Syriza quiere sacar a Grecia del Euro. Las conversaciones de
estos últimos meses solo buscaban la exasperación de los socios comunitarios,
ponerlos a prueba a ver si cedían a sus exigencias, en el convencimiento de que
no lo harían. De paso, utilizar la supuesta intransigencia de Europa y el
victimismo consiguiente, de cara a su pueblo para justificar la ruptura. Este
hombre no piensa ni en Grecia, ni en los griegos ni mucho menos en Europa. Este
hombre solo piensa en él mismo.
Él sabe que un acuerdo con Europa supondría ser uno más de
los líderes europeos que a fin de salir de la crisis no han tenido otro remedio
que recortar y pedir sacrificios a sus
administrados, entre otros su antecesor, y eso es incompatible con su ambición
por ser un líder carismático que se haga con el poder en Grecia por lustros.
Todo ha sido un juego. La preparación de un escenario en el
que utilizando las pasiones más viscerales del pueblo llano: justicia, patria,
independencia, honor, rebeldía ante las injusticias… puedan llevar a los
griegos a votar la ruptura con Europa. Solo en un escenario extraordinario y
caótico, el podrá imponer su liderazgo, al menos a la mitad de su pueblo
(¿Venezuela?).
No tiene problemas, empezar de nuevo sin tener que hacer
frente a una deuda de 300.000 millones de euros, no es mal punto de salida.
Cualquier cosa que hiciera dentro de Europa al menos le exigiría algún pago,
aunque solo fuera de intereses. Tendría que hacer algunas reformas, que
lógicamente supondrán algún sacrificio. Nada de nada, de esta forma no tendría
que pagar ni un solo euro, ni tendría que asumir ningún sacrificio. Sería
empezar de nuevo, después de haberse gastado los trescientos mil, que algún beneficio,
habrán aportado al país.
Europa, por el contrario se encuentra como el clásico empresario
de suministros que ve como un cliente que pagaba a sesenta días, empieza a
fallarle en los pagos. Cuando le aprieta de vez en cuando recibe algo, pero la
bola cada día es más gorda. Los sesenta días se convierten en noventa, luego en
meses. El problema es que si deja de suministrarle, perderá un cliente y la
deuda. El hombre se debate entre seguir suministrándole o cortar y no cobrar.
Pues en el caso del Gobierno Griego yo lo veo más claro que
el pobre empresario: estos no tienen intención de pagar, y la única salida es
cortar aunque sea a costa de perder el dinero y el socio.
No nos engañemos cobrar no vamos a cobrar, y a mi juicio este
socio es un lastre más que otra cosa. En todo caso la palabra la tienen los
griegos.