En estos últimos días no hay militante del PP que no haya tenido aquí o allá la necesidad de explicar-justificar las implicaciones del partido en la trama Gürtel. Yo lo tuve que hacer hace unos días en el programa de radio La Ventana de la SER, al que soy invitado periódicamente.
Creo que en este episodio hay varios puntos a tener en cuenta y que determinan la verdadera naturaleza y alcance de los hechos:
No hay financiación irregular del partido: No porque que seamos mejor que nadie. Cualquiera que conozca nuestra organización, sabe perfectamente que su estructura orgánica es una mera justificación de una pretendida democracia interna, y no una estructura de poder. Nadie, en consecuencia, se dirigirá a ésta con donativos, que nunca se sabrá si serán tenidos en cuenta por quien realmente manda.
Es importante saber de que estamos hablando. Según el informe del diario El Mundo sobre el particular -y en este caso no es sospechoso- las supuestos beneficios de los políticos implicados rondarían los 5 millones de euros, la mitad de lo que Chaves arregló a su hija con un golpe de talón. Y los beneficios totales de la trama rondarían los 45 millones de euros, que es la ciento cincuentava parte de lo que cuatro amigos se llevaron de CCM.
Pero lo más grave de todo este caso es la utilización torticera de las disposiciones legales sobre escuchas. A mi juicio, la investigación sobre los posibles negocios de los empresarios implicados, ha sido un mero pretexto para escuchar a todo el PP, aforados incluidos, durante años. Un procedimiento judicial de orden menor ha servido para evitar suplicatorios y la intervención de otras instancias jurisdiccionales que hubieran tratado el caso con la objetividad de la que éste ha adolecido desde el comienzo. En definitiva Garzón nos ha montado un “Gran Hermano” que está siendo emitido, por fascículos, en los órganos mediáticos del poder socialista, con la connivencia de los jueces, fiscales y policías, implicados en el caso.
Y esto es lo realmente grave. Sorprende que los adalides de las libertades de este país no hayan puesto el grito en el cielo, ante lo que es una persecución visceral y sin paliativos de un partido democrático. Habría que remontarse a los gobiernos del Frente Popular en el año 1936, para encontrar un referente del ensañamiento del poder gubernamental con la oposición política.
Sé perfectamente que los escrúpulos democráticos del PSOE van al alimón de su ansia por el poder. No soy tan ingenuo como para esperar un comportamiento ético, en los que justifican la violación de una niña de doce años por parte de Polansky. Pero se supone que los que se dirigen a diario a los ciudadanos a través de los medios de comunicación deberían tener el pudor de no justificar semejantes atentados que serían los primeros en rechazar si a ellos les afectara.
Pero dicho esto hay que significar lo mal que administramos estas crisis. Una vez más la falta de criterio y las distintas varas de medir, que tanto criticamos en los demás, salen a relucir al mínimo inconveniente. Que poco aguantamos cuando vienen las duras. Que poca capacidad de encajar los golpes del adversario. Que sensible somos a las críticas cuando de quemar peones se trata En este sentido el sacrificio de Costa me parece un error táctico de primer orden. No sé si alguien habrá pensado que los precedentes que se han sentado en este caso, podrían ser funestos para algunos, cuando sigan apareciendo capítulos del Gran Hermano, del que por ahora solo conocemos un aparte.
Creo que en este episodio hay varios puntos a tener en cuenta y que determinan la verdadera naturaleza y alcance de los hechos:
No hay financiación irregular del partido: No porque que seamos mejor que nadie. Cualquiera que conozca nuestra organización, sabe perfectamente que su estructura orgánica es una mera justificación de una pretendida democracia interna, y no una estructura de poder. Nadie, en consecuencia, se dirigirá a ésta con donativos, que nunca se sabrá si serán tenidos en cuenta por quien realmente manda.
Es importante saber de que estamos hablando. Según el informe del diario El Mundo sobre el particular -y en este caso no es sospechoso- las supuestos beneficios de los políticos implicados rondarían los 5 millones de euros, la mitad de lo que Chaves arregló a su hija con un golpe de talón. Y los beneficios totales de la trama rondarían los 45 millones de euros, que es la ciento cincuentava parte de lo que cuatro amigos se llevaron de CCM.
Pero lo más grave de todo este caso es la utilización torticera de las disposiciones legales sobre escuchas. A mi juicio, la investigación sobre los posibles negocios de los empresarios implicados, ha sido un mero pretexto para escuchar a todo el PP, aforados incluidos, durante años. Un procedimiento judicial de orden menor ha servido para evitar suplicatorios y la intervención de otras instancias jurisdiccionales que hubieran tratado el caso con la objetividad de la que éste ha adolecido desde el comienzo. En definitiva Garzón nos ha montado un “Gran Hermano” que está siendo emitido, por fascículos, en los órganos mediáticos del poder socialista, con la connivencia de los jueces, fiscales y policías, implicados en el caso.
Y esto es lo realmente grave. Sorprende que los adalides de las libertades de este país no hayan puesto el grito en el cielo, ante lo que es una persecución visceral y sin paliativos de un partido democrático. Habría que remontarse a los gobiernos del Frente Popular en el año 1936, para encontrar un referente del ensañamiento del poder gubernamental con la oposición política.
Sé perfectamente que los escrúpulos democráticos del PSOE van al alimón de su ansia por el poder. No soy tan ingenuo como para esperar un comportamiento ético, en los que justifican la violación de una niña de doce años por parte de Polansky. Pero se supone que los que se dirigen a diario a los ciudadanos a través de los medios de comunicación deberían tener el pudor de no justificar semejantes atentados que serían los primeros en rechazar si a ellos les afectara.
Pero dicho esto hay que significar lo mal que administramos estas crisis. Una vez más la falta de criterio y las distintas varas de medir, que tanto criticamos en los demás, salen a relucir al mínimo inconveniente. Que poco aguantamos cuando vienen las duras. Que poca capacidad de encajar los golpes del adversario. Que sensible somos a las críticas cuando de quemar peones se trata En este sentido el sacrificio de Costa me parece un error táctico de primer orden. No sé si alguien habrá pensado que los precedentes que se han sentado en este caso, podrían ser funestos para algunos, cuando sigan apareciendo capítulos del Gran Hermano, del que por ahora solo conocemos un aparte.
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