jueves, 29 de mayo de 2014

EUROPEAS Y MUCHO MÁS

Como suele ser habitual,  la resaca de un proceso electoral como es el caso de las Europeas, deja todo tipo de interpretaciones más o menos acertadas sobre lo que se nos viene encima.
 Normalmente los procesos electorales no son extrapolables. Menos aún lo son en el caso de las Europeas.  Cambian los distritos electorales: no es lo mismo sumar los votos de un pueblo, una provincia, una región, o toda la nación, como es el caso de estas elecciones. Cambian los candidatos. Cambian los programas. Pero lo más importante es que en cualquier tipo de elección el interés personal del votante está mucho más definido que en las Elecciones Europeas.
No obstante cualquier tipo de votación en el que concurren varios millones de personas no deja de ser interesante y de la que sin duda se pueden sacar conclusiones. De estas elecciones también.
Lo más destacado es la caída de los dos grandes partidos, PP y PSOE. Luego etá la subida, menos de lo esperado, de los partidos emergentes IU, UPyD, Ciudadanos, etc. Y por último la irrupción de Podemos.
Han sido los resultados de este último partido lo más sorprendente de todo. En la magnífica entrevista que Jordi Ébole le hace al presidente de Uruguay José Mujica, define como patología de la izquierda el infantilismo. Si esa patología se hace presente en la mayoría de las partidos de izquierda, lo hace de manera nítida en Podemos. Estos no se conforman con vivir a costa del Estado de por vida, como es objetivo de la izquierda tradicional, estos además quieren casa, luz, gas y vacaciones en el Caribe gratis.
Pablo Iglesias es un fenómeno producto de los platós que han hecho de un sedicente debate político su “salsa rosa” particular. Pablo Iglesias es ante todo un “telepredicador” que ha cautivado a los más ingenuos, posiblemente también a los más necesitados, con su gratis total, al modo del eje Cuba-Venezuela-Bolivia. Es producto de una generación de adictos a los soportes electrónicos. Víctimas de la superficialidad, de la diletancia electrónica, que por creerse sobre informados, en realidad lo que están es sobre manipulados, precisamente por aquellos a los que dicen combatir.
No es el caso de su líder, ególatra donde los haya. Peligroso porque este sí es un hombre instruido, y manipulador sin escrúpulos. Encierra dentro de si todos los ingredientes para el alumbramiento de un líder de carácter orweliano, de funestas consecuencias.
Pero este fenómeno como pasó en su día con el fenómeno Ruiz Mateos, que también consiguió unos magníficos resultados en estas elecciones, es consecuencia sobretodo de la ceguera de los partidos mayoritarios. Son ellos los que ante su falta de sensibilidad, su prepotencia, su mirarse al ombligo, los que terminan arrojando a los electores al saco de los oportunistas.
Tanto los resultados del PP como los del PSOE, son de pena. Los del PSOE por lo menos lo han reconocido y ya están tomando medidas, los nuestros todavía están mareando la perdiz, con que han ganado las elecciones con el 26% de los votos ¿Cómo puede decir el PP que ha ganado unas elecciones, si el 74% restante no nos quieren ni en pintura?
Todavía no se han dado cuenta de que el problema no son los recortes, de los que, por otra parte, se hace responsable al PSOE, de ahí sus resultados. El problema es que la gente está harta del sistema: de un sistema en el que la casta política no se hace corresponsable de las dificultades de la mayoría de la gente, ni siquiera en las formas.
De ahí el error de cifrarlo todo en la recuperación económica. Esta podrá llegar, pero tardará muchos años en que esa lluvia fina cale a todos los estratos de la sociedad, sobre todo a los inferiores. Pero además ocurre que las heridas dejadas por esta crisis, están cambiando comportamientos de los electores. Ya no es tan importante quien es el responsable de la crisis, como las actitudes que nos llevaron a ella. Ya no es tan importante el nombre del partido como sus principios. Lo que ha muerto con la crisis es un modelo de partido político que tuvo su máxima representación en los congresos que eligieron a Rajoy o a Rubalcaba, y en todos los que los siguieron, donde el aparato impone los candidatos sin dar el mínimo margen a la controversia.
Rajoy, que se encontró con el poder, pudo cambiar ese estado de cosas haciendo del PP un partido más transparente y participativo, propiciando el cambio generacional que algunos pidieron en el congreso de Valencia.  No solo no lo hizo, si no que profundizó en los errores que ya atenazaban al PSOE; de tal manera que al día de hoy prácticamente no hay diferencias entre uno y otro. Y así nos ve la gente los dos igualitos.
El PSOE parece que quiere cambiar algo, Nosotros ni siquiera lo intentamos, estamos sobrados. Nosotros a lo nuestro, el coche oficial, la moqueta, la VISA en los restaurantes y mucho aplaudir al jefe. Pero nos observan. Ya no engañamos a nadie. Ahora intentaremos lo del frente Popular para meter el miedo en el cuerpo, pero hay demasiada gente que el único miedo que tiene es a la ausencia de futuro, para ellos, y los suyos.



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