Dice mi amigo Jesús Fuentes que poco se puede decir sobre el trasvase Tajo Segura que ya no se haya dicho, pero me resisto a no decir algo más, y quizá nos ocurra con el Trasvase como con el Bolero de Ravel que a fuerza de repetir la misma estrofa en diferentes tonos configuremos una espléndida obra.
El interés por escribir este artículo viene derivado del cambio experimentado por el Presidente de la Región sobre el fin del Trasvase, recogido en el flamante Estatuto ahora en las Cortes del Reino. Y para ponernos en situación y entender la nueva postura, no vendría mal, aunque suponga un atentado a la paciencia de los lectores, hacer un poco de historia.
De todos es sabido que el Trasvase del Tajo al Segura es consecuencia de una Ley de la época de la dictadura del año 1971, esta ley permitió la construcción del acueducto destinado a transportar el agua de la cabecera del Tajo al Segura. Concretamente desde los embalses de Entrepeñas y Buendía, con una capacidad conjunta de 2400 Hm, hasta el embalse del Cenajo un poco antes de Cieza.
Pero quien realmente da carta de naturaleza a esta obra, ya en pleno sistema democrático, es la Ley 52/1980 de Regulación del Régimen Económico del Acueducto Tajo-Segura, en esta norma se especifican los volúmenes a trasvasar ,110 Hm para consumo, 400 para regadíos, los 6 metros cúbicos por segundo en Aranjuez, las compensaciones económicas... y sobre todo se determina que las aguas a trasvasar serán solamente las excedentarias, dejando la determinación de esos excedentes a la redacción del Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo, que no se redactó hasta finales de los noventa, por RD 1664/1998 de 24 de julio, casi veinte años después. A lo largo de esos veinte años los trasvases efectuados estaban en la alegalidad más absoluta, alegalidad que a mi juicio trabajaba a favor de los intereses de nuestra región, quizá por eso la media trasvasada en esos años estuvo entorno a los 320 Hm mucho menos de lo previsto en un principio.
Pero en la aprobación de ese Plan Hidrológico, festejado hasta la saciedad por el Gobierno Regional del entonces presidente José Bono, con aquellas declaraciones muy al uso del personaje: “Le hemos dado la vuelta como un calcetín”, “hemos hecho una raya en Buendía y Entrepeñas”, “ni en mis mejore sueños podría imaginar conseguir todo lo conseguido en el Tajo”, etc., encerraba una carga de profundidad letal para nuestros intereses. La famosa “raya de Bono”, que impedía el trasvase por debajo de los 240 Hm, el 10% del total de la capacidad de esos embalses, deriva del artículo 23 de ese plan que literalmente dice: Se consideran aguas excedentarias todas aquellas existencias embalsadas en el conjunto Entrepeñas y Buendía que superen los 240 hm. Por debajo de esta cifra no se podrán efectuar trasvases en ningún caso. Con este artículo se terminaba la alegalidad antes señalada, pues con esta redacción quedan determinadas con toda exactitud cuáles eran las aguas excedentarias. Más por si fuera poco, Bono exigió que este artículo que formaba parte del cuerpo de un Real Decreto, se recogiera, y así se hizo, en el Plan Hidrológico Nacional, que tiene rango de Ley con lo que además le subieron de categoría.
En el colmo de los despropósitos vino la reforma del Estatuto de la Comunidad de Valencia, donde se recogía el derecho de esta comunidad a los excedentes de cualquier cuenca de España. Esta cuestión fue recurrida tanto por Aragón como por Castilla la Mancha, recurso desestimado hace unos meses por el Tribunal Constitucional. Es decir legalmente Valencia podría tener derecho a los excedentes de cualquier cuenca de España.¡Pero es que la única cuenca que tiene legalmente definido un excedente, como tal, es la del Tajo!
Después de este repaso podrá entenderse un poco mejor las tribulaciones del presidente Barreda, pues lo que se plantea no es solo una cuestión de inconstitucionalidad, sino, probablemente y antes que eso una cuestión de legalidad pura y simple.
En el Trasvase se han cometido muchos errores a lo largo de su historia por parte de todos: Fue el delirio de un tirano que como todos, desde Pisistrato, han querido pasar a la historia a través de las obras públicas para así no tenerlo que hacer a través de otras que más valía ocultar, fue y sigue siendo pasto de la soberbia administrativa, de los burócratas atados a intereses de parte, de los que, apoyándose en unos supuestos conocimientos de la realidad, han estado siempre más de parte de los poderosos que del propio río que tenían que cuidar, dando lugar a un estado de cosas de difícil solución.
No es de recibo que en la cuenca del Segura se hayan creado a lo largo de estos años unas demandas de agua que son insostenibles. Donde las cosechas no son fruto de la planificación sino del agua disponible en cada momento, y cuanto más mejor, así habrá parcelas que se siembren una dos o tres veces al año.
No es de recibo que para mantener esas demandas los embalses de cabecera del Tajo hayan perdido su verdadero carácter, su carácter regulador, para convertirse en meros depósitos de donde sale el agua para el Levante, de manera continua e inmediata para llenar allí embalses y miles de balsas que hacen imposible su recuento. Se trata al parecer de que el agua esté en Castilla la Mancha el menos tiempo posible.
Hay que cambiar de manera urgente la Norma de Desembalse de los pantanos de cabecera, una norma hecha con el único objetivo de vaciar los embalse lo más deprisa posible.
Sería conveniente evitar por parte de los responsables políticos, la utilización interesada del trasvase con algunas declaraciones altamente ofensivas, como que “el Tajo desemboca en el Maditerráneo”, dicho en su día por el presidente de Murcia.
No se puede entender como desde el año 1998 que se aprueba el Plan Hidrológico de la Cuenca del Tajo, que prevé una reserva, no sé si estratégica o no, en los embalses de cabecera de 350 hm para “atender las futuras demandas de la cuenca del Tajo”, no se haya consumido ni un solo hectómetro más de los que históricamente se venían consumiendo.
Se entiende menos la actitud del presidente Zapatero y su partido que, en cuestiones de agua, utiliza distintas varas de medir según de quien se trate, y en función de sus personales intereses políticos.
Manifestaba al comienzo la posibilidad de configurar una espléndida obra, pero dada la poca calidad de los intérpretes y lo mucho que desafinan, va a ser difícil poder escuchar algo que merezca la pena. En todo caso habrá que seguir trabajando con la esperanza de que llegue el día en que la música que oigamos nos haga felices. Yo no pierdo la esperanza de que así sea.
El interés por escribir este artículo viene derivado del cambio experimentado por el Presidente de la Región sobre el fin del Trasvase, recogido en el flamante Estatuto ahora en las Cortes del Reino. Y para ponernos en situación y entender la nueva postura, no vendría mal, aunque suponga un atentado a la paciencia de los lectores, hacer un poco de historia.
De todos es sabido que el Trasvase del Tajo al Segura es consecuencia de una Ley de la época de la dictadura del año 1971, esta ley permitió la construcción del acueducto destinado a transportar el agua de la cabecera del Tajo al Segura. Concretamente desde los embalses de Entrepeñas y Buendía, con una capacidad conjunta de 2400 Hm, hasta el embalse del Cenajo un poco antes de Cieza.
Pero quien realmente da carta de naturaleza a esta obra, ya en pleno sistema democrático, es la Ley 52/1980 de Regulación del Régimen Económico del Acueducto Tajo-Segura, en esta norma se especifican los volúmenes a trasvasar ,110 Hm para consumo, 400 para regadíos, los 6 metros cúbicos por segundo en Aranjuez, las compensaciones económicas... y sobre todo se determina que las aguas a trasvasar serán solamente las excedentarias, dejando la determinación de esos excedentes a la redacción del Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo, que no se redactó hasta finales de los noventa, por RD 1664/1998 de 24 de julio, casi veinte años después. A lo largo de esos veinte años los trasvases efectuados estaban en la alegalidad más absoluta, alegalidad que a mi juicio trabajaba a favor de los intereses de nuestra región, quizá por eso la media trasvasada en esos años estuvo entorno a los 320 Hm mucho menos de lo previsto en un principio.
Pero en la aprobación de ese Plan Hidrológico, festejado hasta la saciedad por el Gobierno Regional del entonces presidente José Bono, con aquellas declaraciones muy al uso del personaje: “Le hemos dado la vuelta como un calcetín”, “hemos hecho una raya en Buendía y Entrepeñas”, “ni en mis mejore sueños podría imaginar conseguir todo lo conseguido en el Tajo”, etc., encerraba una carga de profundidad letal para nuestros intereses. La famosa “raya de Bono”, que impedía el trasvase por debajo de los 240 Hm, el 10% del total de la capacidad de esos embalses, deriva del artículo 23 de ese plan que literalmente dice: Se consideran aguas excedentarias todas aquellas existencias embalsadas en el conjunto Entrepeñas y Buendía que superen los 240 hm. Por debajo de esta cifra no se podrán efectuar trasvases en ningún caso. Con este artículo se terminaba la alegalidad antes señalada, pues con esta redacción quedan determinadas con toda exactitud cuáles eran las aguas excedentarias. Más por si fuera poco, Bono exigió que este artículo que formaba parte del cuerpo de un Real Decreto, se recogiera, y así se hizo, en el Plan Hidrológico Nacional, que tiene rango de Ley con lo que además le subieron de categoría.
En el colmo de los despropósitos vino la reforma del Estatuto de la Comunidad de Valencia, donde se recogía el derecho de esta comunidad a los excedentes de cualquier cuenca de España. Esta cuestión fue recurrida tanto por Aragón como por Castilla la Mancha, recurso desestimado hace unos meses por el Tribunal Constitucional. Es decir legalmente Valencia podría tener derecho a los excedentes de cualquier cuenca de España.¡Pero es que la única cuenca que tiene legalmente definido un excedente, como tal, es la del Tajo!
Después de este repaso podrá entenderse un poco mejor las tribulaciones del presidente Barreda, pues lo que se plantea no es solo una cuestión de inconstitucionalidad, sino, probablemente y antes que eso una cuestión de legalidad pura y simple.
En el Trasvase se han cometido muchos errores a lo largo de su historia por parte de todos: Fue el delirio de un tirano que como todos, desde Pisistrato, han querido pasar a la historia a través de las obras públicas para así no tenerlo que hacer a través de otras que más valía ocultar, fue y sigue siendo pasto de la soberbia administrativa, de los burócratas atados a intereses de parte, de los que, apoyándose en unos supuestos conocimientos de la realidad, han estado siempre más de parte de los poderosos que del propio río que tenían que cuidar, dando lugar a un estado de cosas de difícil solución.
No es de recibo que en la cuenca del Segura se hayan creado a lo largo de estos años unas demandas de agua que son insostenibles. Donde las cosechas no son fruto de la planificación sino del agua disponible en cada momento, y cuanto más mejor, así habrá parcelas que se siembren una dos o tres veces al año.
No es de recibo que para mantener esas demandas los embalses de cabecera del Tajo hayan perdido su verdadero carácter, su carácter regulador, para convertirse en meros depósitos de donde sale el agua para el Levante, de manera continua e inmediata para llenar allí embalses y miles de balsas que hacen imposible su recuento. Se trata al parecer de que el agua esté en Castilla la Mancha el menos tiempo posible.
Hay que cambiar de manera urgente la Norma de Desembalse de los pantanos de cabecera, una norma hecha con el único objetivo de vaciar los embalse lo más deprisa posible.
Sería conveniente evitar por parte de los responsables políticos, la utilización interesada del trasvase con algunas declaraciones altamente ofensivas, como que “el Tajo desemboca en el Maditerráneo”, dicho en su día por el presidente de Murcia.
No se puede entender como desde el año 1998 que se aprueba el Plan Hidrológico de la Cuenca del Tajo, que prevé una reserva, no sé si estratégica o no, en los embalses de cabecera de 350 hm para “atender las futuras demandas de la cuenca del Tajo”, no se haya consumido ni un solo hectómetro más de los que históricamente se venían consumiendo.
Se entiende menos la actitud del presidente Zapatero y su partido que, en cuestiones de agua, utiliza distintas varas de medir según de quien se trate, y en función de sus personales intereses políticos.
Manifestaba al comienzo la posibilidad de configurar una espléndida obra, pero dada la poca calidad de los intérpretes y lo mucho que desafinan, va a ser difícil poder escuchar algo que merezca la pena. En todo caso habrá que seguir trabajando con la esperanza de que llegue el día en que la música que oigamos nos haga felices. Yo no pierdo la esperanza de que así sea.
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