La ruptura del PP con
respecto a su electorado y a los grupos sociales que le sustentaban es una
realidad que denunciaba en mi anterior artículo. Pero lo más grave es que esa
ruptura se está produciendo con su militancia, con sus afiliados y simpatizantes,
un grupo numeroso y abnegado de personas que han sido nuestro sostén, al menos
cuando las cosas iban mal.
Esa ruptura se ha
escenificado de manera nítida en el fracaso o no convocatoria de las comidas de
Navidad, tradicionales desde que existe el partido. ¿Dónde quedan aquellas
celebraciones donde se sobrepasaban sin problemas los mil quinientos
comensales? ¡Cuando no teníamos poder! Cuando lo único que podíamos ofrecer era
cariño y palmadas en la espalda.
Pero aquellas comidas
y cenas eran el sustento emocional y hasta ideológico de muchos militantes. Era
la manera de decirles a todos que pertenecíamos a una familia, Era la manera de
infundir ánimos, de dar consignas, en definitiva de dar la cara.
Ahora en el poder, con
todo a nuestro favor, lo aviamos con una Junta Directiva. Es decir: los
instalados se juntan y se aplauden así mismos, sobre todo a la jefa, y se van a
su casa tan a gustito.
Las razones se me
escapan.
Puede ser una cuestión
de comodidad. Es cierto que la asistencia a estas comidas era difícil de llevar, en días en los que todo el
mundo se mete en celebraciones. Pero hombre, si te traen y te llevan en coche
oficial, tampoco la cosa es para tanto.
Puede ser por miedo al
fracaso. A la gente le da por comparar: con las celebraciones del PSOE, con las
propias de años anteriores, de unas provincias con otras…y aquí nadie quiere
arriesgar el poco o mucho prestigio que tengan. Los líderes de quita y pon,
mayoría en la actualidad, no arriesgan.
Puede ser por miedo a
dar la cara. Estas convocatorias llevan mucho movimiento de teléfono, y a lo
mejor hay que marcar el teléfono que días atrás no atendimos, porque teníamos
muchas ocupaciones como para hacer caso a los plastas de los militantes. No
digamos lo difícil que es el cuerpo a cuerpo, inevitable en estos sitios. Lo
mismo hasta te sacan los colores. Y no digamos si salta algún francotirador.
En definitiva todos
son inconvenientes.
Pero la verdadera
razón no es esa, porque todo eso y más son capaces de hacer los dirigentes
actuales de nuestro partido cuando a ellos les interesa. La razón es la
fractura entre los dirigentes de nuestro partido y sus bases. No hay contactos
con la militancia. Esa ausencia de contactos se hace más evidente en estas
celebraciones de Navidad, pero es continua y constante a lo largo del tiempo.
Los actuales
dirigentes pagados de sí mismos, se creen que sacaron los puestos que tienen
por oposición, o por méritos, y no al partido que los sustenta. Por eso
detestan la relación con las bases. Por eso evitan los contactos con ellas. Son
los únicos que les pueden recordar por qué están ahí. Estos que cuando vengan
mal dadas, se irán a su casa; donde estaban cuando la guerra de Irak, o el 11-M,
a disfrutar de las ventajas y prebendas acumuladas en su mandato.
En definitiva no hay
partido, no hay un grupo social e ideológico. No lo hay porque no quieren que lo
haya. No lo necesitan, porque cuando el mandar se termine ellos desaparecerán. Tienen
lo que necesitan, un grupo de capataces y furrieles a órdenes. ¿Para qué más?
No hay comentarios:
Publicar un comentario