jueves, 19 de enero de 2012

MANUEL FRAGA

Es difícil escribir de Don Manuel Fraga sin caer en la hipérbole. Su figura arrolladora, física e intelectualmente, invita al empleo de calificativos que me resisto a usar en esta reflexión. Yo, siempre le vi como un hombre contenido, que solo dejaba ver su carácter enérgico en las intervenciones públicas. Siempre imaginé la templanza de la que tuvo que hacer gala para conducir aquel partido de prebostes por la senda democrática, para poco a poco configurar una alternativa creíble en el paisaje político español; impregnado, hasta la médula, de los criterios falaces y oportunistas de la izquierda. Solo desde la templanza y la paciencia se pueden superar los sinsabores y las zancadillas a los que tuvo que hacer frente a lo largo de los años de consolidación de un partido que hoy gobierna España.

¿Fue ministro en los gobiernos predemocráticos? claro que sí ¿pero cuantos de los insignes socialistas que nos han gobernado en los últimos años no lo hubieran sido si hubiesen tenido la oportunidad? Ejemplos hay, en la historia reciente de España. Simplemente Fraga cometió la torpeza de ser más brillantes que aquellos, y llegó antes a donde a muchos les hubiera gustado estar. Y los que no lo hicieron vivaquearon en la dictadura a verlas venir, mientras hombres como Don Manuel corrieron el riesgo de comprometerse para mejorar, en la medida de lo posible, el lamentable estado en el que se encontraba la España de aquellos años.

Nadie le puede negar que su vida fue un monumento a la coherencia, eso que ahora tan poco se lleva, incluso en nuestro propio partido, a la honestidad eso que aun se lleva menos, y la lealtad con el Estado, eso, que para la mayoría de los políticos en ejercicio es algo desconocido. Se decía que tenía el Estado en la cabeza, yo diría que le tenía en su conciencia, que es distinto. Y tiene más mérito tenerle en su conciencia cuando además se tiene en la cabeza.

Hemos leído en estos días, en referencia a su vida política, que fue una vida con “luces y sombras” Y yo me pregunto: ¿que mortal cuando hace balance, sincero, de su vida no encuentra luces y sombras? Solo los tontos.

Descanse en Paz.


No hay comentarios: