Una vez más, como cada vez que
llega la sequía nos acordamos del Tajo. Del Tajo solo nos acordamos, cuando va
seco, cuando puede utilizarse como carnaza de la grey política. Han ocurrido
tantas cosas en el Tajo que todos deberían ponerse un punto en los labios, pero
si hubiera que buscar entre los muchos responsables uno mayor que otro sin duda
el Partido Socialista se lleva la palma.
Sobre esto no es la primera vez
que escribo, pero conviene recordar algunos elementos esenciales de este
periplo: El trasvase, obra aparte, es consecuencia de una Ley tardofranquista
de 1980 la Ley de regulación del Régimen Económico del Acueducto Tajo-Segura,
en esta ley se recogía las reglas de funcionamiento de ese acueducto, las
compensaciones y demás cuestiones, pero hay dos cosas que dejaba claras, por
una parte que solo se podían trasvasar aguas excedentarias y que la definición
de esas aguas excedentarias se dejaban a la redacción del plan de cuenca
subsiguiente. No se atrevieron a ir más lejos
Como ese plan no llegaba, los
trasvases estaban en una permanente alegalidad; de hecho todos los trasvases
que se recurrieron, por parte de la Junta de Comunidades, se ganaron, bien es
verdad que “a toro pasado”, cuando ya se habían llevado el agua. Esa situación
de indefinición, que beneficiaba a la cuenca del Tajo, se termina cuando se
redacta el Plan Hidrológico de la Cuenca, allá por 1998. En ese plan no se
definían cuales son las aguas excedentarias expresamente, pero vino Bono e hizo
la famosa raya. “Le hemos dado la vuelta como un calcetín, hemos hecho una raya
por debajo de la cual no se puede trasvasar”. Claro que eso suponía que por
encima de la raya si se podía hacer, con lo que se estaban definiendo cuales
eran las aguas excedentarias.
Aquella raya que estaba alrededor
de los 450 hectómetros, fue celebrada, festejada y ampliamente publicitada por
todos los socialistas de la región y el silencio de todos los demás. Con
cuatrocientos y pico metros cúbicos de lodo más que agua, el 17% de su
capacidad total nos conformamos. ¿A qué viene ahora rasgarse las vestiduras?
¿Dónde estaban entonces los que ahora se sienten tan indignados? ¿A qué o a
quien tenían miedo entonces?
Pero para ser justo, hay que
reconocer que aquello de la raya se aprobó en un contexto, en el de la redacción
del Plan Hidrológico Nacional, que preveía el trasvase del Ebro. Sin duda el
Trasvase del Ebro, donde de verdad hay agua en abundancia y de sobra, podía
significar el fin de la hipoteca del Tajo.
Pero entonces llego Zapatero, el
presidente más dañino que ha tenido España desde Fernando VII, y de su mano la
mega pija Cristina Narbona, la más excelsa representante de la Izquierda rococó,
y derogaron el trasvase del Ebro con el pretexto de ¡sustituirle por
depuradoras! Y nadie en esta región abrió la boca excepción hecha del PP.
¿Acaso no sabían en el PSOE, e izquierda en general, incluidas las
organizaciones medioambientales de la región lo que eso suponía? ¿Alguien se
creyó que semejante cantidad de agua dulce se podría sustituir con desaladoras?
¿Estos mismos que hoy se quejan, no sabían la repercusión que suponía para el trasvase?
Pues nada chicos seguir con la
farsa, porque los que habéis sido cómplices directos de la situación actual,
solo podéis alimentar el esperpento.