sábado, 21 de abril de 2012

SERVICIOS PRIVADOS- CORTIJOS PÚBLICOS


Como consecuencia de la crisis, las Administraciones Públicas están haciendo un esfuerzo por ajustar los gastos, para ello, en muchos casos, la salida más socorrida es la privatización de los servicios, o al menos su gestión. Es algo que se viene haciendo desde hace muchos años con todo tipo de gobiernos, sin que haya habido problema alguno. Suministros de agua, recogida de residuos, asistencias técnicas, mantenimientos de todo tipo, en otros tiempos en manos de empleados públicos, hoy son responsabilidad de empresas privadas; que dan un servicio eficaz y a menos costo, a pesar de la falta de seriedad de las administraciones a la hora de pagar.

Últimamente, ante los brutales déficits de algunos servicios esenciales, como es el caso de la Sanidad, y ante la posibilidad de privatizar su gestión, los trabajadores de estos centros han llevado a cavo movilizaciones, en algunos casos con el apoyo de la población afectada, como fue el caso del hospital de Manzanares.

No es el único caso de resistencia a este tipo de medidas, resistencia que cuenta con el apoyo de los profesionales más cualificados, y de sus colegios profesionales, o de sus sindicatos ¿Cuál es la razón de esta resistencia?

La gestión profesional de los hospitales, sin duda, traerá mejoras en la gestión y en consecuencia un menor costo. ¿Por qué entonces la resistencia de esos profesionales? sin duda personas formadas y razonables. A mi juicio la respuesta está en los criterios de funcionamiento de estas instituciones, desde tiempo inmemorial.

Los criterios de funcionamiento de muchos hospitales, está y ha estado en manos de algunos jefes de servicio, dueños y señores en su servicio y si te descuidabas de todo el hospital, a poco que se juntaran dos o tres. Ellos decidían quien entraba o quien salía de su servicio, lo que se compraba y a quien, por su puesto todo se orienta según sus criterios, profesionales o personales siempre en beneficio de él o de su grupo.

En este pastel, como no podía ser de otra manera, no podían faltar los sindicatos, en este sentido referiré una anécdota: un buen día me encontré con un joven médico amigo de uno de mis hijos, que estaba preparando oposiciones para sacar la plaza de titular, le pregunté que de donde venía, y él me contesto: “de CCOO, de hacer un curso”, ante mi sorpresa, conociendo yo el ascendiente político del chico, este añadió: “es que son los que ponen las preguntas sobre la Constitución en el examen”. El curso costaba 150 €. Ni que decir que las mejores notas las sacaron los contratados de los servicios del presidente del tribunal y de sus componentes.

La gestión privada de los hospitales traerá como consecuencia el final del cortijo que se tienen montado muchos a costa de los llamados servicios públicos, y que ellos quieren que sigan siendo públicos para que siga habiendo cortijo donde hozar. Y en la medida en que estos servicios dejen de ser el cortijo de cuatro, podrán ser viables económicamente. Si Ana Mato cree que va a resolver el déficit sanitario a costa de estrujar por enésima vez el gasto farmacéutico, que supone el 12% del total, lo tiene claro.

No es único, el caso de los hospitales. La Universidad, es un claro ejemplo en donde la endogamia y el nepotismo han hecho estragos, sobre todo después del desbordamiento de las múltiples universidades regionales donde se pasaba del pupitre al estrado de un día para otro. Los clanes formados por los catedráticos, han conformado una universidad a su medida y capricho donde solo medran los que se avienen a sus intereses. Donde la excelencia solo se hace visible en el engolamiento de sus togas y bonetes y en la soberbia que suele acompañarles. ¿Cuánto cambiaría la Universidad si se rigiera con criterios académicos y de gestión eficaz? en vez de ser el refugio de tanto mediocre, y de tanto desheredado de la política.

Wert lo tiene crudo. Es difícil luchar contra el inmovilismo, y más cuando ese inmovilismo se disfraza de progresía. Y se equivoca con la subida de las tasas, no por que no estén justificadas, sino porque no es el camino. Los gastos universitarios deberían configurarse como un préstamo del Estado a cada estudiante a pagar a lo largo de su vida laboral.

jueves, 12 de abril de 2012

EL RETRATO DE JOSÉ BONO

Termino de ver un programa: “El Intermedio”, en el que un colaborador de Wyoming critica, con sarcasmo, el retrato de 82.000 € de José Bono para el Congreso de los Diputados. Para ello recurre a un retratista ambulante (asiático, posiblemente japonés) de la Plaza Mayor de Madrid, que le hace una copia de una foto oficial por setenta euros. Posteriormente en un bazar de chino, le compra un marco por treinta. En los alrededores del Congreso toma declaración a distintos diputados, entre otros al Presiente del Congreso que, más o menos, justifican el cuadro. El retrato, hay que decirlo, está bastante conseguido.

En ese momento, y conociendo al personaje, pensé que era la ocasión para que Bono, siempre al quite en estas cosas, saliera mañana pidiendo a la Mesa de las Cortes que revocara el acuerdo para la realización del cuadro, y en su lugar entregar el que le hicieron en “El Intermedio”. Conseguiría varias cosas: cambiaría el sentido de las críticas a favor suyo, haría un ejercicio de cínica humildad de esos que tanto le encantan, y lo más importante, conseguiría pasar a la Historia. Pasados los años, cuando nuestros biznietos visiten el Congreso, obligatoriamente se detendrían ante el retrato obra del pintor ambulante de la Plaza Mayor, que en tiempos de crisis, hizo el retrato del Presidente de la Cámara: el inconmensurable José Bono Martínez, un hombre del pueblo, con más patrimonio que la mayoría, pero hombre del pueblo, que importa unos áticos más o menos, cuando se veranea en el Salobre.

Si así ocurriera, solo me cabría una duda si los del Intermedio no estaban en el ajo. Si no ocurriera, simplemente, pensaría que este hombre está perdiendo facultades.

domingo, 8 de abril de 2012

ANDALUCÍA


Los resultados de las últimas elecciones en Andalucía han supuesto un jarro de agua fría para todo el partido y especialmente para nuestro candidato Javier Arenas. Todos nos las prometíamos muy felices con las encuestas, pero la realidad ha sido muy distinta.

Ahora su buscan culpables, más que razones, que justifiquen el fracaso. Lo fácil es cargar contra Javier: …que si la campaña fue blanda, o contra Rajoy: …es que los recortes. Se hacen comparaciones con otras elecciones, lo que demuestra un desconocimiento supino de la dinámica electoral. Todos hablando a toro pasado, claro así es difícil equivocarse, aunque a pesar de todo se equivocan.

Los que hemos bregado en campos de batalla similares a los de Andalucía, tenemos aprendidas varias cosas. Una fundamental es que la comparación con otros procesos electorales son ganas de perder el tiempo: aquí, en la misma mesa electoral, hemos ganado las municipales con treinta puntos de diferencia con respecto al PSOE y hemos perdido las autonómicas por el mismo margen. O se han perdido unas elecciones autonómicas por la misma diferencia de votos que tres meses después se ganaban las generales. Cada proceso electoral lleva su dinámica y no es comparable con otro. El ambiente general ayuda en todos los casos, pero no tiene que ser determinante en casos puntuales, en Andalucía no lo fue. Por eso es deleznable que se culpabilice a los alcaldes por no haber obtenido los mismos resultados que en las municipales. Aquí tampoco faltaron los allegados a los jefes regionales de turno, que aprovecharon para cargar contra las organizaciones provinciales por esa cuestión, con el fin de tapar su evidente incompetencia. ¡Que poco cambiamos!

Lo que ha pasado en Andalucía tiene su origen en algo más profundo. Los escándalos de los EREs, las andanzas de los hijos de Chaves, es más, el PER, o el ingente pesebre creado a lo largo de treinta años, es la punta del iceberg de un estado de cosas propiciado por unos gobernantes que se aprovechan de la conformidad de un pueblo que se resiste a cambiar. El pueblo andaluz, es un pueblo conservador, a pesar de lo que muchos puedan pensar. Conservador en el más puro sentido del término, y eso lo representa mejor que nadie el PSOE de Andalucía.

La imagen que de Andalucía nos han dado los viajeros románticos del siglo XIX, de Gautier o Merimé; la novela de Hemingway, Brenan o Dos Passos, después remachada por la imaginería turístico-verbenera, nada tiene que ver con la realidad de esa región: Andalucía es una tierra extensa y rica, con mucha posibilidades de crecer y de generar más riqueza y que sin embargo tiene una renta per cápita de 17.401 € de las más bajas de España, muy por debajo de la media nacional que está en 22.252 €. Los que visitamos asiduamente esa región vemos que la gente vive bien y se arreglan con poco. En la calle no se percibe el drama del paro. Los pueblos muy cuidados y limpios, no evidencian ningún descalabro económico. Los andaluces parece que quieren conservar ese estado de cosas. Posiblemente no les interese aumentar esa renta per cápita que les haría más ricos, pero menos felices. Y no votaron al PP por que su discurso lo que en el fondo traía era ese cambio radical en su concepción de la vida.

En una ocasión, en el Consejo de Administración de Caja Toledo, pregunté al Director General, como era posible que estando los intereses de los depósitos al 12%, en la mayoría de los bancos, a nosotros nos costaba un 5%. El Director General sonriéndose me contesto: “es que algunos se conforman con menos”.

Posiblemente es que en Andalucía se conformen con menos. Si ese estado de cosas se podrá mantener en el futuro no lo sabemos. Y si no fuera así, siempre tendrán al Gobierno de Madrid para echarle la culpa.