En pocos días los sindicatos nos convocarán a una “Huelga General”. No tienen otra, el pretexto es la Reforma Laboral, ya escribí días atrás, que la actual normativa en poco, o nada, va a cambiar lo que ya estaba ocurriendo por la vía de los hechos consumados. La huelga se plantea por otras razones, la más importante por la pérdida de privilegios que contempla la nueva legislación. No es tanto la perdida de derechos de los trabajadores, como la pérdida de privilegios de los propios sindicatos lo que mueve a estos a pasar a la acción.
Los sindicatos de clase optaron, en su día, más por el Poder, que por incidir en si primigenio objetivo de defensa de la clase trabajadora. Como otros a lo largo de la Historia pensaron que ese poder reforzaría su lucha, y se lanzaron a su conquista con magníficos resultados: consejos de administración de bancos y cajas, corporaciones multinacionales y grandes empresas; administradores de fondos de pensiones de los empleados de las mismas, por valor de decenas de miles de millones de euros; intermediarios, cuando no colaboradores, en la ejecución de EREs, promotores de viviendas, receptores de subvenciones del Estado para un pretendida formación que solo es un pretexto para allegar cuantiosos fondos. En definitiva, todo un rosario de ocupaciones que les ha dado mucho poder, pero que les ha restado credibilidad. Porque es difícil ocupar el Poder parcialmente sin colaborar con él en su totalidad. Hoy, cuando muchos sindicalistas hablan de la Oligarquía, ¡están hablando de ellos mismos!
El caso de Jimmy Hoffa, el todo poderoso jefe del Sindicato de Camioneros de Estados Unidos, es paradigmático de como el afán por aumentar su poder le llevó a colaborar con la mafia. Utilizó el fondo de pensiones de su sindicato para blanquear el dinero con el que la mafia construía, en medio de un desierto, la ciudad de Las Vegas. Al final a Jimmy Hoffa siempre le acompañó la sospecha de ser un mafioso, y es que no se puede colaborar con la mafia sin ser un mafioso, como no se puede pretender el Poder sin ser un oligarca.
¿Donde estaba José Ricardo Martinez, Secretario General de Madrid, miembro del Consejo de Administración de Bankia por 180.000€, cuando su banco estafaba a sus mejores clientes abusando de su confianza o de su edad, colocándoles las participaciones preferentes o la deuda subordinada, que ha dejado sin los ahorros de toda la vida a miles de españoles, con lo que se configura como la mayor estafa de la historia de España, muy por encima de Gescartera, Forum o Afinsa? ¿Donde estaban sus colegas de La Caixa, o Caja del Mediterráneo, donde ha ocurrido lo mismo? ¿ a caso no son cómplices de esta monumental estafa?
Pero lo verdaderamente grave del desprestigio de los sindicatos por esta deriva, no está en que se lleven más o menos y que tengan más o menos poder. El problema es que los trabajadores están ahí, en sus empresas, con sus problemas, con unos representantes desacreditados. El problema de esos trabajadores es a lo que se enfrentan: cuando había trabajo el paro era una situación desagradable, pero circunstancial; ahora con cinco millones de parados, el paro significa la “muerte civil”, y ante esa posibilidad los trabajadores se las tragan cuadradas. Da lo mismo los derechos que puedan tener, pues llegado el caso renunciaran a todos ellos con tal de mantener su puesto de trabajo. Estos “linces” que callaban cuando los datos del paro crecían exponencialmente, no se enteraron que, a la par que aumentaba en número de parados, disminuían los derechos de los trabajadores que todavía conservaban su puesto de trabajo.¿Que más da tener más o menos derechos si a la postre no se pueden exigir?. Lo verdaderamente dramático es la situación en que quedan los trabajadores: sin derechos, y con unos representantes desprestigiados para defenderlos.
¿Quien se va a sumar a una huelga que solo se hace para que, los que traicionaron a su clase, se laven la cara? y no digo la conciencia, porque de eso no gastan.