El libro de Pilar Urbano está haciendo correr tanta tinta
como abarcan sus cerca de mil páginas. No pienso leerlo. No por desprecio a lo
que allí se diga, ni porque no me crea los comentarios de unos y otros. No, lo
que ocurre es que el 23F está muy claro, al menos para mí, desde que escuché el
comunicado televisivo de Adolfo Suarez justificando su dimisión. Adolfo Suarez
dejó de ser el presidente legítimamente elegido por todos los españoles, en
contra de su voluntad y por presiones de quienes podían hacerlas, entre los que
por supuesto se encontraba el Rey. Por lo que yo sé, cuando un presidente
abandona su puesto, no por una decisión del parlamento que le ha elegido, sino
por la fuerza, es porque es víctima de un golpe de estado; y lo demás son zarandajas.
Lo que ocurre con el con el 23F, es lo mismo que ocurre con
el análisis histórico de los hechos de los que se posee información abundante y
cruzada. Cuando eso ocurre, cuanto más se acerca la lupa más se complica el
paisaje. Y aquí podemos estar escribiendo
libros donde se pueden analizar miles de vertientes, todas ellas razonables y
posibles, pero la conclusión será siempre la misma, en los días previos al 23F
en España se dio un golpe de estado, donde estaban todos los que estos días
hemos visto arrimarse al cadáver de Adolfo Suarez, a lavarse la cara, y de paso
a ver si se les pegaba algo de su grandeza.
Sospecho que lo peor que ha tenido que pasar este hombre, no
es solo asimilar las injusticias de las que fue objeto a lo largo de su vida
política, si no tener que soportar la utilización interesada de su nombre y su
persona, en beneficio de unos y otros. El libro de Pilar Urbano… y de Lara, es
solo un caso más de los muchos que
jalonaron su vida.
Por poner un par de ejemplos:
La candidatura de Adolfo Suarez Illana a la presidencia de la
Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, fue otro caso de como la figura de
Suarez fue utilizada por el entonces presidente del Gobierno de España, José
María Aznar, para hacerse una foto que certificaba el camino al Centro del PP.
La figura de Suarez fue utilizada con el mismo desparpajo que el propio PP de
Castilla la Mancha, que tuvo que tragarse lo que hasta el último concejal del
último pueblo sabia estar condenado al fracaso.
Aznar se hizo la foto en Albacete flanqueado a izquierda y
derecha por el padre y el hijo, y se fue tan contento a su casa.
Otro caso más cercano y más desconocido, es el que se dio en
el Ayuntamiento de Toledo. Estaba yo recién salido del “horno” como concejal de
hacienda, cuando el interventor me comunica que había llamado un periodista de postín, pidiéndole
que le paguemos los diez millones de pesetas que le debíamos. En aquella época
mediados del 95, después de un gobierno socialista, como es habitual el
Ayuntamiento estaba en la ruina; debíamos más de dos mil millones de pesetas,
en ese estado de cosas, diez millones no me preocupaban demasiado, pero si me
resultaba extraño la razón por la cual podíamos deber a un periodista semejante
cantidad.
Le pedí explicaciones al interventor y me dijo que el
Ayuntamiento de Toledo y la Junta de Comunidades, habían firmado un convenio
para instaurar los premios Alfonso X El Sabio, convenio en el que la Junta
ponía diez millones y el Ayuntamiento otros diez. La Junta ya había pagado y
faltábamos nosotros. El premio se concedió a Adolfo Suarez.
Pedí el expediente y efectivamente allí estaba el convenio.
Yo había asistido a la entrega de esos premios como concejal que era de la
oposición, unos meses antes de las elecciones del 95 que nos dieron la victoria
en el Ayuntamiento de Toledo. El acto se celebró en el Teatro de Rojas,
municipal, con el personal del teatro, sin que allí se justificase mayor gasto.
De hecho en el expediente el único gasto que se justificaba era el diseño y
realización de la medalla que se entregó a Adolfo Suarez, por valor de
novecientas mil pesetas.
Se presentaron tres ofertas como era preceptivo, al ser un
gasto inferior a los veinte millones. Las tres ofertas eran de tres empresas
diferentes del sector, y se concedió a la más ventajosa que creo recordar que
se llamaba CODICE 2000, o algo así.
Como aquello me parecía desproporcionado, me leí a conciencia
las tres ofertas y ¡EUREKA! en las tres ofertas se cometía un mismo error, es
decir, presumiblemente las había hecho la misma persona.
Una vez más el nombre de Adolfo Suarez fue utilizado para
allegar veinte millones de pesetas, a una empresa de comunicación, en las
vísperas de las municipales y autonómicas del 95, donde, como ya he dicho en
algún otro artículo, el PSOE lo tenía harto difícil. Entonces me expliqué
algunas portadas de algún medio nacional días antes de la celebración de esas
elecciones, y que hicieron no poco daño al candidato del PP.
Aunque Adolfo se merecía ese premio y cualquier otro, la
intención bien parece era otra muy distinta.
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