La polémica suscitada por las becas Erasmus es para hacérnoslo
ver. Para que en el Gobierno le dedicara un ratito en orden a sacar
conclusiones sobre su incapacidad para llegar a la gente con medidas que, por
más que sean razonables, terminan dejándoles a las “patas de los caballos”.
Que yo sepa, las becas Erasmus se conceden a estudiantes que
durante uno o dos cuatrimestres cursan sus estudios en el extranjero. Los
estudiantes en cuestión deben pagar de su bolsillo, mejor dicho del de sus
padres, la cantidad necesaria para su alojamiento, manutención, viajes y demás
gastos. La cosa no debe bajar de los mil euros mensuales. Bien, pues a esas
familias dispuestas a gastarse entre cinco mil o diez mil euros, según los
casos, el Gobierno, es decir todos los españoles, además les damos una beca de
alrededor de cien euros.
Parece ser que el Ministerio de Educación quería reducir esa
pequeña parte, y acumularla para dotar becas de mayor cuantía para estudiantes
sin esos medios económicos. Resumiendo el gobierno quería potenciar la asistencia
a esos cursos de estudiantes sin recursos.
Yo me pregunto en primer lugar: ¿si es de recibo que los
españoles tengamos que pagar los estudios en el extranjero de cualquier joven
que ya cursando estudios universitarios en España nos cuesta una fortuna, por
mucho que suban las tasas?
¿Si pudiendo disponer de determinadas transferencia de Europa
para ese menester, no se dediquen a estudiantes que por sus méritos y sus
limitaciones económicas, tengan justificada esa beca, que debería cubrir la
totalidad de los gastos? En ese sentido iba la medida tomada por el Ministerio
de Educación.
Todo este revuelo se ha armado porque el Ministerio pretendía
quitar sesenta o setenta euros a unas decenas de miles de niños de papá.
Pero lo más grave del caso es la reacción de ese Gobierno, de
los llamados barones, y del propio partido, ante una medida razonable, justa, y
de marcado carácter social. Lo grave es que las opiniones de unos cuantos
jóvenes con ganas de hacerse notar colgando unos videos en YouTube, sean
capaces de desequilibrar un Gobierno que además, como en este caso, hace las
cosas con criterios racionales.
¿Cómo es posible que este partido tenga tan poca capacidad de
reacción ante esos acontecimientos, en esas propias redes sociales? ¿Cómo nadie
en el Ministerio se ha ocupado de poner sobre la mesa la extracción social de
todos esos niños que se van de Erasmus? ¿Cómo no somos capaces de mandar a una
productora a esos destinos para hacer un programa, de esos que nos dedica la
Sexta, para descubrir la verdadera realidad de esos estudiantes? ¿Alguien se
dedica a trabajar en el PP sobre estos temas, y otros parecidos? ¿Es verdad el
PP tiene las redes sociales dejadas de la mano de la izquierda, porque los hay
en Génova que no saben cómo se enciende un portátil?
El problema de Wert es que pretende, a través de la
educación, sacar a este país de la mediocridad en que la han instalado años de
socialismo. Ese igualar por abajo a todos, que es el santo grial del
socialismo, solo encierra la mediocridad que florece por todos sitios.
Hace unos días leí
unos capítulos de la encíclica Rerum Novarum, el primer bastión que se opuso al
socialismo emergente allá por el año 1891 .León XIII ya indicaba en aquellas
fechas que el igualitarismo no hacía progresar a los pueblos. Hay que dar
oportunidades a todos, pero hay que potenciar a los mejores. Solo la conjunción
armoniosa de unos y otros hará avanzar a
la sociedad. Algo parecido decía el Papa Francisco en una entrevista que le hacía
un socialista, Chris Mathews. Decía el entonces cardenal Bergoglio: “Ustedes
destruyen el incentivo del hombre, para, inclusive, hacerse cargo de su
familia, un crimen contra la naturaleza y contra Dios. Esta ideología crea más
pobres que todas las corporaciones que ustedes etiquetan como diabólicas”.
Es en ese “café para todos”, solaz de mediocres (solo hay que
ver la catadura intelectual de muchos rectores), donde los demagogos de la
izquierda tienen montado su chiringuito reivindicativo de tres al cuarto; donde
la parroquia progresista sobresale a fuerza de crear a su alrededor un desierto
cultural. Estos no quieren excelencia, no quieren nivel académico, ni tan
siquiera quieren esa mínima cultura que permita a cualquier ciudadano
descubrirles como vulgares charlatanes de feria.
Pero lo más grave es que esa enfermedad está haciendo fortuna
en el Partido Popular. Cada vez nos parecemos más a ellos. No es que seamos
víctimas del complejo de izquierdas, no solo eso, es que estamos empezando a
ser beligerantes en la mediocridad, por eso Wert tiene problemas en el partido,
porque no se resigna a renunciar a un principio que es consustancial con el
verdadero progreso: el esfuerzo debe tener recompensa. Los que tiran del carro
con más fuerza deben tener la consideración de todos.
Es que no nos engañemos: si da lo mismo tirar del carro que
no tirar, el carro se para. Y luego no nos quejemos de que hay mucho paro, que
cada vez se gana menos. Si lo único que podemos ofrecer es mano de obra, pues
tendremos que competir con los que solo pueden ofrecer mano de obra, y de esos hay
muchos por todo el mundo, y dispuestos a trabajar por mucho menos de lo que
nosotros ganamos.
Tenemos un grave problema, que hay que estar ciego para no
verlo. En Asia se está dando una conjunción preocupante, mano de obra muy
barata y un pueblo ansioso por la educación, dispuestos a cualquier sacrificio
por abandonar la condición de obrero sin cualificación. Esa gente criada en la escasez
y el sacrificio, en unos años se comerá el mundo. Nosotros si no somos capaces,
con nuestro esfuerzo, de mantener la distancia que todavía tenemos sobre ellos,
seremos desbordados.
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