tanta renta no solo a los que no lo tienen, si no a los que no quieren
tenerlo, porque con lo que le dan a él y a su pareja, más el pisito gratis del
Pablo Iglesias mejor no levantarse a las seis de la mañana?
¿Quién va a ser el que resista semejante tentación? ¿Qué sociedad vamos a construir?
Algunos todo lo arreglan con expoliar a los ricos, pero no
hay que engañarse a esos no hay quien los expolie. Expoliarán a los tontos que
se sigan levantando a las seis de la mañana, o bien por que tengan el coraje de
ser protagonistas de su propia vida, o porque no les quede otro remedio.
Este artículo con sus carencias y limitaciones se lo dedico
encarecidamente a todos aquellos de menos de cuarenta años, porque lo mismo, si
esperan a los cuarenta, va a ser demasiado tarde.
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