Canto a las armas y a los héroes, dice la Eneida de Virgilio en el comienzo del libro primero. No es que quiera redactar un poema épico, pero traigo esas estrofas a colación porque sí creo necesario “cantar” a aquellos que se esfuerzan, que luchan, que se entregan, que se arriesgan y que incluso llegan a perder en el afán de esa lucha bienes preciados y queridos. Aquellos que lo dan todo por conseguir un objetivo, como Eneas hizo, hasta llegar a Italia y sembrar la semilla de lo que llegaría a ser el Imperio Romano.
Me hice el firme propósito de no escribir en estas vacaciones sobre cosa alguna que remotamente tenga que ver con la Política. Lo conseguí, pero haciendo no pocos esfuerzos. Cometí el error de no dejar de comprar la prensa diaria, pero llegados a estas fecha no tengo por menos que, aunque sea a toro pasado, escribir sobre algunas de las perlas de este verano.
Escuchas, vejaciones a militantes, persecuciones de fiscales y policía. Todo configura un estado de cosas que lo que realmente retratan es el poco peso que tiene nuestro partido en el conjunto de la sociedad.
¿Alguien se imagina semejantes atropellos si al día siguiente de haberse producido todos esos hechos, los militantes que llenas nuestros mítines y nuestros listados, se concentraran ante la comisaría, delegación del gobierno o fiscalía correspondiente, aunque solo fuera para abuchear a los pancistas de turno?
Yo creo que no. El problema es que las agresiones al PP salen gratis. Si además tienen la remuneración del PSOE no faltarán voluntarios para llevarlas a efecto, pero lo más grave es que contra esa situación no seríamos capaces de movilizar a media docena.
Valga como ejemplo una anécdota que se produjo en una cena de Navidad en el Senado. El entonces Portavoz del Grupo, Estaban González Pons, quiso dar la palabra a los empleados del Grupo, en un gesto de razonable confraternización, en la persona del empleado con más antigüedad, y aquel hombre aprovecho la ocasión para decir que él no debía nada al PP sino a Don Juan de Arespacochaga, que era quien le había colocado en el Grupo, y del que había sido su mayordomo.
Posteriormente el día del 11-M en ese mismo Grupo, una secretaria de las que no hay “Padre de la Patria” que haya conseguido que le hagan una mala fotocopia, dijo: “Es que Aznar nos ha metido en la guerra de Irak, y ahora nos están matando a los trabajadores”. Eso, en el mejor destino que pueda tener trabajador alguno del PP. Estas anécdotas da una idea del grado de pertenencia que tienen las personas que de una manera más nítida dependen del partido.
No niego las escuchas, pero habría que preguntarse cuál es el nivel de compromiso, y en consecuencia, de seguridad dentro de un partido, en el que sus estructuras administrativas y políticas se configuran bajo los criterios del último que llega al “cortijo”. Cuando además estos criterios, por desgracia, solo tienen un denominador común: Huir de las personas de reconocida lealtad, huir de las personas con dilatadas carreras y espléndidas “hoja de servicios”, huir de la experiencia y del conocimiento. Rechazar en definitiva cualidades que, en su conjunto, conformarían un cuerpo social y político sólido, estructura imprescindible para cualquier organización que se precie.
En nuestro partido, so pretexto de que el líder necesita su equipo, se justifican todo tipo de caprichos tanto a la hora de nombrar, como a la hora de prescindir de las personas que deben asumir responsabilidades. Esta forma de actuar ha llenado nuestra organización de sobrevivientes y redivivos expertos en el arte del doblez, cuando no de la felonía. Fieles a tantos que al final no lo son más que a ellos mismos.
En este caldo de cultivo, adquiere un papel de primer orden las relaciones con los medios de comunicación. Todo “sobreviviente” sabe perfectamente que éste es un campo que no se puede dejar de la mano. Hay que tener una buena “cuadra” de amigos en los medios que ponderen sus actuaciones y que, llegado el caso, descalifique o silencie las del compañero que pueda hacerle sombra. El problema es que esto se paga, y se paga con filtraciones.
¡Hay que buscarse la vida!, y más cuando, como dicen algunos que están arriba: “esto es política… y en política todo vale.
Pues eso.
En todo caso me consta que en el partido hay buena gente que, a pesar de las dificultades, siguen luchando por él. A ellos va dedicado el verso con el que comienza el artículo… que bien se lo merecen.
Me hice el firme propósito de no escribir en estas vacaciones sobre cosa alguna que remotamente tenga que ver con la Política. Lo conseguí, pero haciendo no pocos esfuerzos. Cometí el error de no dejar de comprar la prensa diaria, pero llegados a estas fecha no tengo por menos que, aunque sea a toro pasado, escribir sobre algunas de las perlas de este verano.
Escuchas, vejaciones a militantes, persecuciones de fiscales y policía. Todo configura un estado de cosas que lo que realmente retratan es el poco peso que tiene nuestro partido en el conjunto de la sociedad.
¿Alguien se imagina semejantes atropellos si al día siguiente de haberse producido todos esos hechos, los militantes que llenas nuestros mítines y nuestros listados, se concentraran ante la comisaría, delegación del gobierno o fiscalía correspondiente, aunque solo fuera para abuchear a los pancistas de turno?
Yo creo que no. El problema es que las agresiones al PP salen gratis. Si además tienen la remuneración del PSOE no faltarán voluntarios para llevarlas a efecto, pero lo más grave es que contra esa situación no seríamos capaces de movilizar a media docena.
Valga como ejemplo una anécdota que se produjo en una cena de Navidad en el Senado. El entonces Portavoz del Grupo, Estaban González Pons, quiso dar la palabra a los empleados del Grupo, en un gesto de razonable confraternización, en la persona del empleado con más antigüedad, y aquel hombre aprovecho la ocasión para decir que él no debía nada al PP sino a Don Juan de Arespacochaga, que era quien le había colocado en el Grupo, y del que había sido su mayordomo.
Posteriormente el día del 11-M en ese mismo Grupo, una secretaria de las que no hay “Padre de la Patria” que haya conseguido que le hagan una mala fotocopia, dijo: “Es que Aznar nos ha metido en la guerra de Irak, y ahora nos están matando a los trabajadores”. Eso, en el mejor destino que pueda tener trabajador alguno del PP. Estas anécdotas da una idea del grado de pertenencia que tienen las personas que de una manera más nítida dependen del partido.
No niego las escuchas, pero habría que preguntarse cuál es el nivel de compromiso, y en consecuencia, de seguridad dentro de un partido, en el que sus estructuras administrativas y políticas se configuran bajo los criterios del último que llega al “cortijo”. Cuando además estos criterios, por desgracia, solo tienen un denominador común: Huir de las personas de reconocida lealtad, huir de las personas con dilatadas carreras y espléndidas “hoja de servicios”, huir de la experiencia y del conocimiento. Rechazar en definitiva cualidades que, en su conjunto, conformarían un cuerpo social y político sólido, estructura imprescindible para cualquier organización que se precie.
En nuestro partido, so pretexto de que el líder necesita su equipo, se justifican todo tipo de caprichos tanto a la hora de nombrar, como a la hora de prescindir de las personas que deben asumir responsabilidades. Esta forma de actuar ha llenado nuestra organización de sobrevivientes y redivivos expertos en el arte del doblez, cuando no de la felonía. Fieles a tantos que al final no lo son más que a ellos mismos.
En este caldo de cultivo, adquiere un papel de primer orden las relaciones con los medios de comunicación. Todo “sobreviviente” sabe perfectamente que éste es un campo que no se puede dejar de la mano. Hay que tener una buena “cuadra” de amigos en los medios que ponderen sus actuaciones y que, llegado el caso, descalifique o silencie las del compañero que pueda hacerle sombra. El problema es que esto se paga, y se paga con filtraciones.
¡Hay que buscarse la vida!, y más cuando, como dicen algunos que están arriba: “esto es política… y en política todo vale.
Pues eso.
En todo caso me consta que en el partido hay buena gente que, a pesar de las dificultades, siguen luchando por él. A ellos va dedicado el verso con el que comienza el artículo… que bien se lo merecen.
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