Todos estudiamos en Física el concepto de “masa crítica”. Se refería a la cantidad de uranio necesaria para que se produjese una reacción en cadena. Posteriormente la Sociología se apropió ese concepto para definir la cantidad de personas necesarias para que ocurra un fenómeno y se pueda mantener en el tiempo.
Dados los acontecimientos sociales y políticos acaecidos en los últimos años, no vendría de más ampliar el concepto de “masa crítica” a la Política, sobre todo en lo que hace referencia a la organización territorial, e institucional: solo aquellos órganos que sean capaces de producir, de manera autónoma, un dinámica mantenida en el tiempo, deberían perpetuarse. Por poner un ejemplo: solo los ayuntamientos capaces de dar un servicio continuo y de mantenerse a costa de sus vecinos deberían existir. Por el contrario todos aquellos que su solo fin sea el de abrir las puertas para un “por si acaso”, deberían cerrar sus puertas y mancomunarse en organizaciones supramunicipales capaces de dar continuidad racional a sus servicios.
El caso de las comunidades autónomas no es distinto, hay comunidades autónomas que no tienen: o bien entidad territorial, censal, o económica para constituirse como tales. Murcia, Cantabria, La Rioja, Asturias, Ceuta y Melilla son un “¡Viva Cartagena!” por más que la Constitución las sentencie como comunidades autónomas. Castilla la Mancha y Extremadura, por su escasa población, gran extensión, y limitado desarrollo, son entidades que no pueden sobrevivir si no es de una manera artificial. Aragón se libra por Zaragoza, que acumula más de la mitad de la población de la región, lo cual facilita mucho su administración. Y que no me digan lo del retraso ancestral: treinta años de democracia, de ayudas europeas y estatales a mansalva solo han servido para que sigamos como estábamos. En estas comunidades el efecto autonómico no ha servido más que para consolidar una oligarquía política y económica que en sus modos y maneras poco se diferencian de las del siglo XIX. Han amasado las riquezas que nunca soñaron, mientras el pueblo llano sigue como hace decenios. Hoy el nivel salarial de Castilla la Mancha, con respecto al resto de las regiones sigue siendo tan bajo como lo era en la época de la Restauración. Y como hace siglos una gran parte de los trabajadores “tomando el sol” en las plazas de sus pueblos a ver si cae alguna cosa.
Cambiamos unos caciques por otros, en muchos casos ni siquiera los cambiamos: sus hijos tomaron el relevo y así nos va.
En el Caso de Castilla la Mancha es más que evidente la falta de entidad economico-politico-social. Más que una parte del Estado parecemos un apéndice al que nadie se le ocurre que hacer con él. Como tal apéndice pocas posibilidades tiene de crecimiento, de manera que la primera tentación sería la de proceder a su extirpación, para integrarse en el cuerpo estatal. Esta reflexión que no es la primera vez que hago, se presentará con toda su crudeza en los próximos meses, cuando la escasez de recursos propios y foráneos se haga aún más presente.Si nos damos un paseo por el Presupuesto de Ingresos de la Comunidad veremos que los recursos propios son muy escasos, los del Estado, en la medida en que se refieren a participaciones en impuestos, están muy disminuidos, los europeos cada vez menores, y la solidaridad interterritorial haciendo aguas por todos partes. En resumen: que deberíamos ser capaces de vivir de lo nuestro, y eso es imposible.
Estuvimos viviendo de la lluvia de transferencias del exterior a la región unos años, después pasamos a vivir del endeudamiento desmedido, ahora estamos en la financiación irregular: la que nos proporcionan los empresarios titulares de servicios, que debería prestar la Administración, y que están asumiendo sus empresas a costa de endeudarse. Empresas de limpieza de las consejerías u hospitales, empresas de seguridad, empresas que tienen contratadas plazas de residencia para ancianos, farmacias, transporte escolar, ambulancias, empresas de mantenimiento de edificios, carreteras, canales de riego o suministro de agua, de atención a drogodependientes, y un sin fin de servicios que no se pagan desde hace meses, son la última posibilidad de mantener este momio que en unos meses tendrá que enfrentarse a dos alternativas: o la ruina de esas empresas y la no prestación de esos servicios, o a no pagar la nómina de los funcionarios, en todo caso el estallido social.
Que al día de hoy los presupuestos de la Región están pendientes de presentar ante las Cortes, es un claro ejemplo de las dificultades para cuadrarlos, a no ser que se pretenda escamotear en la prórroga de los del 2010 el estado real de la situación. Este sería el último ardid para mantener lo que se desmorona a ojos vista. Lo dicho: no hay “masa crítica”.
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