La gestión de la crisis del Coronavirus está dejando en evidencia las debilidades del Estado Español. No me refiero solo al aspecto sanitario sino al conjunto de iniciativas que un estado debería implementar para abordar con éxito la lucha contra la pandemia. Está muy claro que ante el primer traspiés serio que España tiene que afrontar, su gobierno no ha sido capaz de dar una respuesta mínimamente eficaz a los problemas planteados.
La gestión de la lucha contra el virus, tanto a nivel estatal como autonómico, ha sido un desastre sin paliativos que nos coloca a la cabeza de los países con peores resultados. La España de las autonomías se ha revelado incapaz de luchar contra esta plaga de una manera coordinada y eficaz.
Unos mediocres dirigentes políticos más preocupados por salvar su “culo” que, por resolver los problemas, ha dejado en evidencia su debilidad. Debilidad que es la nuestra. Solo hay que escuchar sus patéticas declaraciones para ver que podemos esperar de ellos.
Pero lo más grave es lo que se esconde detrás de esta evidente calamidad. Esta pandemia se está aprovechando, por parte del gobierno social-comunista, para consolidarse en el poder a fuer de restringir derechos y violentar la legalidad vigente, preparando un escenario que le permita socavar poco a poco, pero inexorablemente, el sistema democrático consecuencia de la Transición y redefinirle según sus conveniencias.
Un gobierno que, aparte de su adscripción política, se abraza a filo etarras, separatistas, y todos y cada uno de los enemigos declarados de España, solo puede tener éxito en la medida en que sus socios se encuentren a gusto y estos solo se encontrarán a gusto, en la medida en que España desaparezca de su horizonte. Eso es lo que está ocurriendo.
El desprecio a España y a los españoles. El ataque sistemático a nuestros valores, ideas, símbolos y costumbres, se está consintiendo por este gobierno que no dudará de vender España a sus enemigos con tal de seguir disfrutando del poder.
Una sociedad mortecina en manos de unos medios de comunicación mercenarios que han perdido cualquier atisbo de dignidad profesional, porque lo importante es hacerse rico, aunque sea vendiendo tu alma al diablo. Que no habrá dinero para EPIC o PCR, pero que no les falte a los dueños de los mass media para que tapen las inmundicias de un gobierno de incompetentes, además de malvados y chulos.
El caso de Madrid es paradigmático. Parece razonable que, si hay sectores de la ciudad con distintos niveles de contagios, estos sectores se separen para poder actuar con más eficacia dentro de cada unos de ellos. El “divide y vencerás” de Julio César es perfectamente aplicable a este caso (no en vano estamos ante el ataque de un enemigo tenaz).
Pero cual es la reacción del Sr. Illa Ministro de Sanidad y catalán. Justo la contraria. Se aísla Madrid, aunque eso traiga como consecuencia mezclar los barrios con más alta contaminación con los que tienen menos, a fin de que se igualen por arriba. Y cuando los tribunales le quitan la razón, viene su “primo el de zumosol” y por mis tales, con la chulería de la que hace gala la criatura, lo mete con un decreto del Consejo de Ministros.
El problema es que Madrid es un símbolo. Madrid el año 2019, superó el PIB de Cataluña con un millón de habitantes menos. Madrid es un ejemplo de desarrollo económico social y político, un ejemplo de concordia, de apertura y libertad. Muy distintas de la políticas pueblerinas, resentidas y egoístas puestas en marcha desde la Generalidad y eso les tiene de los nervios a los Rufianes y compañía.
Pero no hay problema ahí esta Pedro Sánchez y todo el PSOE para hundir Madrid. Y NOSOTROS CON MASCARILLA APLAUDIENDO
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