A finales de los años sesenta vivía en Segovia. Allí estaba
yo preparando mi partida a Madrid para continuar con mis estudios en la
Complutense, cuando se me acercó mi padre con un librillo entre sus manos. Era
un libro pequeño, casi un folleto. Editado en rústica y de aspecto ajado y
vulgar. Mi padre me le alargó y con solemnidad
me dijo: “léelo y cuando termines me le devuelves”. Era un libro editado
por el servicio de publicaciones de la Guardia Civil, mi padre era capitán del
Benemérito Cuerpo. El título no dejaba lugar a dudas: “Manual del Guerrillero
Urbano”. Cuando terminé de leerlo y se lo devolví, solo me dijo tres palabras:
“obra en consecuencia”. Nunca le agradeceré lo suficiente a mi padre ese gesto
de generosidad, que me advirtió, con tiempo, de lo que después, a lo largo de
los años, pude comprobar hasta la saciedad; las artimañas de la izquierda para
manipular a los suyos y acosar a sus
adversarios.
Entre las munchas enseñanzas el libro dedicaba un apartado al
control y manipulación de asambleas de trabajadores. Allí estaba recogida la
manera de situarse de los activistas: en la parte trasera y en los laterales de
tal manera que cuando se manifestaran con gritos y consignas, para apoyar o
rechazar a los intervinientes, no fueran reconocidos por el grueso de
trabajadores. De esa manera se controlaba o, en su caso, agitaba la reunión a
su capricho e interés.
Hace unos días vi en las noticias de televisión la votación de una asamblea de
trabajadores de la limpieza de Sevilla. En aquella votación se echaba por
tierra un preacuerdo del comité de empresa con la compañía adjudicataria del
servicio. Aunque la toma fue muy cota recogía el instante de la votación, la
avalancha de brazos en alto venía de atrás hacia adelante: de manual. Por
supuesto la votación brazo en alto, que es antítesis de cualquier criterio democrático.
Comentándole este hecho a un militar en la reserva, con
experiencia en destinos de la OTAN, y la circunstancia que se daba en ese
servicio de limpieza en la que los puestos se heredan de padres a hijos, este
me dijo: eso también pasa en el servicio de limpieza de Nápoles… y eso lo
controla la Mafia.
Aquello me dio que pensar y yo me pregunto si en este país no
existe un grupo de personas, que sin una organización estructurada, sí son
fieles a una serie de principios intelectuales que al final producen las mismas
consecuencias que produciría una organización mafiosa.
¿Por qué las huelgas de basura solo se producen en ciudades
gobernadas por el PP? ¿Por qué la gestión privada de hospitales presente en
todas las comunidades autónomas, solo produce huelgas en las gobernadas por el
PP? ¿Por qué las concentraciones de indignados, y las agresiones, solo se
producen en las sedes del PP? ¿Por qué se le organiza a Ana Mato la que se le
ha organizado por tres bolsas de confeti, y pasan desapercibidos los
setecientos millones de euros de los ERES de Andalucía? ¿Por qué jueces, medios
de comunicación, y público en general, se tiran en barrena al menor indicio de
irregularidad de la derecha, y son tan condescendientes con la Izquierda? ¿Por
qué la policía judicial es tan exigente y encuentra tantas cosas, incluso las
que no son ciertas, cuando del PP se trata, y están ciegos ante las fechorías
de la izquierda? ¿Por qué, en ocasiones, esta masa inconexa pero hábilmente dirigida, tiene el apoyo de la Iglesia? ¿Por qué hay
gente dispuesta a montarle a un gobierno el numerito de “los papeles” de
Bárcenas, y no son capaces de tocarle un pelo al decadente PSOE? ¿Por qué se
critican las escasas donaciones al PP de
particulares exigiendo, incluso, los nombres de los donantes, y se ven normales
las “con- donaciones” millonarias de bancos y cajas a PSOE, IU o nacionalistas,
cuando esas las pagamos todos? ¿Por qué la policía no tiene inconveniente en
degradar a los detenidos, esposándolos de tal manera que se hagan evidentes los
grilletes, o en un acto público del partido, cuando del PP se trata, y son tan
cuidadosos de hacerlo con los de la izquierda? ¿Por qué hemos estado a punto de
meter en la cárcel a una chica por gastarse ciento y pico euros, con una tarjeta que se encontró; y a los
secuaces de Gordillo, la audiencia de Sevilla, les absuelve del asalto a un
supermercado con el agravante de violencia con las trabajadoras de ese centro.
Donde estaban las piantes feministas de la izquierda en ese caso? ¿Por qué ese
afán de echarle al aliento al cogote del Jefe del Estado, por parte del Juez
del caso de su yerno? ¿Por qué se habla
tanto de la financiación irregular de los partidos, y se habla tan poco de las ingresos
que los medios de comunicación acumulan consecuencia de esa financiación? ¿Por
qué ante la monumental estafa de las preferentes, los manifestantes llevan en
las pancartas las fotos de Rajoy o Rato que nada tuvieron que ver con la
cuestión? ¿Por qué no tenemos ningún comunicador tan sectario y falaz a nuestro
favor, como los que abundan en la Sexta, en nuestra contra? ¿Por qué los
artistas son tan valientes en contra de nosotros, y tan mansos con nuestros
adversarios? ¿Por qué ese bula que tiene la izquierda para esquivar el Estado
de Derecho, y lo de frente que se lo encuentran los de la derecha? ¿Por qué es
tan bonito decir que eres de izquierdas, y tan feo decir que eres de derechas;
cuando la izquierda ha traído las mayores calamidades de la historia de la
humanidad?
Todo eso no ocurre por casualidad, eso ocurre porque forma
parte de un cuerpo social que se mueve a consta de consignas. Cuerpo social
construido ladrillo a ladrillo desde los inicios de la transición por la izquierda,
ocupando posiciones estratégicas en sectores clave de la producción y los
servicios, las instituciones, universidades, o en los cuerpos de seguridad,
donde colocaron a los suyos, regalándoles el puesto de por vida, o en su caso
la gabela. Un magma como la lava de un volcán arroya y destruye todo lo que
encuentra a su paso. Nada ni nadie le para en la consecución de sus objetivos.
No es de extrañar que la derecha solo llegue al poder ante el deterioro y el
desgaste de la izquierda. Ellos siempre llegaron a través de episodios de
carácter singular: 23F, 11M y a punto lo hemos tenido con los “papeles” de
Bárcenas.
Por el contrario el PP solo cuenta con los que por mérito o
por amistad entraron en esos puestos, infinitamente menores en número y solo
obligados con su esfuerzo, o con su amigo, pero nunca con el partido o con la
ideología. Ni siquiera somos capaces de limpiar de los sitios sensibles, a los
que claramente se comportaron de forma indigna no solo con el PP, si no con el
puesto que ocupaban.
Vamos que seguimos igual. Aquí nos montan otro 11M y ni nos
enteramos.
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